martes, 28 de febrero de 2012

El verbo ser


Conozco la desesperación a grandes rasgos. La desesperación no tiene alas, no se sienta necesariamente a una mesa quitada en una terraza, de noche, a la orilla del mar. La desesperación es y no es el retorno de una serie de pequeños hechos como semillas que al caer la noche dejan un surco por otro. No es el musgo sobre una piedra o el vaso de beber. Es un barco plagado de nieve, si queréis, como los pájaros que mueren y su sangre no tiene el más mínimo espesor. Conozco la desesperación a grandes rasgos. Una forma muy pequeña, delimitada por joyas de pelo. Es la desesperación. Un collar de perlas para el que no se sabría encontrar broche y cuya existencia no pende siquiera de un hilo, eso es la desesperación. Del resto no hablemos. Acabaríamos por desesperarnos si comenzáramos. Yo desespero del tragaluz hacia las cuatro, desespero del abanico hacia las doce, desespero del cigarrillo de los condenados. Conozco la desesperación a grandes rasgos. La desesperación no tiene corazón, la mano permanece siempre ante la desesperación jadeando, ante la desesperación que los espejos jamás nos dicen si ha muerto. Vivo de esa desesperación que me encanta. Me gusta esa mosca azul que vuela por el cielo a la hora en que las estrellas canturrean. Conozco a grandes rasgos la desesperación de los largos y frágiles asombros, la desesperación de la soberbia, la desesperación de la ira. Me levanto todos los días como todo el mundo y extiendo los brazos sobre un papel de flores, no me acuerdo de nada, y siempre descubro con desesperación los bellos árboles desarraigados de la noche. El aire de la habitación es bello como unas baquetas de tambor. Forma un tiempo de tiempo. Conozco la desesperación a grandes rasgos. Es como el viento que me ayuda. ¡Se tendrá idea de semejante desesperación! ¡Fuego! Ah, vendrán otra vez... ¡Socorro! Helos ahí cayendo por la escalera... Y los anuncios de periódico, los letreros luminosos a lo largo del canal. A grandes rasgos la desesperación carece de importancia. Es un incordio de estrellas que de nuevo va a formar un día de menos, es un incordio de días de menos que de nuevo va a formar mi vida.

ANDRÉ BRETON
Francia, 1896-1966.

9 comentarios:

  1. Me deja en silencio, porque me llena de ese incordio que forma parte de una gran verdad.

    Un abrazo!

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  2. Quiero seguir el razonamiento, pero me supera.
    Me encanta igualmente la expresión "conozco la desesperación a grandes rasgos".


    Concuerdo con Cecy, el texto me resulta una especie de enigma que molesta.

    Un abrazo.

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  3. Que genial!

    Si que conocía a fondo sus emociones, pero eso de escribirlas...es milagroso.

    Besos.

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  4. Qué texto más excelente, Rossina.
    Abrazos.

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  5. Deduzco después de la lectura que desde la desesperación llega la inspiración. Tal vez sea la actitud positiva que nace cuando nos invade la ansiedad. Abrir la ventana para el suicidio y descubrir la primavera. La creación.

    Excelente Bretón. Gracias por traérnosla.

    Un beso, amiga

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  6. Me encanta la metáfora del collar de perlas, para las que no se encuentra el broche, la desesperación, espero que no sea parte constante de mi vida, solo a ratos, pasajera...
    Un abrazo

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  7. No se si aquí Breton no nos estará engañando un poco, la desesperación la entiendo más como silencio y oscuridad, como dice al comienzo, sin alas, pero ya dijo que esto es una aproximación a grandes rasgos, porque si profundizara se quedaría sin palabras, sin moscas azules, sin perlas como este collage de imágenes sobre la tristeza, inolvidable.

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  8. El verbo ser se debería conjugar fácilmente, lástima que no sea siempre así.

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  9. Conoce Breton el sentido de la desesperación. Un sentimiento supremo, del alma que se sabe derrochada, la vida hecha basura del futuro, biodegradable, políticamente correcta, castrada y suturada con precisión y consentimiento. Buf, malditos surrealistas, me dejan delante de los pies esperanzas mustias, excremento del tiempo perdido....besos. Un placer pasar por aquí, como siempre. Y volvemos a la diatriba de las otras malditas costumbres que, según la desesperación que describe Breton......

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