jueves, 18 de septiembre de 2014

El jardín de los senderos que se bifurcan

En la ventana estaban los tejados de siempre y el sol nublado de las seis. Me pareció increíble que ese día sin premoniciones ni símbolos, fuera el de mi muerte implacable.
Después reflexioné que todas las cosas le suceden a uno precisamente, precisamente ahora.

Los innumerables pasados que confluyen en mí.

Me sentí por un tiempo indeterminado, percibidor abstracto del mundo. El vago y vivo campo, la luna, los restos de la tarde, obraron en mí...

La tarde era íntima, infinita, el camino bajaba y se bifurcaba, entre las ya confusas praderas.

Creía en infinitas series de tiempos,

Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmentese ignoran, abarca todas las posibilidades.

El tiempo se bifurca perpetuamente hacia innumerables futuros.




miércoles, 3 de septiembre de 2014

Límites

De estas calles que ahondan el poniente,

una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido

a Quién prefija omnipotentes normas
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida.

Si para todo hay término y hay tasa
y última vez y nunca más y olvido
¿quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo, nos hemos despedido?

Tras el cristal ya gris la noche cesa
y del alto de libros que una trunca
sombra dilata por la vaga mesa,
alguno habrá que no leeremos nunca.

Hay en el Sur más de un portón gastado
con sus jarrones de mampostería
y tunas, que a mi paso está vedado
como si fuera una litografía.

Para siempre cerraste alguna puerta
y hay un espejo que te aguarda en vano;
la encrucijada te parece abierta
y la vigila, cuadrifronte, Jano.

Hay, entre todas tus memorias, una
que se ha perdido irreparablemente;
no te verán bajar a aquella fuente
ni el blanco sol ni la amarilla luna.

No volverá tu voz a lo que el persa
dijo en su lengua de aves y de rosas,
cuando al ocaso, ante la luz dispersa,
quieras decir inolvidables cosas.

¿Y el incesante Ródano y el lago,
todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?
Tan perdido estará como Cartago
que con fuego y con sal borró el latino.

Creo en el alba oír un atareado
rumor de multitudes que se alejan;
son lo que me ha querido y olvidado;
espacio y tiempo y Borges ya me dejan.

En Borges, J.L. (1964) El otro, el mismo, en Jorges Luis Borges (1974) Obras Completas, Buenos Aires: Emecé.