miércoles, 27 de febrero de 2013

Miedo y coraje

click en la foto para ampliar
El centro de estudios iberoamericanos de la Universidad de Alicante halla dos textos del escritor en su biblioteca personal que no se habían publicado

Perdidos, entre las páginas de uno de sus libros personales, han aparecido dos poemas manuscritos. De su puño y letra. Son unos versos inéditos, sin publicar, de Mario Benedetti. El miedo y el coraje son gajes del oficio/ pero si se descuidan los derrota el olvido / El miedo se detiene a un palmo del abismo / y el coraje no sabe qué hacer con el peligro / El miedo no se atreve a atravesar el río / y el coraje rechaza el mar del infinito, se lee en uno de ellos. 
El poeta uruguayo donó en 2006 al centro de estudios que lleva su nombre en la Universidad de Alicante toda su biblioteca personal de Madrid, unos 6.000 ejemplares, con dedicatorias de los principales escritores del siglo XX y algunas anotaciones manuscritas del propio Benedetti sobre sus lecturas. 
La semana pasada, durante el proceso de revisión y catalogación de este fondo bibliográfico, una bibliotecaria de la Universidad, María José Giménez, encontró unas cuartillas con dos poemas manuscritos entre las páginas de un ejemplar de Insomnios y duermevelas, el poemario que escribió en Madrid tras ser operado dos veces del corazón. 
La profesora Eva Valero, directora del Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti en el campus de Alicante, asegura ahora, tras analizar la documentación, que ha sido “un hallazgo de gran trascendencia” y de especial significado para este centro de documentación e investigación de la literatura hispanoamericana. El catedrático, José Carlos Rovira y la propia Valero comprobaron en primer lugar que la letra manuscrita correspondía a la del escritor uruguayo, y luego indagaron en toda su prolífica bibliografía para comprobar el carácter inédito de estos estos dos poemas, titulados: Esperas y Miedo y coraje. Los dos expertos en literatura buscaron entre todos sus libros y revisaron las posibles referencias publicadas. Y no encontraron casi nada. Solo hallaron una pista: el poema Miedo y coraje fue recitado por Benedetti en público, a sus 82 años, el 23 de abril de 2002 en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, según publicó en su día el diario La Nación, que reprodujo algunos de estos versos. La lectura coincidió precisamente con la presentación del libro Insomnios y duermevelas editado ese mismo año. Semanas antes había presentado su último poemario en Montevideo, y en julio hizo lo propio en la Casa de América de Madrid, junto a Luis García Montero y Joaquín Sabina. En octubre del mismo año Benedetti lo presentó en Alicante, pero no leyó ninguno de esos poemas hallados ahora. “Este itinerario permite conjeturar que posiblemente Mario Benedetti leyó uno de esos poemas, no publicados, en Buenos Aires y luego lo llevaría dentro de uno de los ejemplares de Insomnios y duermevelas que dejaría en su biblioteca de Madrid, que luego donaría a la Universidad de Alicante”, apunta Valero. Poemas inéditos de Benedetti encontrados en la Universidad de Alicante. Los poemas encontrados no están recogidos en ninguno de los cuatro Inventarios (2002 y 2006), ni en los libros posteriores Canciones del que no canta (2006) y Testigo de uno mismo (2008). Valero, que contó también con la ayuda de María Victoria Játiva, responsable de la biblioteca de Filosofía y Letras de la Universidad de Alicante, solo tenía pendiente revisar uno por uno los poemas que aparecieron en su obra póstuma Biografía para encontrarse (2009), que contiene más de sesenta poemas inéditos hasta entonces. Pero en este libro, según certifica Valero, tampoco figuran estos textos. No obstante, es cierto que los profesores del campus de Alicante, han comprobado que en la vasta obra de Benedetti existe un poema titulado Coraje y miedo, que comparte título pero no contenido, y también en Inventario 3 hay otro poema titulado Esperas que tampoco corresponde con el hallado en la biblioteca del campus de Alicante. 
 El Centro de Estudios Mario Benedetti de la Universidad de Alicante se nutrió en buena parte gracias a la donación de la biblioteca de Mario Benedetti, cuando por cuestiones de salud de su compañera, Luz, regresaron a Montevideo. El poeta visitó varias veces el campus de Alicante donde fue investido doctor honoris causa, en 1997.

domingo, 24 de febrero de 2013

Odiseando



LA ODISEA
Tema: de qué se trata. Lo que da unidad a la obra.
Asunto: lo que genera la acción (el héroe volviendo)

La obra consta de XXIV cantos y al igual que en otros poemas épicos comienza “in media res” (latín) lo 
que significa en mitad de la historia.
Está dividida en tres partes: La Telemaquia (del I al IV), el regreso de Odiseo y sus peripecias (del V al XII), y la venganza de Odiseo para con los pretendientes.
Se calcula que fue escrito en el siglo VIII AC. En Hexámetro Dactílico.
Homero comienza la obra invocando a la Musa para que cuente lo sucedido a Odiseo después de destruir Troya. En una asamblea de los dioses griegos, éstos decretan que Odiseo pudiera volver a Ítaca, excepto Poseidón quien no lo compadecía y logra que vaya errante lejos de su patria.
Zeus envía a Hermes para persuadir a la ninfa Calipso (enamorada de Odiseo y anhelaba tomarlo como esposo), para que libere a Odiseo que ya lleva mucho tiempo en su isla (Ogigia)
Es la misma Palas Atenea -tomando la figura de Mentes, quien aconseja a Telémaco que viaje en busca de noticias de su padre, y así poder ganar honrosa fama entre los hombres. Es Palas Atenea la que infunde valor y audacia a Telémaco.

Después de la partida de su padre, Telémaco reúne por primera vez en el ágora a todo el pueblo. El palacio se encuentra invadido por decenas de pretendientes que buscan la mano de su madre Penélope, creyendo que Odiseo ha muerto. Gracias a la ayuda de Palas Atenea (bajo el aspecto del rey Mentes) logrará que Telémaco emprenda un viaje a Pilos en busca de noticias de su padre.
Durante su discurso, las palabras de Telémaco pintan con vigor el daño material que le acarrea la conducta de los pretendientes no sólo por la pérdida de su noble padre sino por los daños a su hacienda y casa.
Los pretendientes no solo asedian  la casa de a Penélope sino que comen y beben en ella copiosamente. Pero no se atreven a dirigirse a la casa de Icario, su padre, para pedir su mano.
Antinoo (jefe de los pretendientes) respondió a Telémaco contándole que era su madre la astuta que habiendo prometido casarse al finalizar el sutil lienzo tejía de día y destejía de noche, habiendo ya pasado un trienio. Esto había sido revelado por una de las mujeres que conocía muy bien lo que pasaba y entonces, Penélope, mal de su grado se vio en la necesidad de terminar el lienzo que sería la mortaja para su suegro Laertes.
Y le dice: ordénale a tu madre que elija con quien casarse y lo decida con su padre Icario en lugar de entretener a los aqueos y diferir la boda.
Telémaco baja a la cámara de su padre, y llama a Euriclea  le pide provisiones y el vino que aguardaba la llegada de Odiseo y la tranquiliza haciéndole saber que tal decisión no ha sido tomada sino por un dios que así lo quiere. Le hace jurar que no informara a su madre de su viaje hasta pasados los doce días o bien hasta que Penélope pida por él.

Se inicia la Telemaquia.
Telémaco viaja a Pilos para informarse sobre su padre. Va acompañado por Mentor (Palas Atenea) y fue ella misma  la que  le reunió a Telémaco  compañeros para la embarcación,
Viaja Palas Atenea bajo la figura de Mentor.
La siguiente mañana, Telémaco y Mentor llegan a Pilo e invitados por Néstor, participan de un banquete y más tarde Telémaco le revela su identidad. El rey Néstor les relata el regreso de otros héroes desde Troya y la muerte de Agamenón pero no tiene información de Odiseo por lo que le sugiere que vayan a Esparta a hablar con Menelao (hermano de Agamenón) ya que terminada la guerra de Troya, después de nueve años de duración, una deidad disperso el regreso de las naves quizás porque no todos había sido sensatos y justos. Néstor tomó la ruta a Pilo ignorando cuántos se salvaron y cuántos perecieron.
Les cuenta que Orestes, el hijo de Egisto, vengo la muerte de su padre. Egisto había sido muerto por el amante de su esposa Clitemnestra en acuerdo con él.
Lo abandonaron en una isla inhabitada para que fuese pasto de las aves de rapiña
Atenea se desaparece como un águila mientras “duerme con los compañeros de viaje de Telémaco”, en la nave.
Néstor queda impresionado de que una deidad esté escoltando al joven.
Néstor arregla que su hijo Pisístrato acompañe a Telémaco a Esparta quienes partieron a caballo hacia Lacedemonia a ver a Menelao.
Telémaco y Pisístrato llegan a Esparta (Lacedemonia) para informarse sobre Odiseo, en plena boda de sus hijos los reciben Menelao y Helena.
Menelao reconoce el linaje de la que descienden ambos jóvenes, y les confiesa su tristeza irreparable por la pérdida de su hermano Agamenón.
Es Helena la primera en advertir los rasgos entre Odiseo y Telémaco y Menelao en coincidir con tal parecer.
Telémaco interroga a Menelao sobre la suerte de su padre Odiseo, éste quiere que le diga toda la verdad sin tener piedad por él.
Le informa acerca de la suerte que había corrido su padre quien supuestamente se encuentra en una isla retenido por la ninfa Calipso.
Menelao le cuenta a Odiseo que mientras él andaba perdido por aquellas tierras reuniendo riquezas, otro hombre mató traidoramente a su hermano y desde entonces vive sin alegría a pesar de sus preciosos bienes.
Es Helena la primera en advertir el gran parecido entre Odiseo y Telémaco.
Menelao esta feliz de que el hijo del gran Odiseo estuviese allí. Le recalca la prudencia y discreción con que se manifiesta. Lloraron todos hasta que entonces Helena echó en el vino un bálsamo contra el llanto y la cólera, que hacía olvidar todos los males.
Telémaco le cuenta a Menelao el por qué de su viaje tener noticias de su padre.
Menelao le habla de Proteo (el veraz anciano de los mares) y todos sus saberes y todas las peripecias antes a regresar a Esparta y le obsequia una cratera labrada en plata y oro.
Mientras tanto los pretendientes al enterarse del viaje de Telémaco del que no lo creían capaz, le preparan una emboscada para su regreso en la isla de Asteris.
Embarcó junto a Mentor en la figura de Palas Atenea.
Penélope se entera del viaje de Telémaco y le recrimina a Euriclea, por no haberle avisado de la partida, de su hijo ya que ésta aun sabiéndolo no se lo había comunicado a pedido de Telémaco por lo menos hasta haber transcurrido el duodécimo día.
Palas Atenea le obsequia un sueño donde intenta que Penélope tenga paz, enviándole un fantasma que sin embargo no le devela si Odiseo vive.
En una nueva asamblea de dioses, Zeus toma la decisión de mandar al mensajero Hermes a la isla de Calipso para que ésta deje marchar a Odiseo que permanecía allí hacía siete años.  La ninfa se resiste a pesar de ser una decisión de Zeus y los trata de malignos y celosos por no poder soportar que una diosa esté con un mortal, que ella misma rescató cuando flotaba solo a la merced del oleaje.
Más tarde, la ninfa descubre a Odiseo llorando mirando hacia el mar (ella ya no le era grata) y Calipso se acercó y le dijo que de muy buen grado lo dejaría ir dándole provisiones. La ninfa le promete la inmortalidad si se queda, pero el héroe prefiere salir de la isla. Tarda cuatro días en construir una balsa y emprende el viaje al quinto día, pero es hundido por Poseidón, enfadado con Odiseo desde que el griego cegó a su hijo Polifemo. Odiseo es ayudado por la ninfa, éste navegó diecisiete días a través del ponto y al décimo octavo pudo ver el país de los feacios. Pero Poseidón le turbó el mar.
Ino, una diosa que residía en el fondo del mar vio a Odiseo errante y le sugiere ganar la tierra a nado. La diosa la entregó el velo con el que lo lograría, tapándose el pecho y nadando así hasta la isla de los feacios. Odiseo se libera de la ropa dada por la ninfa Calipso y se echa a nadar dos días y su noches, cubriéndose el pecho con el velo dado por Ino hasta alcanzar la isla y procurarse un sueño sobre la hojarasca.
Atenea visita en un sueño, a la princesa Nausícaa, hija de Alcínoo y la urge a tener sus responsabilidades como mujer en edad de casarse. Al despertar, Nausícaa pide a su padre un carro con mulas para ir a lavar ropa al río. Mientras ella y sus esclavas descansaban  Odiseo se despertó las vio y pidió ayuda a la princesa Nausícaa, ésta queda impresionada por su forma de hablar (por su areté) acoge al héroe y le brinda un manto, túnica, y una ampolla de oro para que se bañara en la corriente del río,  para que pudiera sacarse el sarro que cubría su espalda y gracias a Palas Atenea resplandeció por gracia y hermosura.
Nausicaa, la de los brazos de nieve, se retiro del lugar pero le indicó cómo llegar al palacio de su padre, le dice que la siga hacia la casa del rey y le indica cómo pedirle a su madre, la reina, hospitalidad (la de los brazos de nieve: epíteto.)
Para hacer este trayecto hasta el palacio lo acompaña Palas Atenea y lo envuelve en una nube para que ningún feacio pudiese reconocerlo. (lo cubrió con una niebla celeste) hasta que arribase al palacio.
Odiseo es recibido en el palacio por Alcínoo, rey de los feacios (fue guiado hasta allí por Palas Atenea) y es invitado al banquete que se va a celebrar. Odiseo contará todo lo acaecido hasta ese momento, con lo que el rey queda impresionado. Éste le ofrece la mano de su hija, mas, Odiseo no acepta, por lo que el rey cambia su ofrecimiento por ayudarlo a llegar a su isla.
Alcinoo le va a preparar los regalos para el día siguiente y Odiseo le dice que si se tratase de llegar a su tierra con más riquezas se quedaría un año más. Ahí Alcinoo duda de la “arete” del personaje y se lo hace saber.
El gozo en el lucro invade toda la Odisea, por ejemplo cuando en una parte del relato, ante la posibilidad de recibir un don mayor por quedarse hasta el día siguiente, Odiseo manifiesta que está dispuesto a quedarse un año entero ya que es mucho más ventajoso volver al hogar con manos llenas que agasajarían a sus gentes.
Alcinoo, rey de los feacios “se cumplirá lo que decís en cuanto yo viva y reine sobre los feacios, amantes de manejar los remos”. Y le pide que se resigne a permanecer allí hasta la mañana siguiente a fin de que le prepare todos los regalos. Y de su partida se ocuparan todos los varones y principalmente él.
Entonces Alcinoo le contestó: al verte no sospechamos que seas un impostor ni un embustero como muchos que forjan mentiras que nadie logra descubrir. Tú das belleza a tus palabras, tienes excelente ingenio e hiciste la narración con tanta habilidad como un  aedo.   
Se celebra una fiesta en el palacio en honor al huésped. Tras una competición de atletismo, Odiseo asombra al público con un gran lanzamiento de disco, comienza el banquete. El aedo (rapsoda) recrea la comida con un canto sobre la guerra de Troya. Al hablar del episodio del caballo de Troya, Odiseo rompe a llorar  y el rey manda al aedo a que deje de cantar, y pregunta al huésped sobre su verdadera identidad.
Odiseo las  revela, cuenta sus aventuras, y comienza a relatar su historia desde que salió de Troya. Allí, tres compañeros comieron el loto en la tierra de los Lotógafagos, y perdieron el deseo de regresar, por lo que hubo de llevárselos a la fuerza. Posteriormente, llegaron a la isla de los cíclopes. En una caverna se encontraron con Polifemo, hijo de Poseidón, que se comió a varios de sus compañeros. Estaban atrapados en la cueva, pues estaba cerrada con una enorme piedra que les impedía salir. Odiseo, con su astucia dio un licor a Polifemo y mandó a afilar una estaca con la que cegaron al cíclope mientras éste dormía. 
Poseidón, que sacude la tierra rompió la nave de Odiseo  estrellándola contra la roca en los confines de la tierra de los feacios.
El cíclope se llenaba el vientre de carne humana y comió a varios de sus compañeros. Logró dormirlo con ambrosía y néctar y así clavarle la estaca hirviendo y le dice que no debería haber empleado su fuerza para comerse a sus amigos en su morada y al partir le ordena que si alguien le pregunta “por su vergonzosa ceguera, debe decirle que quien lo privó del ojo fue Odiseo, hijo de Laertes, que tiene su casa en Ítaca”.
Ignoraba Odiseo que el cíclope era hijo de Poseidón y que inmediatamente pidió a su padre le concediese que Odiseo no llegue nunca a su palacio.       
Odiseo continúa narrando como llegaron hasta la isla de Eolo, el dios Eolo trató de ayudarles a viajar hasta Ítaca. Estuvieron con él un mes.
Eolo entregó a Odiseo una bolsa de piel de buey y lo ató a la nave con un hilo de plata que contenía los vientos del oeste. Al acercarse a Ítaca Odiseo se rindió al sueño  sus hombres decidieron ver lo que había en la bolsa, dejando salir todos los vientos y creando una tormenta que hizo desaparecer la esperanza del regreso al hogar.
Tras seis días de navegación, llegaron a la isla de los Lestrigones, gigantes caníbales que devoraron a casi todos los compañeros de Odiseo.
Huyendo de allí llegaron a la isla de Circe,
Odiseo se gana la amistad de Circe pese al temor que le tenía, a pesar de la mixtura que les ofrece como manjar (queso, harina y miel) que ella distribuye entre los compañeros de Odiseo transformándolos en chanchos (encerrados en pocilgas pero manteniendo su pensamiento humano).
Compartiendo el lecho con ella logró que sus compañeros tornasen a ser hombres:  hermosos, y más altos.
Hermes había advertido a Odiseo del potaje y le ofreció un remedio que impediría el efecto de la mixtura, y fue quien le sugirió amenace con la espada a Circe como deseando matarla.
Circe consideraba que debían emprender un viaje a la morada del Hades para consultar al adivino Tiresias (El dios da su nombre) y de Perséfone: eran un matrimonio, Hades y Perséfone. Perséfone hija de Zeus pasaba seis meses en el mundo subterráneo y seis en el terrestre.
Circe se había enamorado de Odiseo igual que la ninfa Calipso.  Pero ninguna de las dos se vio correspondida. 
 “Circe como me pides que te sea benévolo, después que en este mismo palacio convertiste a mis compañeros en cerdos. Yo no querría subir a la cama si no me juras que no maquinarás contra mí ningún otro daño”
Ella lo juró y Odiseo accedió. Luego, logró que sus compañeros tornaran a ser hombres  Se celebra un banquete e insiste a Odiseo por lo que respecta al viaje al  Hades, para consultar a Tiresias (adivino ciego) y lo orienta a Odiseo a llegar (Hades: una playa estrecha, habiendo atravesado el océano y bosques consagrados a Perséfone).
Odiseo visita la morada de Hades (katabasis) para consultar con el adivino Tiresias (adivino ciego), quien le profetizó un difícil regreso a Ítaca. Su compañero que no había recibido sepultura, muerto en la mansión de Circe, porque apremiaban otros trabajos (el muerto pide un túmulo con un remo y sus cenizas, montaña de piedras con un remo y sus cenizas)
Aquí se entera de la furia de Poseidón por haber cegado a su hijo Polifemo (mostrar al cíclope es como mostrar algo incivilizado).
A su encuentro salieron todos los espectros (sombras), que quisieron beber la sangre de los animales sacrificados y así les es revelada la verdad. Odiseo se la dio en primer lugar a Tiresias, luego a su madre (lloré al verla) y también bebieron la sangre varias mujeres destacadas y algunos combatientes que habían muerto durante la guerra de Troya: Fedra, Tiro que se enamoró de un río y se ahogó, la madre de Edipo, Aquiles, Ariadna,  Ayax, Minos.
Perséfone repartía acá y allá las almas de las mujeres. Las almas pierden el cuerpo al morir.
Estaba Agamenón muerto por Egisto en complicidad con su esposa y le da muchos consejos para obrar con Penélope (no revelar todo). Agamenón no puede ver lo que pasa en la tierra. Le advierte que le puede ocurrir lo mismo con su mujer. Según su parecer la conducta de Clitemnestra logró manchar la conducta de todas las mujeres, incluidas aquellas que no han nacido aún.
Circe al regresar les dice “oh desdichados que al bajar a la morada de Hades habréis muerto dos veces cuando los demás mueren una sola”.
Le habla de las sirenas que encantan a los hombres (pasa de largo y tapa tus orejas con cera blanda) y Odiseo lo comunica a sus compañeros y obran de acuerdo al consejo de Circe.
Después que tus compañeros hayan conseguido llevarte más allá de las sirenas no te indicaré con precisión cuál de los dos caminos te cumple recorrer, considéralo en tu ánimo.
Pues voy a decir lo que hay entrambas partes.  A un lado peñas prominentes contra las cuales rugen las inmensas olas. No pasan las naves sin peligro. Al lado opuesto hay dos escollos, por allí jamás pasó una embarcación cuyos marineros  pudieran gloriarse de haber escapado indemnes. Debes por el contrario acercarte mucho al escollo de Escila uy hacer que tu nave pase rápidamente pues es mejor que eches de menos a seis compañeros que a todos juntos. Para lograr hacer pasar el navío Circe le sugiere a gritos a la madre de invocar a su madre.
ESCILA (ES UNA PLAGA IMPERECEDERA, GRAVE TERRIBLE)

Luego llegarás a la isla de Trinacria donde están las ovejas y las vacas del sol. No matarais las vacas ni las ovejas que son de Dios y con esto desata su furia..

Odiseo da la orden a sus compañeros “Abstengámonos de tocarlas así no nos viene ningún mal”.

Siguiendo los consejos de Circe en cuanto a las sirenas, Odiseo ordenó a sus hombres taparse los oídos con cera exceptuándolo a él y le ordena que él sea atado al mástil y que tampoco tocaran las vacas y las ovejas que son de Dios.
Los compañeros sacrificaron varias reses, lo que provocó la cólera del dios del Sol. Al hacerse de nuevo a la mar, Zeus lanzó un rayo que destruyó y hundió la tripulación sobreviviendo únicamente Odiseo, y es así como llega la isla de la ninfa Calipso (lugar donde se encuentra al principio de la historia estuvo errante solo 9 días).
Los feacios despiden a Odiseo.
Odiseo llega a Ítaca.  Lo dejan dormido y éste al despertar guarda las riquezas en una cueva. Porque cuando el héroe termina de contar su viaje, el rey ordena su regreso a su hogar, y la preparación de obsequios. Acompañado por navegantes feacios, llega a Ítaca. Atenea lo convierte en un  vagabundo Atenea con el fin de hacerlo irreconocible no fuera hacer que su esposa o los pretendientes se enterasen de su regreso.
 Por consejo de la diosa, va a pedir ayuda a su porquerizo, Eumeo. Quien no cree en el posible regreso de Odiseo .
Odiseo no revela su verdadera identidad al porquerizo Eumeo, quien le recibe con comida y mantas.
Hay un encuentro con la diosa Atenea, y juntos preparan la venganza contra los pretendientes. 
Palas Atenea va a buscar a Lacedemonia a Telémaco y lo exhorta a regresar no solo por los bienes sino por la posibilidad de que su madre tenga que contraer matrimonio con Eurímaco

 Telémaco regresa a Ítaca. Atenea aconseja al joven Telémaco salir de Esparta y regresar a su hogar. Mientras tanto, Eumeo relata su vida y sus orígenes al mendigo (Odiseo ) y de cómo llegó al servicio de su amo. 

Telémaco va a ver a Eumeo (1ra. anagnórisis) Odiseo que está adentro de la cabaña lo reconoce como su hijo (2da. anagnórisis).
Telémaco reconoce a Odiseo.  Palas Atenea le indica a Odiseo que revele su identidad a su hijo.
Gracias a la ayuda de la diosa, el joven consigue eludir la trampa que los pretendientes le habían preparado a la entrada de la isla. Una vez en tierra, se dirige por consejo de la diosa a la casa de Eumeo, donde conoce al supuesto mendigo. Cuando Eumeo marcha a casa de Penélope a darle la noticia del regreso de su hijo, Odiseo revela su identidad a Telémaco, asegurándole que en verdad es su padre, a quien no ve desde hace veinte años. Tras un fuerte abrazo, planean la venganza, con la ayuda de Zeus y Atenea (1ra. Y 2da anagnórisis)
Odiseo mendiga entre los pretendientes. Al día siguiente, Odiseo, de nuevo como mendigo, se dirige a su palacio. Sólo es reconocido por su perro Argos que, ya viejo, fallece frente a su amo (3ra. Anagnórisis). Al pedir comida a los pretendientes, es humillado e incluso golpeado por éstos.
Los pretendientes injurian a Odiseo.
Un mendigo real burlándose de Odiseo, lo somete a una prueba, y Odiseo vence fácilmente al mendigo. Los pretendientes aceptan que el ganador se junte a comer con ellos. A pesar de la victoria, ha de seguir soportando las vejaciones de los orgullosos pretendientes. 
La esclava Euriclea reconoce a Odiseo.
Odiseo, ocultando su verdadera identidad, mantiene una larga conversación con Penélope, quien ordena a su criada Euriclea que le bañe. Ésta, que fue nodriza del héroe cuando era niño fue comprada por el padre de Odiseo, y es ella quien reconoce una cicatriz en la pierna de Odiseo hecha por un jabalí cuando se encontraba cazando en el monte Parnaso. La esclava, pues, reconoce a su amo, quien le hace guardar silencio para no hacer fracasar los planes de venganza.  . Penélope tiene un sueño premonitorio (entre águilas y gansos)  y además propone un certamen que era hacer pasar una flecha por 12 anillos.
Zeus lanza un trueno en medio del cielo azul. Esto es interpretado como la última cena de los pretendientes.
Odiseo aprovecha para ver quién es fiel al desaparecido rey, y llevar a cabo la venganza. Un profeta, amigo de Telémaco, advierte a los pretendientes que pronto los muros se mancharán de su sangre. A pesar de que algunos de ellos creen en la profecía y huyen, la gran mayoría de ellos se ríe de la adivinación.
El certamen del arco (tirar el arco por doce aros alineadas). Aparece Penélope con un arco que Odiseo dejó en casa a su marcha a Troya. Promete a los pretendientes que se casará con aquel que consiga hacer pasar la flecha por los ojos de doce aros  alineados. Uno tras otro, los pretendientes lo intentan, pero ni siquiera son capaces de tensar el arco. Odiseo pide participar en la prueba, ante la negativa de los demás. Tras la insistencia de Telémaco, le es permitido intentarlo. Con suma facilidad, Odiseo tensa el arco y consigue hacer pasar la flecha por los 12 aros, ante el asombro de los presentes. A la señal de su padre, Telémaco se arma, preparándose para la lucha final. 
La venganza Antinoo,  jefe de los pretendientes, se encuentra bebiendo cuando Odiseo le atraviesa la garganta con una lanza, dándole muerte. Ante las quejas de los demás, Odiseo responde con amenazadoras palabras, y los pretendientes temen por sus vidas. Se inicia la feroz lucha, con los numerosos pretendientes por un lado y Odiseo, su hijo y sus dos fieles criados por otro y  gracias a la ayuda de Atenea, todos aquellos que traicionaron a Odiseo van muriendo uno por uno.
Odiseo manda a Euriclea que haga fuego y limpie el patio con azufre. La esclava avisa a las mujeres que fueron fieles al héroe, que abrazan a su amo. 
 Después de que Odiseo matase a los pretendientes que se hospedaban en su casa, Odiseo manda a los presentes que vistan sus mejores trajes y bailen, para que los vecinos no sospechen de lo ocurrido. Con la ayuda de Euriclea, el héroe se presenta a Penélope, pero ella no le reconoce (anagnórisis) ya que ella estaba convencida de que él estaba muerto y el aspecto que tenía en ese momento no era el mismo que cuando se marchó a la guerra. Entonces, Odiseo describe el lecho conyugal del matrimonio, y cómo lo hizo, él mismo de un olivo. Penélope, convencida ya, abraza a su esposo, que le narra sus aventuras, como por ejemplo el enfrentamiento que tuvo con Polifemo, o cuando Circe convirtió en animales a todos sus compañeros, etc. Finalmente le cuenta que aún tendrá que hacer otro viaje, antes de terminar su vida en una tranquila vejez. 
Odiseo marcha a casa de su padre, Laertes, que se encuentra trabajando en la huerta. El hombre se encuentra envejecido y apenado por la larga ausencia de su hijo. Para ser reconocido, Odiseo le muestra la cicatriz y le señala los árboles que en su infancia le regaló su padre. Mientras, los familiares de los pretendientes se juntan en asamblea, y piden venganza por la muerte de los suyos, Odiseo, su hijo y su padre, que se encuentran en la casa de éste, aceptan el reto, y da comienzo la lucha.
Laertes dispara una lanza que mata al padre de Antinoo. Pero en ese momento cesa la lucha.
Interviene la diosa Atenea, que anima a los itacenses a llegar a un pacto, para que juntos vivan en paz durante los años venideros.

Notas
Circe tiene poderes para transformar a los hombres en animales (chanchos).
Mentor es amigo fiel de Odiseo y es quien ayudó a Penélope en su crianza.
Luego de abandonar Troya llegan a la isla de los cíclopes.
Circe le ofreció hospitalidad por un año.
Penélope tejía sutil lienzo que sería la mortaja de su suegro Laertes. Lo hizo durante un trienio, al cuarto fue descubierta.
El regreso de Odiseo se produce en el momento en que Penélope debía tomar una decisión en cuanto a  la elección de uno de los pretendientes.
En la prueba del arco y la flecha todos los pretendientes fracasan y Odiseo y Telémaco ejecutan a todos los pretendientes.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Delia Elena San Marco

Se lo dedico a Ud. mi mejor y más fiel entusiasta (palabras de María) porque hace unos días mi súplica le hizo ruido y me ha escrito el mejor de todos los escritos. Y porque ud mismo en esa despedida ahogada y silenciosa no pudo decir tanto y hoy sí nosotros leerlo.
Porque en el anterior le dije que me recordaba a éste cuento, y lo busqué hasta encontrarlo.
Que está entre mis diez favoritos, que no por breve deja de ser magistral; por ese énfasis de las despedidas, de las que sabemos para siempre y aquellas que imprevistas nos arrebatan lo más cercano.
Los espero a todos, no se sientan excluídos. La propuesta es: los adioses.


Delia Elena San Marcos


Nos despedimos en una de las esquinas del Once.

Desde la otra vereda volví a mirar; usted se había dado vuelta y me dijo adiós con la mano. Un río de vehículos y de gente corría entre nosotros; eran las cinco de una tarde cualquiera; cómo iba yo a saber que aquel río era el triste Aqueronte, el insuperable.

Ya no nos vimos y un año después usted había muerto.

Y ahora yo busco esa memoria y la miro y pienso que era falsa y que detrás de la despedida trivial estaba la infinita separación. Anoche no salí después de comer y releí, para comprender estas cosas, la última enseñanza que Platón pone en boca de su maestro. Leí que el alma puede huir cuando muere la carne.

Y ahora no sé si la verdad está en la aciaga interpretación ulterior o en la despedida inocente. Porque si no mueren las almas, está muy bien que en sus despedidas no haya énfasis.

Decirse adiós es negar la separación, es decir: Hoy jugamos a separarnos pero nos veremos mañana. Los hombres inventaron el adiós porque se saben de algún modo inmortales, aunque se juzguen contingentes y efímeros.

Delia: alguna vez anudaremos ¿junto a qué río? este diálogo incierto y nos preguntaremos si alguna vez, en una ciudad que se perdía en una llanura, fuimos Borges y Delia. 



Jorge Luis BorgesEl hacedorBuenos Aires, Emecé, 1960

domingo, 3 de febrero de 2013

El alma de Gardel



Página 53
Relato con consigna: a partir de la página 53. Nos inspirarnos en ese párrafo y lo incluimos en el trayecto.

Era una mañana como cualquier otra, pero en el aire serpenteaba una luz especial. Un brillo cuya diafanidad  invitaba a dejar huella. 
De mi cuello pendía una piedra verde, y a modo de talismán llevaba conmigo una vasija de cerámica que emanaba mi esencia favorita. No pude negarme; desde que la descubrió, fue suya. 
Lo acompañé en sus tareas habituales. Nadie, nada, avisó que desde aquella primavera, sus/mis primaveras, pasarían a ser nuestras. No, no hubo guiños ni anticipos.
Pudo haber sido la primera vez y la última y sin embargo no, desde aquella esquina de Lerma y Canning, dos mundos se volvieron paralelos.
Sabía que me gustaba leer. Ignoraba qué. Que la gente debía acudir a mí cuando estaba bien, aunque así no fuese, y él hubiese trabajado tanto para que sí. 
En verdad lo ignorábamos todo el uno del otro ya que hasta ese día, nuestros universos, poco habían tenido que ver más que con aquello que nos unía: el entorno laboral. 
Me dijo por ejemplo, que fumaba tabaco hindú. Desconocía que su mundo desbordaba de libros y estaba plagado de papeles y de desorden. 
Días más tarde viajamos, y fue testigo el mar... y recorrimos una peatonal a la que hoy en casi veinte años he vuelto tantas veces -por suerte aprendemos a soltar pasados- y me distraje en una librería. Conmigo solo llevaba Ética para Amador...
Un libro, uno de ellos me llamó; las tapas de los libros siempre lo han hecho.
Devolví el libro en el mostrador y me fui a casa, tratando de desalojar de mi mente la persistente imagen de Gardel que me hacía señas, ahora desde mi memoria.
Irrumpió un nuevo viaje. Esta vez permanecería sola. Parecía imposible de tolerar. Llevábamos un mes juntos y ni un día separados. El imán era ineludible. La pausa insostenible.
La vasija de lavanda la llevaba en su cuello, y yo había abandonado mi piedra verde; él me había fabricado un escapulario tan alegórico como ese futuro elegido en cuatro días. Sí. En tan solo cuatro días habíamos definido un destino. Un único camino par.

Dedico el escrito a Alfredo y Cass que hace algunos días idearon la consigna, y fueron anfitriones de lujo.