viernes, 11 de febrero de 2011

Ser escritor, Abelardo Castillo

Simpleza y excelencia van de la mano en cuanta historia nos narre el gran Abelardo.
Acá van tres imprescindibles.


No tengo opiniones sobre literatura. Heine decía que las catedrales fueron hechas porque los hombres que las construyeron no tenían opiniones, sino convicciones. Seguramente no construiré nunca una catedral, pero, al menos, tengo una convicción: un buen cuento es una historia contada de la única manera posible.

Lugar del escritor

No hay listas de mejores libros, hay listas de libros más vendidos.

Un escritor es tal vez un hombre que establece su lugar en la utopía.

Moralidades de entrecasa

Un gran talento es, en el fondo, una numerosa inutilidad para todo lo demás.

Libros y Biblioteca

Borges decía no tener sus propios libros en la biblioteca porque quería tener una buena biblioteca. No era sólo una broma. Un escritor es alguien que se toma muy en serio la literatura pero no se toma en serio a sí mismo.

Poesía y Prosa

Ser poeta no significa escribir en verso; ni el puro acto mecánico de versificar garantiza la poesía. Hay otro tipo de escritor que llega a los versos a través de la prosa, como Borges, como Quevedo, incluso como Poe.

La poesía no es una manera de escribir, es más bien un modo de vivir, de percibir el mundo.

Literatura y Felicidad

La literatura es un conjuro contra la infelicidad y la desdicha. La felicidad no hay que escribirla: hay que vivirla.

En la literatura se pone el deseo, la nostalgia, la ausencia, lo que se ha perdido o no se quiere perder. Pero es tan difícil escribir una buena historia feliz.

Literatura de Provincia

Rilke le aconsejaba al joven poeta que cuando creyera no poder escribir más volviese a su infancia: las dos patrias del escritor son justamente eso: su idioma y su infancia. Tu infancia que es el origen de todo lo que sos. Las dos están ligadas al lugar en donde has vivido, a su gente, a sus árboles, a su cielo.

Consejo para poetas

"Creedme que todo depende de esto: haber tenido, una vez en la vida, una primavera sagrada que colme el corazón de tanta luz que baste para transfigurar todos los días venideros" (Rilke)


La Historia Subterránea

Ninguna historia cuenta una sola historia, ni en los libros ni en la vida. Pero, sobretodo en la literatura, si la historia subterránea no es en cierto modo la esencial no hay obra de ficción.


Lenguaje del arte

Una novela sólo se explica por sí misma. Lo que cualquier obra de arte significa sólo puede ser captado, develado, desde su propio lenguaje. No se puede contar con palabras una sinfonía o una sonata. Como tampoco se puede pintar un poema o razonar una escultura.

Las brutas verdades de Arlt

"Uno no sabe que pensar de la gente, si son idiotas en serio o si se toman a pecho la burda comedia que representan"

Ideas peligrosas

La gente llama ideas peligrosas a las ideas nuevas. Si fueran honrados deberían decir: peligrosas para mí. Bien mirado, una nueva idea es rarísima y es la respuesta de la inteligencia a una necesidad humana nueva, de ahí que las llamadas ideas peligrosas sean las únicas ideas necesarias. Lo realmente peligroso son las viejas ideas. Tienen la inmovilidad y la fascinación de la muerte.

No es lo mismo ambigüedad que confusión. Una historia debe tener siempre un único final. Si quisiste dos o más desenlaces, esos desenlaces son un único final: se llama ambigüedad. Si nadie te entiende ni medio se llama confusión.

3 comentarios:

  1. Vivamos pues poesía, respiremos poesía, vivamos.

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  2. Rossina, la verdad que fue un placer dar con tu blog.
    te dejo un cordial saludo

    Delfín.

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  3. Muchacha de otra parte, por supuesto que me causó un contundente terremoto emocional, es un relato extraordinario, por esa descripción tan parcial, tan cubista, de la chica sin nombre de la que no recuerda ni el color de sus ojos, por el tópico tan querido de que hay otros mundos pero que están en este, por esa definición del amor que podría consistir en creer y desear los sueños del otro, por esa búsqueda de lugares imaginarios más valiosos que los que habitamos, en fin, qué puedo decir para elogiar más este cuento que descubrí gracias a usted, inolvidable. No leí de Abelardo mucho más, pero no dude que le dedicaré mucho tiempo.

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