sábado, 9 de marzo de 2013

Ausencia



Habré de levantar la vasta vida 
que aún ahora es tu espejo: 
cada mañana habré de reconstruirla. 
Desde que te alejaste, 
cuántos lugares se han tornado vanos 
y sin sentido, iguales 
a luces en el día. 
Tardes que fueron nicho de tu imagen, 
músicas en que siempre me aguardabas, 
palabras de aquel tiempo, 
yo tendré que quebrarlas con mis manos. 
¿En qué hondonada esconderé mi alma 
para que no vea tu ausencia 
que como un sol terrible, sin ocaso, 
brilla definitiva y despiadada? 
Tu ausencia me rodea 
como la cuerda a la garganta, 
el mar al que se hunde.


Yo me he acostumbrado a la soledad.
(Entrevistado por Soler Serrano en 1980)
Jorge Luis Borges
Bueno, el hecho es que yo me he acostumbrado a la soledad. Y sé que debo poblarla de fantasmas, de cuentos, de fábulas, de poemas. Y luego, cuando viene alguien a casa, yo le dicto algo. Sí, los conservo en la cabeza. Borradores mentales. Sí, simplemente. Estoy obligado a ello. Yo he debido aprender a escribir a máquina. Bueno, la escritura braille. Pero no hice nada de eso. Estoy rodeado de libros que no puedo leer, pero cuya presencia siento. Cada vez que viene alguien a casa, le pido que busque cualquier libro en el estante de Kipling. Que me lea algo. Yo le pido eso a la gente. O que me relean poemas. Leemos a Kipling, a Shopenhauer, a Conrad. Leemos la poesía de los grandes expresionistas alemanes. O de los clásicos alemanes.