domingo, 15 de diciembre de 2013

Taller Literario De Laberintos y espejos: libros subrayados

II Parte

Necesito hacer un esfuerzo de concentración para recordarlas, y no creo que valga la pena. No porque ellas no valieran la pena, sino que ahora no vale la pena que me esfuerce en recordarlas, porque eso no las trae a mi lado de nuevo... ya no serán como antes, y es mejor dejar las cosas como estaban.

porque con los árboles siempre hay un diálogo posible...

Cuando llaman a la puerta de calle tengo por norma no atender. Los que me conocen saben que tienen que llamar por teléfono antes de venir a casa... por otra parte no tengo mayor interés en conocer gente nueva, y menos gente del tipo de gente que es capaz de tocar timbre en los porteros eléctricos de gente que no conoce....

No es que crea que en los recuerdos todo color rojo se transforma fatalmente en negro, o que la memoria envejece agrisando los recuerdos; sí creo que los recuerdos se simplifican, adocenándose, vulgarizándose.

Las cosas, desde luego, no sucedieron exactamente así, como las estoy contando: en rigor las cosas nunca suceden como se las cuenta, porque nunca se pueden contar como suceden ¿Cómo puedo saber yo ahora el contenido exacto de mi pensamiento aquel día? ¿Cómo puede alguien ni siquiera a los diez minutos, recordar el contenido exacto de su pensamiento, esa cosa tan errática?

Yo afirmo que es imposible decir la verdad de las cosas tal como sucedieron, por más veraz que uno pretenda y que uno quiera ser. Ahora, por ejemplo, al rememorar estos hechos que vengo narrando, tal vez estoy juntando dos o tres días en uno solo, u omitiendo datos importantísimos, y sobre todo mintiendo, a sabiendas sobre el contenido de mis pensamientos al cual trato vanamente de aproximarme. Ni siquiera podría relatar el fluir de mi pensamiento actual, porque se va rápido, corre más rápido que mis dedos y, al mismo tiempo, por querer escribirlo lo estoy modificando, frustrando, fastidiando la posibilidad de una enorme cantidad de asociaciones mentales que por el solo hecho de atenderlas, no se producen.

Ahora estoy  más distraído con las cosas que me ocurren, en lo personal, y en casi toda mi vida adulta me ha faltado el tiempo para volverle a prestar atención a la lluvia. Algo parecido me pasa con la música; la oigo, pero más bien como fondo, sin entregarme plenamente. En eso se ha transformado la vida del adulto: un pasar cerca de las cosas sin rozarlas, o rozándolas apenas, pero sin entablar amistad con las cosas, sin intercambios, dar y recibir.

...es tan interesante estar en el mundo, y percibir, que es una lástima que haya perdido tantos años ocupado en asuntos triviales: exactamente eso es estar loco.

Me parece absurdo poseer a una mujer sin haber intimado antes, compartido antes algo de nuestros mundos para que el sexo no sea puesto en evidencia en toda su miseria, es decir, me parece absurdo no hacer propiamente el amor...

Quiero decir: no importa que me falle la memoria, o que me engañe, inventándome cosas o, peor, deformándome cosas.

... su nueva imagen desplazó completamente a la anterior; ya no pude recordar a Julia como había sido 

sábado, 30 de noviembre de 2013

El alma de Gardel, Mario Levrero

 Parte I

A veces pienso que hay un verdadero abismo entre la gente que anda por las calles, y yo. Me doy cuenta de que todos andan de un lado a otro ocupados en sus cosas, sin maravillarse del absurdo en que están inmersos. Yo no puedo dejar de maravillarme, y es en ese preciso punto en que comienza el sentimiento de lo maravilloso cuando la ciudad se redime y se transforma, para mí, en arte. De sufrir la ciudad paso a disfrutarla: la velocidad de los automóviles, la furia automática de los automovilistas, la carrera agotadora sin fin, con su tendal de vidas, la ansiedad, el atroz desequilibrio; el ruido, el humo, la muerte amenazando en cada cruce, el desgaste inútil de los nervios de las personas, de las vidas de las personas. Es como un cuadro lleno de fuerza, pintado por un loco; es arte, el arte más elaborado, más audaz, más avanzado; arte contemporáneo en permanente evolución. Es el fin de la razón, el el comienzo de la liberación. Las personas ya no son personas, son como los colores que utiliza el artista. Y el artista soy yo, y el único espectador soy yo, y el espectáculo comienza cuando yo llego.

Ya no era la que vivía en mi memoria, cuyo recuerdo había perdido y recuperado; era como una falsificación.

Pero al final todo es agua que corre, todo es pensamiento que fluye, todo es literatura que se escribe o palabras que se piensan, la Historia humana, las gotas de lluvia, todo se vuelve palabra consciente, o se pierde para siempre; aunque también se perderán las palabras. Y si todo este juego tiene al fin algún significado, eso no lo sabemos.

¿Y por qué piensa usted que los escritores son, más que otra gente, presa fácil de las depresiones?_preguntó el señor Caorsi después de mover peón cuatro rey, continuando una conversación que había comenzado a partir de un recorte de periódico que yo había pegado en la pared.
Bueno, no crea que porque escribo de vez en cuando me considero un escritor _dije, comenzando a responderle_. Hay pocos escritores en el mundo, que merezcan ese nombre. De modo que no me incluyo en la lista, y entonces le puedo decir lo que creo sin apelar a la falsa modestia: creo que los escritores se deprimen más que otra gente porque son más inteligentes y más sensibles, y no pueden tolerar la idea de tener que vivir en un mundo estropeado por los imbéciles. Creo que...

Caminar me permite formas de pensamiento que no puedo obtener estando sentado en casa, y digo "en casa" porque cuando estoy sentado en otro sitio, fuera de casa, como por ejemplo en un café, eso promueve otra forma de pensamiento, distinta de la de estar sentado en casa y de la de caminar. Pero es caminando cuando puedo formular los pensamientos más osados, o por lo menos más originales, habitualmente formulaciones hechas desde un punto de vista diferente del habitual. Es como si los problemas se presentaran bajo una nueva luz. También es cierto que muchas soluciones a problemas, encontradas en mis paseos a pie, más tarde se ha visto que no sirven, un poco como las ideas que uno tiene cuando sueña, aunque estas son todavía más inaplicables. Es posible que la soluciones que encuentro al caminar sean correctas, y que luego el que falla es el que trata de aplicarlas juzgándolas desde una posición sentada. Los pensamientos durante estos ágiles paseos bajo un sol benigno ...

Espero que ahora al escribirla, quede definitivamente desalojada el casillero de mis preocupaciones.


sábado, 23 de noviembre de 2013

Dos poemas inéditos de Mario Benedetti


Los manuscritos de "Esperas" y "Miedo y coraje" se habrían traspapelado en un libro que perteneció al escritor.

El poema tiene algo de profético "Uno sigue esperando / sin responder a nadie / entre otras cosas porque / las sombras no preguntan / uno estira el silencio / abandonado y torpe / con los ojos abiertos / y la esperanza inmóvil"... Se llama Esperas, lo escribió Mario Benedetti aunque jamás lo publicó y casualmente debió esperar casi diez años para salir a la luz y emerger del silencio. Escrito a mano, en una hoja suelta de un anotador, apareció en febrero de este año junto a otro inédito "Miedo y coraje", en España, dentro de un libro personal del autor de La Tregua, fallecido en mayo de 2009.
Entre las páginas de Insonmios y Duermevelas los encontró la bibliotecaria de la Universidad de Alicante María José Gimenez, según reveló el diario El País de Madrid. A esa universidad, que alberga el Centro de Estudios Iberoaméricanos, Mario Benedetti, el escritor uruguayo legó en 2006 los seis mil ejemplares que componían su biblioteca personal en la capital española. Durante el proceso de revisión y catalogación, aparecieron los dos poemas.
Un hallazgo de gran trascendencia. Así lo calificó Eva Valero, directora del centro, quien junto al investigador José Carlos Rovira comprobó que la letra manuscrita correspondía a la del escritor. Luego de revisar la prolífica bibliografía de Benedetti, ambos confirmaron su primera impresión: los dos poemas eran inéditos.
Jamás se habían publicado, pero los dos académicos descubrieron que "Miedo y coraje" sí había sido recitado por el propio Benedetti en Buenos Aires. Fue el 23 de abril de 2002, el autor tenía 81 años y había venido a esta ciudad en el marco de la Feria Internacional del Libro. Durante su estadía, Benedetti aprovechó para presentar su flamante Insomnios y duermevelas que reune una serie de poemasy el cuento "Túnel en duermevela", que cierra el libro. Lo presentó en un colmadísimo auditorio del Malba. Esa tarde según consta en la crónica del día del diario La Nación, Benedetti recitó los versos de "Miedo y coraje" (El miedo y el coraje son gajes del oficio / pero si se descuidan los derrota el olvido / El miedo se detiene a un palmo del abismo / y el coraje no sabe qué hacer con el peligro...)
Los investigadores aventuran que Benedetti habría guardado los dos poemas en el el libro, que viajó desde Buenos Aires a las presentaciones en Madrid, en julio, y en Alicante, en octubre. "Este itinerario permite conjeturar que posiblemente Mario Benedetti leyó uno de esos poemas, no publicados, en Buenos Aires y luego lo llevaría dentro de uno de los ejemplares de "Insonmios y duermevelas"
que dejaría en su biblioteca de Madrid, que luego donaría a la Universidad de Alicante", explicó Valero.
Los académicos encontraron que en la vasta obra de Benedetti que incluye más de cuarenta poemarios, existe un poema titulado "Coraje y miedo", aunque es totalmente diferente al del flamante hallazgo. Además señalaron que en "Inventario tres" hay otro poema titulado "Esperas" que tampoco tiene similitudes con el que encontraron en la biblioteca del centro de Alicante.
El 14 de septiembre de 2009, el día en que Benedetti hubiera cumplido 90 años, se presentó en Montevideo "Biografía para encontrarme", un poemario inédito, que el autor había preparado. El mismo día se lanzó, además, la antología de cuentos "A imagen y semejanza", también inédita.
La lectura en el Malba no es el único punto de contacto de esta historia con la Argentina, donde Benedetti se exilió en 1973. "Esperas" incluye también un epígrafe con dos versos del pintor y poeta argentino Enrique Molina "se oyen pasos / de alguien que no llega nunca". La espera, al menos para estos dos poemas ya terminó.

Uno sigue esperando 
sin responder a nadie 
entre otras cosas porque 
las sombras no preguntan
uno estira el silencio 
abandonado y torpe
con los ojos abiertos
y la esperanza inmóvil
el cielo está tan lejos
y la tierra tan cerca
que no vale la pena...

El miedo y el coraje
son gajes del oficio
pero si se descuidan
los derrota el olvido
El miedo se detiene
a un palmo del abismo
y el coraje no sabe
que hacer con el peligro
El miedo no se atreve
a atravesar el río.
                                                                 Clarín 4 de febrero de 2013

lunes, 4 de noviembre de 2013

Prólogo Diario de un canalla, Burdeos 1972

Por Marcial Souto

Los textos de este libro son fruto de dos grandes aventuras vitales de Jorge Varlotta, una por amor y otra por necesidad. Las dos tuvieron una considerable influencia sobres su manera de escribir.
                                                                           
En 1972, a pesar de haber publicado ya una novela y un libro de cuentos firmados como Mario Levrero (su segundo nombre y su segundo apellido), seguía siendo en Montevideo un escritor casi secreto, leído apenas por unos pocos fieles devotos.
Contribuía a esa invisibilidad su invencible fobia a relacionarse con algo más que un puñado de amigos. Sin embargo, un día aceptó _a través de la revista Maldoror, en la que colaboraba _ asistir a un cóctel en la Alianza Francesa. Al día siguiente, muy excitado, me contó una sorprendente experiencia.
Hacía frío y durante toda la noche se había quedado en la zona más agradable de la sala. de espaldas a una pared que tenía instalada una estufa. Al terminar la reunión había mirado en esa dirección y descubierto que aquello no era una estufa sino una mujer. La mujer, de la que se había enamorado perdidamente se llamaba Marie France, trabajaba en la embajada francesa y estaba a punto de volver a su país. Unos días más tarde me la presentó y los dos me anunciaron que pronto se irían a vivir juntos a Burdeos.
Jorge Varlotta detestaba viajar. "Uno pasa a ser un desconocido para uno mismo cuando sale del lugar habitual", dijo en una entrevista. A los treinta y dos años sólo conocía de su país el balneario de Piriápolis, adonde se habían trasladado sus padres y donde vivía su amigo y mentor Tola Invernizzi, que en 1966 le había arrancado página a página La ciudad, su primera novela; de Argentina conocía la ciudad de Rosario, donde en 1969 había vivido tres meses con la familia Gandolfo y escrito la primera versión de El lugar. Si no era muy necesario prefería no alejarse de su apartamento de la calle Soriano, y su decisión fue recibida por todos con incredulidad y después con admiración.
Al llegar a Burdeos empezó a pedir a los amigos que le enviáramos yerba mate por avión. Sabía que los muchos kilos que había embarcado con los objetos de mudanza de Marie-France podían tardar meses y no estaba en condiciones de soportarlo.
Poco después me contó: "Soy el único ser humano que toma mate en Burdeos". Y con el alto concepto que tenía de sí mismo, añadió: "Quizá soy el único ser humano".
Cuando ya parecía que se quedaría a vivir en Burdeos, empezó a hablar de una cierta angustia recurrente. Se le estaba acabando el dinero, no podía trabajar y no se sentía cómodo. Un día mientras leía el diario en la cocina, notó con pánico que el francés le invadía la mente y amenazaba con impedirle hablar en español. La magia se había roto y supo que había llegado la hora de volver. Vivió unas semanas en París y después subió a un avión por última vez en su vida. (Tres años más tarde, la revista argentina Siete Días organizó un concurso de cuentos policiales cuyo premio era un viaje a París. Jorge escribió un cuento "El factor identidad", pero decidió no presentarlo por miedo a ganar y tener que volver a hacer el viaje).
En marzo de 1973, transformado por la experiencia que acababa de vivir, tomó de repente un nuevo rumbo como escritor, opuesto al de los ámbitos asfixiantes y kafkianos de su primera etapa, al escribir en una semana Caza de conejos, colección de cien textos breves de sorprendente creatividad verbal, en los que incorporaba con naturalidad, por primera vez, el humor que tanto prodigaba, escuchado detrás de numerosos seudónimos, en revistas satíricas de la época. Al año siguiente confirmó ese notable cambio con Nick Carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo.
En los primeros meses de 1985, agobiado por deudas y la falta de proyectos viables en Montevideo, aceptó trasladarse a Buenos Aires y dirigir un par de revistas de crucigramas dentro la empresa editorial de su viejo amigo Jaime Poniachik. Esa decisión de iniciar una nueva vida en una ciudad grande y desconocida, tan opuesta a su tranquilo y gastado barrio montevideano, acostumbrado a sus fobias , resultaba, conociéndolo tan inimaginable como la que lo había hecho cruzar el Atlántico. Curiosamente, se adaptó enseguida: por primera vez en su vida tenía un trabajo con horario normal y un sueldo decente. Por primera vez vivía sin angustias económicas haciendo algo que le gustaba, en una ciudad donde (pronto descubrió) sus pares conocían y admiraban su obra. A los cuatro libros suyos ya publicados en Buenos Aires pronto se añadieron dos más, escritos en la última década y hasta ese momento huérfanos de editor. Sin embargo, pese al reconocimiento que sentía como escritor y su afición por la ciudad, arrastraba desde Montevideo dos cargas que no lo dejaban en paz;: una fea y dolorosa cicatriz, producto de una reciente operación de vesícula con infección incluida y el comienzo titubeante de una novela concebida para exorcizar el miedo a la muerte cuando supo que era inevitable. La novela debía rescatar una serie de experiencias que él había vivido como "luminosas".
Cuando descubrió que ya llevaba casi dos años viviendo cómodamente pero sin poder disponer del tiempo necesario para ocuparse de la novela, que consideraba esencial, reservó las primeras vacaciones para examinar la situación y tomar medidas. El resultado fue el fundacional "Diario de un canalla", en el que no se perdona el abandono de su lado espiritual aunque fuera por razones de supervivencia. No logra reencauzar la novela, pero descubre un instrumento hecho a su medida: la entrada de diario, que le permite transmitir cualquier cosa con naturalidad, sin demasiada elaboración, como si conversara con el lector. Años más tarde le serviría para componer su obra maestra, El discurso vacío, y el fascinante Diario de la beca que precede a la frustrada Novela luminosa.
Un año antes de morir, Jorge Varlotta, a quien terminará devorando su casi seudónimo Mario Levrero, empezó a tener problemas de insonmio mayores que de costumbre. Le empezaron a venir recuerdos antiguos y en algún momento lo asaltaron imágenes de su experiencia de 1972 en Burdeos. Durante casi dos semanas, desde la cima de su arte del yo, recuperó anécdotas y emociones de otro tiempo y lugar que ahora son también nuestras.
"Diario de un canalla" y "Burdeos 1972" nos acercan dos momentos fundamentales del más cercano de los escritores. Dos textos magníficos, hijos de la necesidad y del amor.

viernes, 27 de septiembre de 2013

El sueño de Borges


Si el sueño fuera (como dicen) una
tregua, un puro reposo de la mente,
¿por qué, si te despiertan bruscamente,
sientes que te han robado una fortuna?

¿Por qué es tan triste madrugar? La hora
nos despoja de un don inconcebible,
tan íntimo que sólo es traducible
en un sopor que la vigilia dora

de sueños, que bien pueden ser reflejos
truncos de los tesoros de la sombra,
de un orbe intemporal que no se nombra

y que el día deforma en sus espejos.
¿Quién serás esta noche en el oscuro
sueño, del otro lado de su muro?


miércoles, 11 de septiembre de 2013

Borges por Piglia




Desde este sábado a las 21.00, la TV Pública presenta un nuevo ciclo de clases abiertas a cargo del ensayista y novelista Ricardo Piglia, dedicadas a analizar la obra de Jorge Luis Borges. Una producción conjunta entre Canal 7 y la Biblioteca Nacional, que pone al alcance de todo el país a uno de los más talentosos intelectuales contemporáneos. 

sábado, 31 de agosto de 2013

1964, Borges

Mi poema favorito...



Ya no es mágico el mundo. Te han dejado. 
Ya no compartirás la clara luna 
ni los lentos jardines. Ya no hay una 
luna que no sea espejo del pasado, 

cristal de soledad, sol de agonías. 
Adiós las mutuas manos y las sienes 
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes 
la fiel memoria y los desiertos días. 

Nadie pierde (repites vanamente) 
sino lo que no tiene y no ha tenido 
nunca, pero no basta ser valiente 

para aprender el arte del olvido. 
Un símbolo, una rosa, te desgarra 
y te puede matar una guitarra. 

II 

Ya no seré feliz. Tal vez no importa. 
Hay tantas otras cosas en el mundo; 
un instante cualquiera es más profundo 
y diverso que el mar. La vida es corta 

y aunque las horas son tan largas, una 
oscura maravilla nos acecha, 
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha 
que nos libra del sol y de la luna 

y del amor. La dicha que me diste 
y me quitaste debe ser borrada; 
lo que era todo tiene que ser nada. 

Sólo que me queda el goce de estar triste, 
esa vana costumbre que me inclina 
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina. 

sábado, 6 de julio de 2013

Libros subrayados, París

Parte II
Debo avanzar muy lentamente porque el piso se hunde, no como pantano sino como carne.

Me llevo algunos minutos recobrar la totalidad de la conciencia de vigilia y desalojar de la habitación las imágenes soñadas.

Sí, hace mucho tiempo, hace muchísimo tiempo que no tengo un instante de distracción, es una responsabilidad exagerada, ahora lo comprendo, lo que no me deja dormir ni distraerme.

Mi problema es éste. Aquí . La cabeza. Pienso, pienso mucho. y eso no es bueno: pensando uno puede llegar a saber muchas cosas, sin necesidad de salir de una pieza.

¡Dios mío! ¡ Las cosas que me han hecho creer! Aunque nunca les creí del todo ; poco a poco me fui reencontrando a mí mismo, fui sospechando de ellos, por ciertas cosas minúsculas, gestos, susurros.

Y les dejo seguir su parloteo incesante. Después empiezo a fastidiarme no sé si por la sensación de estar excluido, o porque realmente no me interesa nada de lo que sucede.

Tengo ganas de salir y caminar largamente por la ciudad, pero me siento aún excesivamente cansado. Y al mismo tiempo tengo miedo de salir , no solo, y no tanto sino por una seguridad interior que me asusta más; me asusta el hecho de ignorar una serie dentro de las cuales moverme, de estar a la expectativa ante lo desconocido , especialmente  porque el cansancio y la confusión mental no dan lugar a una mayor confianza en mí mismo que me permita enfrentar con serenidad los pequeños grandes escollos que puedan surgir, desde, por ejemplo, la forma correcta de subir a un ómnibus, hasta cosas de mayor peligro.

Me movía con rapidez, y sentía el cuerpo rígido, como manejado por un centro nervioso que hubiera tomado el mando, desplazando a los centros habituales de movimiento.

Me resolví por lo más sencillo es decir, lo que suponía habría de traerme menos complicaciones.

Un par de alas se abren paso, automáticamente, a través del saco que acaban de romper. Mi caída es frenada como por un paracaídas enorme y compruebo con asombro que estoy volando, que incluso gano altura.

El vértigo había desaparecido. Sentí una embriaguez especial, una sensación no malsana de poder, y de dicha. Subía hasta alturas increíbles y luego me dejaba caer, planeando suavemente, con las alas extendidas y aunque cerrara los ojos no corría riesgo de estrellarme, y me dejaba guiar en mi vuelo por impulsos arbitrarios y extraños, y sentía, que de algún modo, estaba trazando en el cielo un dibujo coherente y estético.
Sentí que esta era mi forma natural de descansar.

Me parecía que todas las experiencias eran una sola, que no había entre ellas otras diferencias que su pluralidad y los distintos tiempos en que las había realizado.

Y dentro de mí fue creciendo la indignación , no sabía bien contra qué, aunque en buena parte lo era contra mí mismo.

Entré al cuarto y me dejé caer en la cama, en un estado de ánimo muy confuso, en el que se mezclaban el desaliento y la esperanza, y un sentimiento de derrota, de humillación.

Y siento, también, la necesidad urgente de volver a hacer un viaje en ferrocarril. No sé hacia donde. Pero es evidente que me he equivocado al venir a París. Ahora que no hay nada que me ate a ningún sitio.
No importa; el error está allí, en planificar. Quizá sea mejor dejarme llevar por la inspiración del momento, dejarme caer en un lugar cualquiera y esperar allí el amanecer. Lejos de París. En el otro extremo de la Tierra. En cualquier parte. Volar con los ojos cerrados y posarme, de pronto, donde el corazón lo indique. 


jueves, 4 de julio de 2013

Libros subrayados, Paris

Parte I

El tema unificador es desde luego, "la ciudad" (como concepto como expresión de un anhelo o como espacio mítico) y su relación con un protagonista innominado, tal vez el mismo en las tres novelas. París el el último tramo de lo que he llamado trilogía involuntaria, integrado además por "La ciudad" y "El lugar".
En París la ciudad adquiere un nombre y la acción de la novela ocurre íntegramente en ella aunque limitado a un edificio, si bien vasto y casi infinito, único.
París se abre con el final de un viaje en ferrocarril.
Cierro los ojos y me invade un cansancio extremo, una desilusión extrema y algo muy parecido a la desesperación. Un viaje de trescientos siglos en ferrocarril para llegar a París.

Y encontrarme con esa misma estación desde donde había partido , trescientos siglos antes y encontrarla exactamente igual así misma como demostración de la inutilidad del viaje.

Salvo la cuota de cansancio, la cuota de olvido, y la opaca idea de una desesperación que se va abriendo paso . El viaje había sido insensato. Ahora lo sabía.
Sin embargo no me parece insensato emprender un viaje para darse cuenta de su inutilidad . Si Ud.. cambia esa naciente desesperación por una calmada desesperanza, habrá obtenido algo que muchos humanos anhelan.

Sus palabras habían sido si no convincentes, el menos dignas de atención.

La tarde era tan gris como la estación, como la ciudad como yo mismo. Me siento gris por dentro y por fuera.

Dudo de mi propia existencia.

La memoria se me presenta como un fenómeno curioso, que me hace recordar las cosas apenas las veo o tal vez un instante antes de verlas.

Allí señalo un pequeño comercio, allí trabajé yo en un tiempo.

Hablé de la memoria, de mis cavilaciones en torno a la identidad, y la memoria, de mi incertidumbre acerca de los límites del mundo exterior.

Pensé que ahora en París ,el tiempo tenía una nueva forma de transcurrir mucho más lenta.

Mis nuevos recuerdos eran demasiados precisos, demasiados fieles, y en demasiada cantidad.

Traté de serenarme; no podía absorber tal cantidad de información que me llegaba a torrentes y que además me resultaba por completo inútil.

Me pregunto si las cosas y las gentes durante los trescientos siglos de mi viaje en ferrocarril, se han detenido en el tiempo y sólo el polvo se habrá movido en la ciudad, acumulándose sobre las cosas y las gentes.  Pero el tiempo parecía haber cambiado, aunque no pudiera darme cuenta en qué medida, en que dimensión.

Actualmente ni siquiera sé si realmente soy.

Mientras uno duerme , las cosas siguen su curso, y uno se vuelve viejo.

Sin embargo el descanso es algo que se me niega sistemáticamente.

Pienso en París, y de inmediato surgió la comparación entre el París actual, que yo estaba conociendo o reconociendo y el de que algún modo yacía latente en mi memoria.

Mi comportamiento es el de quien regresa después de mucho tiempo.

Siento como si la comprensión fuera un objeto real y vivo, con personalidad propia , que se burla de mí se escabullía , se escondía y de pronto asoma y me hace señas desde un rincón.

No, no puedo dormir, pero en cambio puedo soñar, soñar voluntariamente despierto. Creo haber utilizado este truco, más de una vez, durante el viaje, de cualquier manera, sé que en este momento me es posible hacerlo sin dificultad. Es cierto que no trae descanso verdadero ni a la mente ni al cuerpo, en la mente se forma un estado pasivo de alerta, un espectador que al mismo tiempo es actor de la obra que se va a representar, pero el espectador ignora el argumento, y asimismo lo ignora el actor, y el escenario es infinito.


jueves, 6 de junio de 2013

El amenazado

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir. 
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. 
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. 
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, 
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, 
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes, 
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño? 
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo. 
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se 
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz. 
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. 
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles. 
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. 
Ya los ejércitos me cercan, las hordas. 
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.) 
El nombre de una mujer me delata. 
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

jueves, 2 de mayo de 2013

El cautivo





En Junín o en Tapalqué refieren la historia. Un chico desapareció después de un malón; se dijo que lo habían robado los indios. Sus padres lo buscaron inútilmente; al cabo de los años, un soldado que venía de tierra adentro les habló de un indio de ojos celestes que bien podía ser su hijo. Dieron al fin con él (la crónica ha perdido las circunstancias y no quiero inventar lo que no sé) y creyeron reconocerlo. El hombre, trabajado por el desierto y por la vida bárbara, ya no sabía oír las palabras de la lengua natal, pero se dejó conducir, indiferente y dócil, hasta la casa.
Ahí se detuvo, tal vez porque los otros se detuvieron. Miró la puerta, como sin entenderla. De pronto bajó la cabeza, gritó, atravesó corriendo el zaguán y los dos largos patios y se metió en la cocina. Sin vacilar, hundió el brazo en la ennegrecida campana y sacó el cuchillito de mango de asta que había escondido ahí, cuando chico. Los ojos le brillaron de alegría y los padres lloraron porque habían encontrado al hijo.
Acaso a este recuerdo siguieron otros, pero el indio no podía vivir entre paredes y un día fue a buscar su desierto. Yo querría saber qué sintió en aquel instante de vértigo en que el pasado y el presente se confundieron; yo querría saber si el hijo perdido renació y murió en aquel éxtasis o si alcanzó a reconocer, siquiera como una criatura o un perro, los padres y la casa.
J. L. Borges

sábado, 6 de abril de 2013

El etnográfo


El caso me lo refirieron en Texas, pero había acontecido en otro estado. Cuenta con un solo protagonista, salvo que en toda historia los protagonistas son miles, visibles e invisibles, vivos y muertos. Se llamaba, creo, Fred Murdock. Era alto a la manera americana, ni rubio ni moreno, de perfil de hacha, de muy pocas palabras. Nada singular había en él, ni siquiera esa fingida singularidad que es propia de los jóvenes. Naturalmente respetuoso, no descreía de los libros ni de quienes escriben los libros.  Era suya esa edad en que el hombre no sabe aún quién es y está listo para entregarse a lo que le propone el azar: la mística del persa o el desconocido origen del húngaro, la aventuras de la guerra o del álgebra, el puritanismo o la orgía. En la universidad le aconsejaron el estudio de las lenguas indígenas. Hay ritos esotéricos que perduran en ciertas tribus del oeste; su profesor, un hombre entrado en años, le propuso que hiciera su habitación en una toldería, que observara los ritos y que descubriera el secreto que los brujos revelan al iniciado. A su vuelta, redactaría una tesis que las autoridades del instituto darían a la imprenta. Murdock aceptó con alacridad. Uno de sus mayores había muerto en las guerras de la frontera; esa antigua discordia de sus estirpes era un vínculo ahora. Previó, sin duda, las dificultades que lo aguardaban; tenía que lograr que los hombres rojos lo aceptaran como a uno de los suyos. Emprendió la larga aventura. Más de dos años habitó en la pradera, bajo toldos de cuero o a la intemperie. Se levantaba antes del alba, se acostaba al anochecer, llegó a soñar en un idioma que no era el de sus padres. Acostumbró su paladar a sabores ásperos, se cubrió con ropas extrañas, olvidó los amigos y la ciudad, llegó a pensar de una manera que su lógica rechazaba. Durante los primeros meses de aprendizaje tomaba notas sigilosas, que rompería después, acaso para no despertar la suspicacia de los otros, acaso porque ya no las precisaba. Al término de un plazo prefijado por ciertos ejercicios, de índole moral y de índole física, el sacerdote le ordenó que fuera recordando sus sueños y que se los confiara al clarear el día. Comprobó que en las noches de luna llena soñaba con bisontes. Confió estos sueños repetidos a su maestro; éste acabó por revelarle su doctrina secreta. Una mañana, sin haberse despedido de nadie, Murdock se fue. 

    En la ciudad, sintió la nostalgia de aquellas tardes iniciales de la pradera en que había sentido, hace tiempo, la nostalgia de la ciudad. Se encaminó al despacho del profesor y le dijo que sabía el secreto y que había resuelto no publicarlo. 

    -- ¿Lo ata su juramento? -- preguntó el otro. 

    -- No es ésa mi razón -- dijo Murdock --. En esas lejanías aprendí algo que no puedo decir. 

    -- ¿Acaso el idioma inglés es insuficiente? -- observaría el otro. 
    -- Nada de eso, señor. Ahora que poseo el secreto, podría enunciarlo de cien modos distintos y aun contradictorios. No sé muy bien cómo decirle que el secreto es precioso y que ahora la ciencia, nuestra ciencia, me parece una mera frivolidad. 
    Agregó al cabo de una pausa: 
    -- El secreto, por lo demás, no vale lo que valen los caminos que me condujeron a él. Esos caminos hay que andarlos. 
    El profesor le dijo con frialdad: 
    -- Comunicaré su decisión al Concejo. ¿Usted piensa vivir entre los indios? 
    Murdock le contestó: 
    -- No. Tal vez no vuelva a la pradera. Lo que me enseñaron sus hombres vale para cualquier lugar y para cualquier circunstancia. 
    Tal fue, en esencia, el diálogo. 
    Fred se casó, se divorció y es ahora uno de los bibliotecarios de Yale.

sábado, 9 de marzo de 2013

Ausencia



Habré de levantar la vasta vida 
que aún ahora es tu espejo: 
cada mañana habré de reconstruirla. 
Desde que te alejaste, 
cuántos lugares se han tornado vanos 
y sin sentido, iguales 
a luces en el día. 
Tardes que fueron nicho de tu imagen, 
músicas en que siempre me aguardabas, 
palabras de aquel tiempo, 
yo tendré que quebrarlas con mis manos. 
¿En qué hondonada esconderé mi alma 
para que no vea tu ausencia 
que como un sol terrible, sin ocaso, 
brilla definitiva y despiadada? 
Tu ausencia me rodea 
como la cuerda a la garganta, 
el mar al que se hunde.


Yo me he acostumbrado a la soledad.
(Entrevistado por Soler Serrano en 1980)
Jorge Luis Borges
Bueno, el hecho es que yo me he acostumbrado a la soledad. Y sé que debo poblarla de fantasmas, de cuentos, de fábulas, de poemas. Y luego, cuando viene alguien a casa, yo le dicto algo. Sí, los conservo en la cabeza. Borradores mentales. Sí, simplemente. Estoy obligado a ello. Yo he debido aprender a escribir a máquina. Bueno, la escritura braille. Pero no hice nada de eso. Estoy rodeado de libros que no puedo leer, pero cuya presencia siento. Cada vez que viene alguien a casa, le pido que busque cualquier libro en el estante de Kipling. Que me lea algo. Yo le pido eso a la gente. O que me relean poemas. Leemos a Kipling, a Shopenhauer, a Conrad. Leemos la poesía de los grandes expresionistas alemanes. O de los clásicos alemanes.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Miedo y coraje

click en la foto para ampliar
El centro de estudios iberoamericanos de la Universidad de Alicante halla dos textos del escritor en su biblioteca personal que no se habían publicado

Perdidos, entre las páginas de uno de sus libros personales, han aparecido dos poemas manuscritos. De su puño y letra. Son unos versos inéditos, sin publicar, de Mario Benedetti. El miedo y el coraje son gajes del oficio/ pero si se descuidan los derrota el olvido / El miedo se detiene a un palmo del abismo / y el coraje no sabe qué hacer con el peligro / El miedo no se atreve a atravesar el río / y el coraje rechaza el mar del infinito, se lee en uno de ellos. 
El poeta uruguayo donó en 2006 al centro de estudios que lleva su nombre en la Universidad de Alicante toda su biblioteca personal de Madrid, unos 6.000 ejemplares, con dedicatorias de los principales escritores del siglo XX y algunas anotaciones manuscritas del propio Benedetti sobre sus lecturas. 
La semana pasada, durante el proceso de revisión y catalogación de este fondo bibliográfico, una bibliotecaria de la Universidad, María José Giménez, encontró unas cuartillas con dos poemas manuscritos entre las páginas de un ejemplar de Insomnios y duermevelas, el poemario que escribió en Madrid tras ser operado dos veces del corazón. 
La profesora Eva Valero, directora del Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti en el campus de Alicante, asegura ahora, tras analizar la documentación, que ha sido “un hallazgo de gran trascendencia” y de especial significado para este centro de documentación e investigación de la literatura hispanoamericana. El catedrático, José Carlos Rovira y la propia Valero comprobaron en primer lugar que la letra manuscrita correspondía a la del escritor uruguayo, y luego indagaron en toda su prolífica bibliografía para comprobar el carácter inédito de estos estos dos poemas, titulados: Esperas y Miedo y coraje. Los dos expertos en literatura buscaron entre todos sus libros y revisaron las posibles referencias publicadas. Y no encontraron casi nada. Solo hallaron una pista: el poema Miedo y coraje fue recitado por Benedetti en público, a sus 82 años, el 23 de abril de 2002 en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, según publicó en su día el diario La Nación, que reprodujo algunos de estos versos. La lectura coincidió precisamente con la presentación del libro Insomnios y duermevelas editado ese mismo año. Semanas antes había presentado su último poemario en Montevideo, y en julio hizo lo propio en la Casa de América de Madrid, junto a Luis García Montero y Joaquín Sabina. En octubre del mismo año Benedetti lo presentó en Alicante, pero no leyó ninguno de esos poemas hallados ahora. “Este itinerario permite conjeturar que posiblemente Mario Benedetti leyó uno de esos poemas, no publicados, en Buenos Aires y luego lo llevaría dentro de uno de los ejemplares de Insomnios y duermevelas que dejaría en su biblioteca de Madrid, que luego donaría a la Universidad de Alicante”, apunta Valero. Poemas inéditos de Benedetti encontrados en la Universidad de Alicante. Los poemas encontrados no están recogidos en ninguno de los cuatro Inventarios (2002 y 2006), ni en los libros posteriores Canciones del que no canta (2006) y Testigo de uno mismo (2008). Valero, que contó también con la ayuda de María Victoria Játiva, responsable de la biblioteca de Filosofía y Letras de la Universidad de Alicante, solo tenía pendiente revisar uno por uno los poemas que aparecieron en su obra póstuma Biografía para encontrarse (2009), que contiene más de sesenta poemas inéditos hasta entonces. Pero en este libro, según certifica Valero, tampoco figuran estos textos. No obstante, es cierto que los profesores del campus de Alicante, han comprobado que en la vasta obra de Benedetti existe un poema titulado Coraje y miedo, que comparte título pero no contenido, y también en Inventario 3 hay otro poema titulado Esperas que tampoco corresponde con el hallado en la biblioteca del campus de Alicante. 
 El Centro de Estudios Mario Benedetti de la Universidad de Alicante se nutrió en buena parte gracias a la donación de la biblioteca de Mario Benedetti, cuando por cuestiones de salud de su compañera, Luz, regresaron a Montevideo. El poeta visitó varias veces el campus de Alicante donde fue investido doctor honoris causa, en 1997.

domingo, 24 de febrero de 2013

Odiseando



LA ODISEA
Tema: de qué se trata. Lo que da unidad a la obra.
Asunto: lo que genera la acción (el héroe volviendo)

La obra consta de XXIV cantos y al igual que en otros poemas épicos comienza “in media res” (latín) lo 
que significa en mitad de la historia.
Está dividida en tres partes: La Telemaquia (del I al IV), el regreso de Odiseo y sus peripecias (del V al XII), y la venganza de Odiseo para con los pretendientes.
Se calcula que fue escrito en el siglo VIII AC. En Hexámetro Dactílico.
Homero comienza la obra invocando a la Musa para que cuente lo sucedido a Odiseo después de destruir Troya. En una asamblea de los dioses griegos, éstos decretan que Odiseo pudiera volver a Ítaca, excepto Poseidón quien no lo compadecía y logra que vaya errante lejos de su patria.
Zeus envía a Hermes para persuadir a la ninfa Calipso (enamorada de Odiseo y anhelaba tomarlo como esposo), para que libere a Odiseo que ya lleva mucho tiempo en su isla (Ogigia)
Es la misma Palas Atenea -tomando la figura de Mentes, quien aconseja a Telémaco que viaje en busca de noticias de su padre, y así poder ganar honrosa fama entre los hombres. Es Palas Atenea la que infunde valor y audacia a Telémaco.

Después de la partida de su padre, Telémaco reúne por primera vez en el ágora a todo el pueblo. El palacio se encuentra invadido por decenas de pretendientes que buscan la mano de su madre Penélope, creyendo que Odiseo ha muerto. Gracias a la ayuda de Palas Atenea (bajo el aspecto del rey Mentes) logrará que Telémaco emprenda un viaje a Pilos en busca de noticias de su padre.
Durante su discurso, las palabras de Telémaco pintan con vigor el daño material que le acarrea la conducta de los pretendientes no sólo por la pérdida de su noble padre sino por los daños a su hacienda y casa.
Los pretendientes no solo asedian  la casa de a Penélope sino que comen y beben en ella copiosamente. Pero no se atreven a dirigirse a la casa de Icario, su padre, para pedir su mano.
Antinoo (jefe de los pretendientes) respondió a Telémaco contándole que era su madre la astuta que habiendo prometido casarse al finalizar el sutil lienzo tejía de día y destejía de noche, habiendo ya pasado un trienio. Esto había sido revelado por una de las mujeres que conocía muy bien lo que pasaba y entonces, Penélope, mal de su grado se vio en la necesidad de terminar el lienzo que sería la mortaja para su suegro Laertes.
Y le dice: ordénale a tu madre que elija con quien casarse y lo decida con su padre Icario en lugar de entretener a los aqueos y diferir la boda.
Telémaco baja a la cámara de su padre, y llama a Euriclea  le pide provisiones y el vino que aguardaba la llegada de Odiseo y la tranquiliza haciéndole saber que tal decisión no ha sido tomada sino por un dios que así lo quiere. Le hace jurar que no informara a su madre de su viaje hasta pasados los doce días o bien hasta que Penélope pida por él.

Se inicia la Telemaquia.
Telémaco viaja a Pilos para informarse sobre su padre. Va acompañado por Mentor (Palas Atenea) y fue ella misma  la que  le reunió a Telémaco  compañeros para la embarcación,
Viaja Palas Atenea bajo la figura de Mentor.
La siguiente mañana, Telémaco y Mentor llegan a Pilo e invitados por Néstor, participan de un banquete y más tarde Telémaco le revela su identidad. El rey Néstor les relata el regreso de otros héroes desde Troya y la muerte de Agamenón pero no tiene información de Odiseo por lo que le sugiere que vayan a Esparta a hablar con Menelao (hermano de Agamenón) ya que terminada la guerra de Troya, después de nueve años de duración, una deidad disperso el regreso de las naves quizás porque no todos había sido sensatos y justos. Néstor tomó la ruta a Pilo ignorando cuántos se salvaron y cuántos perecieron.
Les cuenta que Orestes, el hijo de Egisto, vengo la muerte de su padre. Egisto había sido muerto por el amante de su esposa Clitemnestra en acuerdo con él.
Lo abandonaron en una isla inhabitada para que fuese pasto de las aves de rapiña
Atenea se desaparece como un águila mientras “duerme con los compañeros de viaje de Telémaco”, en la nave.
Néstor queda impresionado de que una deidad esté escoltando al joven.
Néstor arregla que su hijo Pisístrato acompañe a Telémaco a Esparta quienes partieron a caballo hacia Lacedemonia a ver a Menelao.
Telémaco y Pisístrato llegan a Esparta (Lacedemonia) para informarse sobre Odiseo, en plena boda de sus hijos los reciben Menelao y Helena.
Menelao reconoce el linaje de la que descienden ambos jóvenes, y les confiesa su tristeza irreparable por la pérdida de su hermano Agamenón.
Es Helena la primera en advertir los rasgos entre Odiseo y Telémaco y Menelao en coincidir con tal parecer.
Telémaco interroga a Menelao sobre la suerte de su padre Odiseo, éste quiere que le diga toda la verdad sin tener piedad por él.
Le informa acerca de la suerte que había corrido su padre quien supuestamente se encuentra en una isla retenido por la ninfa Calipso.
Menelao le cuenta a Odiseo que mientras él andaba perdido por aquellas tierras reuniendo riquezas, otro hombre mató traidoramente a su hermano y desde entonces vive sin alegría a pesar de sus preciosos bienes.
Es Helena la primera en advertir el gran parecido entre Odiseo y Telémaco.
Menelao esta feliz de que el hijo del gran Odiseo estuviese allí. Le recalca la prudencia y discreción con que se manifiesta. Lloraron todos hasta que entonces Helena echó en el vino un bálsamo contra el llanto y la cólera, que hacía olvidar todos los males.
Telémaco le cuenta a Menelao el por qué de su viaje tener noticias de su padre.
Menelao le habla de Proteo (el veraz anciano de los mares) y todos sus saberes y todas las peripecias antes a regresar a Esparta y le obsequia una cratera labrada en plata y oro.
Mientras tanto los pretendientes al enterarse del viaje de Telémaco del que no lo creían capaz, le preparan una emboscada para su regreso en la isla de Asteris.
Embarcó junto a Mentor en la figura de Palas Atenea.
Penélope se entera del viaje de Telémaco y le recrimina a Euriclea, por no haberle avisado de la partida, de su hijo ya que ésta aun sabiéndolo no se lo había comunicado a pedido de Telémaco por lo menos hasta haber transcurrido el duodécimo día.
Palas Atenea le obsequia un sueño donde intenta que Penélope tenga paz, enviándole un fantasma que sin embargo no le devela si Odiseo vive.
En una nueva asamblea de dioses, Zeus toma la decisión de mandar al mensajero Hermes a la isla de Calipso para que ésta deje marchar a Odiseo que permanecía allí hacía siete años.  La ninfa se resiste a pesar de ser una decisión de Zeus y los trata de malignos y celosos por no poder soportar que una diosa esté con un mortal, que ella misma rescató cuando flotaba solo a la merced del oleaje.
Más tarde, la ninfa descubre a Odiseo llorando mirando hacia el mar (ella ya no le era grata) y Calipso se acercó y le dijo que de muy buen grado lo dejaría ir dándole provisiones. La ninfa le promete la inmortalidad si se queda, pero el héroe prefiere salir de la isla. Tarda cuatro días en construir una balsa y emprende el viaje al quinto día, pero es hundido por Poseidón, enfadado con Odiseo desde que el griego cegó a su hijo Polifemo. Odiseo es ayudado por la ninfa, éste navegó diecisiete días a través del ponto y al décimo octavo pudo ver el país de los feacios. Pero Poseidón le turbó el mar.
Ino, una diosa que residía en el fondo del mar vio a Odiseo errante y le sugiere ganar la tierra a nado. La diosa la entregó el velo con el que lo lograría, tapándose el pecho y nadando así hasta la isla de los feacios. Odiseo se libera de la ropa dada por la ninfa Calipso y se echa a nadar dos días y su noches, cubriéndose el pecho con el velo dado por Ino hasta alcanzar la isla y procurarse un sueño sobre la hojarasca.
Atenea visita en un sueño, a la princesa Nausícaa, hija de Alcínoo y la urge a tener sus responsabilidades como mujer en edad de casarse. Al despertar, Nausícaa pide a su padre un carro con mulas para ir a lavar ropa al río. Mientras ella y sus esclavas descansaban  Odiseo se despertó las vio y pidió ayuda a la princesa Nausícaa, ésta queda impresionada por su forma de hablar (por su areté) acoge al héroe y le brinda un manto, túnica, y una ampolla de oro para que se bañara en la corriente del río,  para que pudiera sacarse el sarro que cubría su espalda y gracias a Palas Atenea resplandeció por gracia y hermosura.
Nausicaa, la de los brazos de nieve, se retiro del lugar pero le indicó cómo llegar al palacio de su padre, le dice que la siga hacia la casa del rey y le indica cómo pedirle a su madre, la reina, hospitalidad (la de los brazos de nieve: epíteto.)
Para hacer este trayecto hasta el palacio lo acompaña Palas Atenea y lo envuelve en una nube para que ningún feacio pudiese reconocerlo. (lo cubrió con una niebla celeste) hasta que arribase al palacio.
Odiseo es recibido en el palacio por Alcínoo, rey de los feacios (fue guiado hasta allí por Palas Atenea) y es invitado al banquete que se va a celebrar. Odiseo contará todo lo acaecido hasta ese momento, con lo que el rey queda impresionado. Éste le ofrece la mano de su hija, mas, Odiseo no acepta, por lo que el rey cambia su ofrecimiento por ayudarlo a llegar a su isla.
Alcinoo le va a preparar los regalos para el día siguiente y Odiseo le dice que si se tratase de llegar a su tierra con más riquezas se quedaría un año más. Ahí Alcinoo duda de la “arete” del personaje y se lo hace saber.
El gozo en el lucro invade toda la Odisea, por ejemplo cuando en una parte del relato, ante la posibilidad de recibir un don mayor por quedarse hasta el día siguiente, Odiseo manifiesta que está dispuesto a quedarse un año entero ya que es mucho más ventajoso volver al hogar con manos llenas que agasajarían a sus gentes.
Alcinoo, rey de los feacios “se cumplirá lo que decís en cuanto yo viva y reine sobre los feacios, amantes de manejar los remos”. Y le pide que se resigne a permanecer allí hasta la mañana siguiente a fin de que le prepare todos los regalos. Y de su partida se ocuparan todos los varones y principalmente él.
Entonces Alcinoo le contestó: al verte no sospechamos que seas un impostor ni un embustero como muchos que forjan mentiras que nadie logra descubrir. Tú das belleza a tus palabras, tienes excelente ingenio e hiciste la narración con tanta habilidad como un  aedo.   
Se celebra una fiesta en el palacio en honor al huésped. Tras una competición de atletismo, Odiseo asombra al público con un gran lanzamiento de disco, comienza el banquete. El aedo (rapsoda) recrea la comida con un canto sobre la guerra de Troya. Al hablar del episodio del caballo de Troya, Odiseo rompe a llorar  y el rey manda al aedo a que deje de cantar, y pregunta al huésped sobre su verdadera identidad.
Odiseo las  revela, cuenta sus aventuras, y comienza a relatar su historia desde que salió de Troya. Allí, tres compañeros comieron el loto en la tierra de los Lotógafagos, y perdieron el deseo de regresar, por lo que hubo de llevárselos a la fuerza. Posteriormente, llegaron a la isla de los cíclopes. En una caverna se encontraron con Polifemo, hijo de Poseidón, que se comió a varios de sus compañeros. Estaban atrapados en la cueva, pues estaba cerrada con una enorme piedra que les impedía salir. Odiseo, con su astucia dio un licor a Polifemo y mandó a afilar una estaca con la que cegaron al cíclope mientras éste dormía. 
Poseidón, que sacude la tierra rompió la nave de Odiseo  estrellándola contra la roca en los confines de la tierra de los feacios.
El cíclope se llenaba el vientre de carne humana y comió a varios de sus compañeros. Logró dormirlo con ambrosía y néctar y así clavarle la estaca hirviendo y le dice que no debería haber empleado su fuerza para comerse a sus amigos en su morada y al partir le ordena que si alguien le pregunta “por su vergonzosa ceguera, debe decirle que quien lo privó del ojo fue Odiseo, hijo de Laertes, que tiene su casa en Ítaca”.
Ignoraba Odiseo que el cíclope era hijo de Poseidón y que inmediatamente pidió a su padre le concediese que Odiseo no llegue nunca a su palacio.       
Odiseo continúa narrando como llegaron hasta la isla de Eolo, el dios Eolo trató de ayudarles a viajar hasta Ítaca. Estuvieron con él un mes.
Eolo entregó a Odiseo una bolsa de piel de buey y lo ató a la nave con un hilo de plata que contenía los vientos del oeste. Al acercarse a Ítaca Odiseo se rindió al sueño  sus hombres decidieron ver lo que había en la bolsa, dejando salir todos los vientos y creando una tormenta que hizo desaparecer la esperanza del regreso al hogar.
Tras seis días de navegación, llegaron a la isla de los Lestrigones, gigantes caníbales que devoraron a casi todos los compañeros de Odiseo.
Huyendo de allí llegaron a la isla de Circe,
Odiseo se gana la amistad de Circe pese al temor que le tenía, a pesar de la mixtura que les ofrece como manjar (queso, harina y miel) que ella distribuye entre los compañeros de Odiseo transformándolos en chanchos (encerrados en pocilgas pero manteniendo su pensamiento humano).
Compartiendo el lecho con ella logró que sus compañeros tornasen a ser hombres:  hermosos, y más altos.
Hermes había advertido a Odiseo del potaje y le ofreció un remedio que impediría el efecto de la mixtura, y fue quien le sugirió amenace con la espada a Circe como deseando matarla.
Circe consideraba que debían emprender un viaje a la morada del Hades para consultar al adivino Tiresias (El dios da su nombre) y de Perséfone: eran un matrimonio, Hades y Perséfone. Perséfone hija de Zeus pasaba seis meses en el mundo subterráneo y seis en el terrestre.
Circe se había enamorado de Odiseo igual que la ninfa Calipso.  Pero ninguna de las dos se vio correspondida. 
 “Circe como me pides que te sea benévolo, después que en este mismo palacio convertiste a mis compañeros en cerdos. Yo no querría subir a la cama si no me juras que no maquinarás contra mí ningún otro daño”
Ella lo juró y Odiseo accedió. Luego, logró que sus compañeros tornaran a ser hombres  Se celebra un banquete e insiste a Odiseo por lo que respecta al viaje al  Hades, para consultar a Tiresias (adivino ciego) y lo orienta a Odiseo a llegar (Hades: una playa estrecha, habiendo atravesado el océano y bosques consagrados a Perséfone).
Odiseo visita la morada de Hades (katabasis) para consultar con el adivino Tiresias (adivino ciego), quien le profetizó un difícil regreso a Ítaca. Su compañero que no había recibido sepultura, muerto en la mansión de Circe, porque apremiaban otros trabajos (el muerto pide un túmulo con un remo y sus cenizas, montaña de piedras con un remo y sus cenizas)
Aquí se entera de la furia de Poseidón por haber cegado a su hijo Polifemo (mostrar al cíclope es como mostrar algo incivilizado).
A su encuentro salieron todos los espectros (sombras), que quisieron beber la sangre de los animales sacrificados y así les es revelada la verdad. Odiseo se la dio en primer lugar a Tiresias, luego a su madre (lloré al verla) y también bebieron la sangre varias mujeres destacadas y algunos combatientes que habían muerto durante la guerra de Troya: Fedra, Tiro que se enamoró de un río y se ahogó, la madre de Edipo, Aquiles, Ariadna,  Ayax, Minos.
Perséfone repartía acá y allá las almas de las mujeres. Las almas pierden el cuerpo al morir.
Estaba Agamenón muerto por Egisto en complicidad con su esposa y le da muchos consejos para obrar con Penélope (no revelar todo). Agamenón no puede ver lo que pasa en la tierra. Le advierte que le puede ocurrir lo mismo con su mujer. Según su parecer la conducta de Clitemnestra logró manchar la conducta de todas las mujeres, incluidas aquellas que no han nacido aún.
Circe al regresar les dice “oh desdichados que al bajar a la morada de Hades habréis muerto dos veces cuando los demás mueren una sola”.
Le habla de las sirenas que encantan a los hombres (pasa de largo y tapa tus orejas con cera blanda) y Odiseo lo comunica a sus compañeros y obran de acuerdo al consejo de Circe.
Después que tus compañeros hayan conseguido llevarte más allá de las sirenas no te indicaré con precisión cuál de los dos caminos te cumple recorrer, considéralo en tu ánimo.
Pues voy a decir lo que hay entrambas partes.  A un lado peñas prominentes contra las cuales rugen las inmensas olas. No pasan las naves sin peligro. Al lado opuesto hay dos escollos, por allí jamás pasó una embarcación cuyos marineros  pudieran gloriarse de haber escapado indemnes. Debes por el contrario acercarte mucho al escollo de Escila uy hacer que tu nave pase rápidamente pues es mejor que eches de menos a seis compañeros que a todos juntos. Para lograr hacer pasar el navío Circe le sugiere a gritos a la madre de invocar a su madre.
ESCILA (ES UNA PLAGA IMPERECEDERA, GRAVE TERRIBLE)

Luego llegarás a la isla de Trinacria donde están las ovejas y las vacas del sol. No matarais las vacas ni las ovejas que son de Dios y con esto desata su furia..

Odiseo da la orden a sus compañeros “Abstengámonos de tocarlas así no nos viene ningún mal”.

Siguiendo los consejos de Circe en cuanto a las sirenas, Odiseo ordenó a sus hombres taparse los oídos con cera exceptuándolo a él y le ordena que él sea atado al mástil y que tampoco tocaran las vacas y las ovejas que son de Dios.
Los compañeros sacrificaron varias reses, lo que provocó la cólera del dios del Sol. Al hacerse de nuevo a la mar, Zeus lanzó un rayo que destruyó y hundió la tripulación sobreviviendo únicamente Odiseo, y es así como llega la isla de la ninfa Calipso (lugar donde se encuentra al principio de la historia estuvo errante solo 9 días).
Los feacios despiden a Odiseo.
Odiseo llega a Ítaca.  Lo dejan dormido y éste al despertar guarda las riquezas en una cueva. Porque cuando el héroe termina de contar su viaje, el rey ordena su regreso a su hogar, y la preparación de obsequios. Acompañado por navegantes feacios, llega a Ítaca. Atenea lo convierte en un  vagabundo Atenea con el fin de hacerlo irreconocible no fuera hacer que su esposa o los pretendientes se enterasen de su regreso.
 Por consejo de la diosa, va a pedir ayuda a su porquerizo, Eumeo. Quien no cree en el posible regreso de Odiseo .
Odiseo no revela su verdadera identidad al porquerizo Eumeo, quien le recibe con comida y mantas.
Hay un encuentro con la diosa Atenea, y juntos preparan la venganza contra los pretendientes. 
Palas Atenea va a buscar a Lacedemonia a Telémaco y lo exhorta a regresar no solo por los bienes sino por la posibilidad de que su madre tenga que contraer matrimonio con Eurímaco

 Telémaco regresa a Ítaca. Atenea aconseja al joven Telémaco salir de Esparta y regresar a su hogar. Mientras tanto, Eumeo relata su vida y sus orígenes al mendigo (Odiseo ) y de cómo llegó al servicio de su amo. 

Telémaco va a ver a Eumeo (1ra. anagnórisis) Odiseo que está adentro de la cabaña lo reconoce como su hijo (2da. anagnórisis).
Telémaco reconoce a Odiseo.  Palas Atenea le indica a Odiseo que revele su identidad a su hijo.
Gracias a la ayuda de la diosa, el joven consigue eludir la trampa que los pretendientes le habían preparado a la entrada de la isla. Una vez en tierra, se dirige por consejo de la diosa a la casa de Eumeo, donde conoce al supuesto mendigo. Cuando Eumeo marcha a casa de Penélope a darle la noticia del regreso de su hijo, Odiseo revela su identidad a Telémaco, asegurándole que en verdad es su padre, a quien no ve desde hace veinte años. Tras un fuerte abrazo, planean la venganza, con la ayuda de Zeus y Atenea (1ra. Y 2da anagnórisis)
Odiseo mendiga entre los pretendientes. Al día siguiente, Odiseo, de nuevo como mendigo, se dirige a su palacio. Sólo es reconocido por su perro Argos que, ya viejo, fallece frente a su amo (3ra. Anagnórisis). Al pedir comida a los pretendientes, es humillado e incluso golpeado por éstos.
Los pretendientes injurian a Odiseo.
Un mendigo real burlándose de Odiseo, lo somete a una prueba, y Odiseo vence fácilmente al mendigo. Los pretendientes aceptan que el ganador se junte a comer con ellos. A pesar de la victoria, ha de seguir soportando las vejaciones de los orgullosos pretendientes. 
La esclava Euriclea reconoce a Odiseo.
Odiseo, ocultando su verdadera identidad, mantiene una larga conversación con Penélope, quien ordena a su criada Euriclea que le bañe. Ésta, que fue nodriza del héroe cuando era niño fue comprada por el padre de Odiseo, y es ella quien reconoce una cicatriz en la pierna de Odiseo hecha por un jabalí cuando se encontraba cazando en el monte Parnaso. La esclava, pues, reconoce a su amo, quien le hace guardar silencio para no hacer fracasar los planes de venganza.  . Penélope tiene un sueño premonitorio (entre águilas y gansos)  y además propone un certamen que era hacer pasar una flecha por 12 anillos.
Zeus lanza un trueno en medio del cielo azul. Esto es interpretado como la última cena de los pretendientes.
Odiseo aprovecha para ver quién es fiel al desaparecido rey, y llevar a cabo la venganza. Un profeta, amigo de Telémaco, advierte a los pretendientes que pronto los muros se mancharán de su sangre. A pesar de que algunos de ellos creen en la profecía y huyen, la gran mayoría de ellos se ríe de la adivinación.
El certamen del arco (tirar el arco por doce aros alineadas). Aparece Penélope con un arco que Odiseo dejó en casa a su marcha a Troya. Promete a los pretendientes que se casará con aquel que consiga hacer pasar la flecha por los ojos de doce aros  alineados. Uno tras otro, los pretendientes lo intentan, pero ni siquiera son capaces de tensar el arco. Odiseo pide participar en la prueba, ante la negativa de los demás. Tras la insistencia de Telémaco, le es permitido intentarlo. Con suma facilidad, Odiseo tensa el arco y consigue hacer pasar la flecha por los 12 aros, ante el asombro de los presentes. A la señal de su padre, Telémaco se arma, preparándose para la lucha final. 
La venganza Antinoo,  jefe de los pretendientes, se encuentra bebiendo cuando Odiseo le atraviesa la garganta con una lanza, dándole muerte. Ante las quejas de los demás, Odiseo responde con amenazadoras palabras, y los pretendientes temen por sus vidas. Se inicia la feroz lucha, con los numerosos pretendientes por un lado y Odiseo, su hijo y sus dos fieles criados por otro y  gracias a la ayuda de Atenea, todos aquellos que traicionaron a Odiseo van muriendo uno por uno.
Odiseo manda a Euriclea que haga fuego y limpie el patio con azufre. La esclava avisa a las mujeres que fueron fieles al héroe, que abrazan a su amo. 
 Después de que Odiseo matase a los pretendientes que se hospedaban en su casa, Odiseo manda a los presentes que vistan sus mejores trajes y bailen, para que los vecinos no sospechen de lo ocurrido. Con la ayuda de Euriclea, el héroe se presenta a Penélope, pero ella no le reconoce (anagnórisis) ya que ella estaba convencida de que él estaba muerto y el aspecto que tenía en ese momento no era el mismo que cuando se marchó a la guerra. Entonces, Odiseo describe el lecho conyugal del matrimonio, y cómo lo hizo, él mismo de un olivo. Penélope, convencida ya, abraza a su esposo, que le narra sus aventuras, como por ejemplo el enfrentamiento que tuvo con Polifemo, o cuando Circe convirtió en animales a todos sus compañeros, etc. Finalmente le cuenta que aún tendrá que hacer otro viaje, antes de terminar su vida en una tranquila vejez. 
Odiseo marcha a casa de su padre, Laertes, que se encuentra trabajando en la huerta. El hombre se encuentra envejecido y apenado por la larga ausencia de su hijo. Para ser reconocido, Odiseo le muestra la cicatriz y le señala los árboles que en su infancia le regaló su padre. Mientras, los familiares de los pretendientes se juntan en asamblea, y piden venganza por la muerte de los suyos, Odiseo, su hijo y su padre, que se encuentran en la casa de éste, aceptan el reto, y da comienzo la lucha.
Laertes dispara una lanza que mata al padre de Antinoo. Pero en ese momento cesa la lucha.
Interviene la diosa Atenea, que anima a los itacenses a llegar a un pacto, para que juntos vivan en paz durante los años venideros.

Notas
Circe tiene poderes para transformar a los hombres en animales (chanchos).
Mentor es amigo fiel de Odiseo y es quien ayudó a Penélope en su crianza.
Luego de abandonar Troya llegan a la isla de los cíclopes.
Circe le ofreció hospitalidad por un año.
Penélope tejía sutil lienzo que sería la mortaja de su suegro Laertes. Lo hizo durante un trienio, al cuarto fue descubierta.
El regreso de Odiseo se produce en el momento en que Penélope debía tomar una decisión en cuanto a  la elección de uno de los pretendientes.
En la prueba del arco y la flecha todos los pretendientes fracasan y Odiseo y Telémaco ejecutan a todos los pretendientes.