domingo, 29 de abril de 2012

Deconstrucción de "El cautivo"

Paso a contarles cómo, después de décadas de amar incondicionalmente cuanta línea haya sido creada por el maestro, casi sin pensar, casi sin darme cuenta, pude odiar repentinamente y destruir un texto suyo, en pocas semanas.  Mérito que le otorgaré de aquí en más al análisis de la gramática tradicional, versus gramática textual o funcional del Sr. Halliday. 

Cuento con vuestra cooperación

El Cautivo

En Junín o en Tapalqué refieren la historia. Un chico desapareció después de un malón; se dijo que lo habían robado los indios. Sus padres lo buscaron inútilmente; al cabo de los años, un soldado que venía de tierra adentro les habló de un indio de ojos celestes que bien podía ser su hijo. Dieron al fin con él (la crónica ha perdido las circunstancias y no quiero inventar lo que no sé) y creyeron reconocerlo. El hombre, trabajado por el desierto y por la vida bárbara, ya no sabía oír las palabras de la lengua natal, pero se dejó conducir, indiferente y dócil, hasta la casa.
Ahí se detuvo, tal vez porque los otros se detuvieron. Miró la puerta, como sin entenderla. De pronto bajó la cabeza, gritó, atravesó corriendo el zaguán y los dos largos patios y se metió en la cocina. Sin vacilar, hundió el brazo en la ennegrecida campana y sacó el cuchillito de mango de asta que había escondido ahí, cuando chico. Los ojos le brillaron de alegría y los padres lloraron porque habían encontrado al hijo.
Acaso a este recuerdo siguieron otros, pero el indio no podía vivir entre paredes y un día fue a buscar su desierto. Yo querría saber qué sintió en aquel instante de vértigo en que el pasado y el presente se confundieron; yo querría saber si el hijo perdido renació y murió en aquel éxtasis o si alcanzó a reconocer, siquiera como una criatura o un perro, los padres y la casa

Pasos a seguir:

1- Separe en cláusulas (entiéndase por cláusula "la unidad mínima de la gramática funcional o textual en la que se proyectan simultáneamente las tres funciones del lenguaje").


En Junín o en Tapalqué refieren la historia.


Un chico desapareció después de un malón


se dijo que lo habían robado los indios.

2- Clasifique las mismas de acuerdo al proceso (se entiende por proceso al verbo de la gramática tradicional) y su carga semántica (significado).

Ejemplos:
Procesos mentales: ver, sentir, pensar.
Verbales: explicar, contar, narrar.
Materiales: hacer, ocurrir, etc.
Existenciales: existir, desaparecer.

En Junín o en Tapalqué refieren la historia (proceso verbal)

3- Estructure la análisis en sus tres sistemas (transitivo, modo y textual).


              En Junín o en Tapalqué refieren la historia.
Transitivo
Modo 
Textual

4- De acuerdo al sistema, identifique los tres tipos de sujetos (Lógico, gramatical y psicológico).


Un chico            desapareció después de un malón.


Sujeto lógico
Sujeto gramatical
Sujeto psicológico

5- Mencione el modo en que está expresado el verbo (Declarativo, interrogativo, imperativo).



Modo declarativo:

Un chico desapareció después de un malón.

6- En el análisis del modo identifique la flexión verbal y predicadores (raíz verbal), el sujeto gramatical (el que concuerda en persona y número con el verbo) y las marcas de polaridad (no, nunca, ni), el resto (lo que sobra...) clasificado a su vez en "resto complemento" (los que en la gramática tradicional serían llamados objeto directo o indirecto) y en "resto adjunto" (los famosos circunstanciales).

7- En el análisis de tema, fragmente en "tema" y "rema" de acuerdo a lo dado y lo nuevo: la función conocida versus la desconocida.


Un chico           desapareció después de un malón.
Tema                Rema
Dado                 Nuevo

8- Identifique según los siguientes recursos de cohesión léxica (reiteración, colocación). Si se trata del recurso de reiteración, clasifique en : repetición, sinonimia y palabra general. 

9- Por lo que respecta a los recursos de cohesión gramatical, clasifique en conjunciones (aditivas, adversativas, temporales o causales) 
e identifique recursos de cohesión gramatical de: sustitución, clasifique en elipsis (borramiento de información) y tipo de referencia catafórica o anafórica.

10- Identifique y clasifique todos los pronombres del texto en : posesivos, personales y demostrativos.

11- Si aún le queda resto, deléitese con el texto "El cautivo" de Jorge Luis Borges.


domingo, 22 de abril de 2012

Cortázar y Paris


Leer “Rayuela” en París no es lo mismo que leerla en cualquier otra parte del mundo, porque en la obra de Julio Cortázar, la capital francesa es uno de los principales personajes, al mismo nivel que la Maga o que Oliveira. 
“¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua”, se lee al principio de “Rayuela”. 
Fue precisamente en abril, hace 47 años, que la novela salió a la luz por primera vez. Para Cortázar, ya conocido por sus cuentos y por su primera novela “Los premios”, “Rayuela” fue la síntesis de “la experiencia de toda una vida”. 
Todos los caminos de sus otras obras, los cuentos innumerables, los libros de dos pisos como “Último round” o las vueltas al día en ochenta mundos, son vasos comunicantes que remiten siempre a París.
Allí vivió Julio Cortázar y escribió gran parte de su obra en el número 9, rue l’Eperon en el barrio latino, a una cuadra de Odeón. “Llueve en la rue l’Eperon / y Janis Joplin”, escribe en un poema dedicado a Alejandra Pizarnik.

París, el refugio ideal 
Como sus personajes, Cortázar transitó por Saint-Michel, Saint Germain-des-Pres, Chatelet, rue Monsieur-le-Prince (donde vivió antes el poeta César Vallejo), el Canal Saint-Martin y por supuesto los puentes, sello identitario de la ciudad luz: Pont des Arts, Pont au Change, Pont Saint-Michel, Pont Neuf, mencionados repetidas veces en la novela. 
París fue para Cortázar y para sus personajes, como para miles de latinoamericanos, el refugio ideal y la cura para el desarraigo. La ciudad se prestó para ser apropiada, caminada, acariciada y amada. 
Su latinidad estaba siempre en sintonía con el sur, de manera que los latinoamericanos nunca se sintieron extranjeros, sino dueños de calles y parques; los “meteques”, los extranjeros, eran los otros. 
Por alguna razón mágica, los lectores de “Rayuela” recordamos más la primera parte de la novela, “Del lado de allá”, que transcurre en París, que la segunda parte que transcurre en Buenos Aires. Al final de cuentas ese “allá” parisino se convierte en el eje de los personajes, quizás porque lo que había quedado al otro lado del océano, en América del Sur, era solamente la nostalgia. “En París todo le era Buenos Aires y viceversa”, dice el narrador sobre Oliveira. 


Lector cómplice 
La novela es puro gozo literario, en el sentido de que su argumento es trascendido por el estilo del escritor, libre y poético, aventurado y fragmentado como los bloques de la rayuela dibujados con tiza sobre la acera. París se prestó como ninguna otra ciudad a la alegría lúdica de Cortázar. Como dice Gregorovius, uno de los miembros del bohemio Club de la Serpiente, “París es una gran metáfora”. “Rayuela” es una novela total, porque no le cierra la puerta ni a la poesía, ni al juego, ni a la locura. Es un ejercicio de libertad creativa y de ruptura. 
La novela tiene tantas lecturas como lectores, de ahí las diversas de aproximaciones críticas: a cada quien su rayuela, y todos llegan al cielo. El famoso capítulo 68 nos recuerda que todo es posible: “Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes”.
Resulta una obviedad decir que Cortázar está personificado en el personaje de Morelli, el escritor, cuando en realidad está también en Ronald el pianista de jazz, en Traveler el amigo, en Perico Romero lector voraz, y en el propio Horacio Oliveira. Cortázar está en todos, también en la Maga.
Lo que logra la magia del lenguaje de Cortázar es que el lector camine por las calles de París y se enamore de la Maga tanto como de la ciudad. 
Pocos escritores han podido hacer del lector tan cómplice de una historia y de un espacio urbano.

La Prensa  1/05/2010