martes, 31 de marzo de 2015

Hemingway, París era una Fiesta


¿Cómo escriben los escritores? ¿Cuántas horas diarias trabajan? ¿En qué momento del día? ¿Qué estrategias prefieren para crear tramas y personajes? ¿Qué tipo de letra usan? Las respuestas a estas preguntas suelen estar confinadas al ámbito de las entrevistas y de las leyendas, antes que al de los estudios literarios. Sin embargo, aportan datos valiosos a la hora de trazar el perfil de un autor y abordar su obra. 
Hemingway, que en París era una fiesta dejó muchos consejos sobre el arte de escribir, dijo que se requiere disciplina para trabajar todas las mañanas y también para dejar de pensar en la obra al levantarse del escritorio, de modo que ésta se siga escribiendo sola en alguna parte de la mente. También recomendaba dejar de escribir cuando la historia fluía, de modo de poder retomarla sin inconvenientes a la mañana siguiente.

*De una carta de Ernest Hemingway a un amigo (1950)
Si tienes la suerte de haber vivido en París cuando joven, luego París te acompañará, vayas donde vayas, todo el resto de tu vida, ya que París es una fiesta que nos sigue.

Ernest empezó a escribir este libro en Cuba en el otoño de 1957, lo trabajó en Ketchum (Idaho) en el invierno de 1958/59, se lo llevó a España en nuestro viaje de 1959, y siguió con el libro a Cuba y de nuevo a Ketchum, a fines de otoño. Lo terminó en la primavera de 1960 en Cuba, después de una interrupción para escribir otro libro, El verano peligroso.
El libro trata de los años que van de 1921 a 1926 en París. 
Mary Hemingway.

*Si el lector lo prefiere, puede considerar el libro como obra de ficción. Pero siempre cabe la posibilidades que un libro de ficción arroje alguna luz sobre las cosas que fueron antes contadas como hechos.

*Ya lo escribía yo y no se escribía solo...

*Al terminar un cuento me sentía siempre vaciado, y a la vez triste y contento, como si hubiera hecho el amor, y aquella vez estaba seguro que era un buen cuento, aunque para saber hasta donde era bueno había que esperar a releerlo al día siguiente.

*Tal vez, lejos de París, podría escribir sobre París tal como en París era capaz de escribir sobre Michigan...

*De pie miraba los tejados de París y pensaba: No te preocupes. Hasta ahora has escrito y seguirás escribiendo. Lo único que tienes que hacer es escribir una frase verídica. Escribe una frase tan verídica como sepas.

*En aquel cuarto tomé la decisión de escribir un cuento sobre cada cosa que me fuera familiar...

*Scott Fitzgerald: su talento era tan natural como el dibujo que forma el polvillo en un ala de mariposa. Hubo un tiempo en que no se entendía así mismo como no se entiende la mariposa, y no se daba cuenta cuando su talento estaba magullado o estropeado.
Más tarde tomó conciencia de sus vulnerables alas de cómo estaban hechas, y aprendió a pensar pero no supo ya volar, porque había perdido el amor al vuelo y no hacía más que recordar los tiempos en que volaba sin esfuerzo. La primera vez en mi vida que encontré a Scott Fitzgerald ocurrió algo muy extraño. Muchas extrañas cosas ocurrieron con Scott, pero aquello no he podido olvidarlo nunca. Él entró en el bar Dingo de la rue Delambre, donde yo estaba sentado en compañía de algunos sujetos que eran compañías perfectamente malas, y vino y se presentó y presentó a un hombre alto y simpático que estaba con él, diciendo que era Dunc Chaplin, el famoso lanzador de béisbol. No se podía decir que los jugadores de béisbol en la Universidad de Princeton me hubieran apasionado nunca, y nunca había oído hablar de Dunc Chaplin, pero era exactamente lo que se llama un chico decente, y además no estaba ni preocupado ni nervioso ni agresivo, y me fue mucho más simpático que Scott.
Scott era ya un hombre pero parecía un muchacho, y su cara de muchacho no se sabía si iba guapa o se quedaba en graciosa. Tenía un pelo ondulado muy rubio, frente muy alta, ojos exaltados y cordiales, y una delicada boca irlandesa de larga línea de labios, que en una muchacha hubiese representado la boca de una gran belleza. Tenía una firme barbilla y perfectas orejas, y una nariz que nunca fue torcida. Desde luego que se puede tener todo eso y no ser hermoso, pero él lo era, gracias al color del cutis, al pelo muy rubio y a la boca.
Yo tenía mucha curiosidad por conocerle y me había pasado el día trabajando de firme, y parecía maravilloso que allí estuvieran Scott Fitzgerald y el gran Dunc Chaplin, de quien nunca había oído hablar pero que de pronto era mi amigo.
Scott no paraba de hablar, y como me ponía nervioso lo que decía, ya que se trataba de mis cuentos y de lo estupendos que eran, me puse a mirarle atentamente y a observar en vez de escuchar...
Llegó un momento en que observarle ya no me proporcionaba mucha información, excepto la de que tenía manos bien formadas y que parecían hábiles, y no eran pequeñitas, y cuando se encaramó a uno de los taburetes del bar, descubrí que tení alas piernas muy cortas.
-Óyeme, Ernest -dijo-. ¿No te molesta que te tutee, verdad?
-Si a Dunc no le importa.
-No digas tonterías. Hablo en serio. Dime, ¿tú y tu mujer os fuisteis a la cama antes de casaros?
-No sé.
-¿Qué quieres decir con eso de que no lo sabes?
-No me acuerdo.
-No me digas que no te acuerdas de algo tan importante.
-De veras no lo sé -dijo Scott-. No puede ser que no te acuerdes.
-Lo siento. Es una lástima, ¿verdad?
-No te hagas el meo como un inglés -dijo él-. ponte serio y acuérdate.
-Al cuerno -dije-. No me acuerdo.
-Podrías de verdad procurar acordarte,
parece que la conversación se caldea, pensé. Especulé si le servía a todo el mundo aquel rollo, pero me pareció que no, porque le observé como sudaba al elaborarlo. El sudor apareció en minúsculas gotitas encima de su largo y perfecto e irlandés labio superior y esa fue la razón por la que dejé de mirarle a la cara y registré el escaso largo de sus piernas, extendidas por el taburete alto. Volví a mirarle a la cara, y entonces ocurrió el extraño fenómeno.
Mientras estaba allí sentado a la barra con la copa de champán en la mano, de pronto pareció que la piel de la cara se le ponía tirante y que desaparecía su hinchazón, y luego se puso todavía más tirante hasta que la cara pareció una calavera. Los ojos se hundieron y se apagaron como muertos, los labios se adelgazaron tirantes, y e color de la cara se fue, dejando un matiz de cera de vela quemada. No fueron visiones mías. La cara se le convirtió realmente en una calavera, o en una máscara mortuoria ante mis ojos.
-Scott -dije-, ¿te encuentras bien?
No contestó, y la cara se puso todavía más tirante.
-Tenemos que llevarle a un puesto de socorro -dije a Dunc Chaplin.
-No. No le pasa nada.
-Parece que está muriéndose.
-No, siempre que se entrompa le pilla así.

*París no se acaba nunca, y el recuerdo de cada persona que ha vivido allí es distinto del recuerdo de cualquier otra. Siempre hemos vuelto, estuviéramos donde estuviéramos, y sin importarnos lo trabajoso o lo fácil que fuera llegar allí. París siempre valía la pena, y uno siempre recibía algo a trueque de lo que allí dejaba. Yo he hablado de París según era en los primeros tiempos, cuando éramos muy pobres y muy felices.

París era una fiesta - Ernest Hemingway.

Onetti, por Eduardo Galeano

Juan Carlos Onetty y Eduardo Gaeleano
Madrid 1980.
Onetti
Yo no tenía ni veinte años y andaba jugando a la gallina ciega en las noches del mundo.
Quería pintar, y no podía. Quería escribir, y no sabía. A veces escribía algún cuento, y a veces se lo llevaba a Juan Carlos Onetti. 
Él estaba siempre en cama, por pereza, por tristeza, rodeado de pirámides de puchos, tras una muralla de botellas vacías. Yo me sentía en la obligación de emitir frases inteligentísimas. El maestro Onetti miraba el techo y no abría la boca más que para bostezar, fumar y beber, lenta sueñera, pitadas lentas, tragos lentos, y quizás mascullaba algún fruto de sus prolongadas meditaciones sobre la situación nacional e internacional:
-La cosa se jodió -decía- el día que los milicos y las mujeres aprendieron a leer.
Sentado a su orilla, yo esperaba que él me dijera que aquellos cuentitos míos eran indudablemente geniales, pero él callaba y a lo sumo gruñía o me estimulaba así:
-Mirá, pibe. Si Beethoven hubiera nacido en Tacuarembó, hubiera llegado a ser director de la banda del pueblo.
Eduardo Galeano - El libro de los abrazos.


Buen martes, Fueguitos. Acá al pie les dejo el film "Jamás leí a Onetti" con la participación de Eduardo Galeano. No se lo pierdan.


lunes, 30 de marzo de 2015

Tedio, Beatriz Helbling


...su sombra apareció por el pasillo. Creí verlo caminando por un túnel en el que el sonido de sus pasos, me parecía, iban en dirección contraria. Se alejaba. Miré el reloj que colgaba de la pared y tuve la sensación de que las agujas giraban al revés, desandaban el tiempo. Todo retrocedía. Y me vi, como en un espejo, siendo otra, siendo la que no había sido. La que hubiera querido ser. Siempre. Él estaba allí, yo lo veía frente a mí. 
Pensaba...si te hubieras dado cuenta de que había empezado a no extrañar el beso que me dabas cada mañana cuando me marchaba al trabajo, ni echaba de menos tu cara asomada en la ventana presintiendo mi regreso que me iba olvidando de tu mano acomodándome el mechón de pelo que caía sobre mi frente que ya no me detenía en tus olores,... ay... tus olores sabes me resulta increíble el que no recuerde la fragancia de tu perfume, mira que me gustaba olerte no sé si aún lo usas pero yo ya no lo percibo si hasta se me fue borrando el color de tus ojos, la manera en que me mirabas, el tacto de tus dedos recorriendo todos y cada uno de los poros de mi piel. No quiero que te sientas culpable, sé que tú no te dabas cuenta, claro que no, porque tus ojos se fueron programando para descubrir una mancha de grasa una cortina desplanchada las arrugas de la sábana. Qué pena, mira que me gustaba ver la cama deshecha y sentir el olor de nuestras noches y tu ropa desparramada por el suelo, y tu cuerpo relajado entregado, y el mantel con restos de nuestras cenas con copas vacías y escucharte serena regalándonos tiempo, pero no tú no te dabas cuenta y tu tiempo fue restando segundos a las caricias, a los placeres, a nuestro tiempo... Sí, entiéndeme, al que nos pertenecía porque nos lo habíamos prometido, y tú lo fuiste convirtiendo en un reloj detenido en obligaciones y nos fuimos asfixiando en este destiempo de indiferencias, de distancias, y sin embargo créeme por nuestros hijos, te lo juro, yo seguiré recordando toda mi vida a esa mujer a la que quise mucho, a esa mujer que ya no reconozco y que ahora que la miro y le confieso lo que ya no siento es casi para mi un deber agradecérselo porque esta confesión que es dolorosa me cuesta mucho menos decírselo a una mujer desconocida... y me miraba a los ojos, con una serena manera de hipnotizar mi confusión. Quise huir, abandonar todo lo que pudiera asomarme a su imagen y a la mía juntos, huir del ahora, del mañana, huir de los días venideros, huir del resto de mi vida, pero esa mirada suya me había paralizado, y allí, en esa inmovilidad, se fue silenciando aquel eco de una voz que traspasaba el túnel por donde yo lo vi caminar con los pasos invertidos. 
En el espejo de la habitación se reflejaba el asombro en sus ojos y el antepréterito de un tiempo traspasando los cristales. También la imagen de la mujer que él hubo querido. 
*beatriz* 2007

domingo, 29 de marzo de 2015

Jorge Luis Borges, España

Una cátedra para Jorge Luis Borges en España.

Más allá de los símbolos, 
más allá de la pompa y la ceniza de los aniversarios, 
más allá de la aberración del gramático 
que ve en la historia del hidalgo 
que soñaba ser don Quijote y al fin lo fue, 
no una amistad y una alegría 
sino un herbario de arcaísmos y un refranero, 
estás, España silenciosa, en nosotros. 
España del bisonte, que moriría 
por el hierro o el rifle, 
en las praderas del ocaso, en Montana, 
España donde Ulises descendió a la Casa de Hades, 
España del íbero, del celta, del cartaginés, y de Roma, 
España de los duros visigodos, 
de estirpe escandinava, 
que deletrearon y olvidaron la escritura de Ulfilas, 
pastor de pueblos, 
España del Islam, de la cábala 
y de la Noche Oscura del Alma, 
España de los inquisidores, 
que padecieron el destino de ser verdugos 
y hubieran podido ser mártires, 
España de la larga aventura 
que descifró los mares y redujo crueles imperios 
y que prosigue aquí, en Buenos Aires, 
en este atardecer del mes de julio de 1964, 
España de la otra guitarra, la desgarrada, 
no la humilde, la nuestra, 
España de los patios, 
España de la piedra piadosa de catedrales y santuarios, 
España de la hombría de bien y de la caudalosa amistad, 
España del inútil coraje, 
podemos profesar otros amores, 
podemos olvidarte 
como olvidamos nuestro propio pasado, 
porque inseparablemente estás en nosotros, 
en los íntimos hábitos de la sangre, 
en los Acevedo y los Suárez de mi linaje, 
España, 
madre de ríos y de espadas y de multiplicadas generaciones,
 incesante y fatal

Dedicado a Beatriz Helbling, Mario Gómez Garrido, Carlos Campillo Castells, Toro Salvaje, Pilar, Veronika y tantos otros amigos de la madre patria.

sábado, 28 de marzo de 2015

Beatriz Helbling, Desde mis ventanas


Desde mis ventanas
despierta el día
me despierta

¿quién pinta la belleza 
de mis cielos?

las golondrinas
danzan
rozando los colores

las mariposas
aspiran aromas 
de acuarelas

el rosal 
insinúa el estallido
de sus pétalos

y vestido de negro
el mirlo es un tenor
oculto entre los álamos

... en la distancia
el mar aún
acuna sus azules

y me despierta la magia
la luz, 
el desconcierto,

y el asombro, 
traspasa mi mirada

¿quien pinta la belleza de la vida?
¿quién escribe el pentagrama 
donde nace la música del día?

Dímelo poeta
sólo tú lo sabes.

*Beatriz*

miércoles, 25 de marzo de 2015

Glauce Baldovin, poemas y vida


Glauce Baldovin nació en Río Cuarto, Córdoba, en 1928. Sufrió y vivió, como tantos otros, los años de dictadura que acosaron a nuestro país. El secuestro de uno de sus hijos la convirtió en sobreviviente. Y permanecer, ser ella la que escarbara, "en el vientre de la tierra", "tratando de encontrar sus huesos,su ultima lágrima, su corazón de acero"
Su poesía, signo del dolor, furiosa llena de vértigo, de pronto parece estallar en nuestras manos, dejando nos una brasa incandescente. Cuando el arte nace del sufrimiento tiende a volverse grito, necesidad de expresar lo que brota desde la hondura del desasociego, romper los límites, librándose así de los padecimientos. Glauce Baldovin hundida en su aislamiento nos grita, pero a la vez parece susurrarnos, acerca su boca a nuestros oídos y musita frases ininteligibles casi aparejadas al silencio, porque para ella El silencio es la violencia.
En 1972 obtiene el premio Casa de las Américas por su libro La Militancia.
De su amplia obra se han publicado hasta el momento
:

Poemas (1986)

Libro de la soledad (1989)
De los poetas (1991)
Libro del amor (1993)
Con los Gatos el Silencio (1994)
Nuestra casa en el tercer mundo (1995)
Poemas crueles (1996)
Libro de maría- Libro de Isidro (1997)
Yo Seclaud (1999)
El rostro en la mano (2006)
Promesa postergada- Huésped en el Laberinto (2009)

Aún no sé cómo llego a pesar de todos los años transcurridos.
Se sentó frente a mí.
yo tejía una bufanda con agujas de metal blanco
o de un gris casi blando
y me pidió que siguiera tejiendo.
Quería ver como movía las manos.
Nunca le pregunté por temor quizás a la respuesta
o porque estando con ella era tanto lo que teníamos que hablar
tan sugestivo el silencio,
que ese detalle el por qué, el cómo
perdía importancia.
Lo único que recuerdo
y que se repite a diario
entre esfumado
entre nebuloso
es que las anémonas violetas que llenaban la jarra de plata
se marchitaron de pronto
y los pétalos blanquecinos lilas de ceniza
cayeron a la mesa 
al suelo.
Se levantó el velo
que le cubría el rostro
y sus ojos azules, negro de tan azules,
se clavaron en mis ojos.
Nunca mas hablamos de ello
pero cuando me dijo
después de haber recorrido toda la casa
de haberse detenido en los rincones, en las colchas, en los espejos
"Yo soy tu soledad"
nos abrazamos entre llorando y riendo
nos acariciamos la cabeza
y fue el momento más tierno del que tengo memoria.Libro de la soledad (1989)

Vuelvo temprano
Ella me aguarda leyendo el destino en las hojas de té
bordando paneles con pájaros rosados.
A veces calla
y espera que sea yo quien hable de las últimas lluvias
de la revolución que avanza.
A veces habla.
Como una bruja que dice que hice en el día
en la noche
y por qué lo hice
A veces callamos las dos
descorremos las cortinas
y miramos en el horizonte no sé si el pasado o el futuro.

Libro de la soledad (1989)

martes, 24 de marzo de 2015

Beatriz Helbling: Érase una vez...


Érase una vez 
un tiempo de acuarelas...

Sentía deseos de salir a la calle, de sentirme distinta, de cambiar de peinado y oler a fragancia nueva. Tenía ganas de vestirme de verde. 
Y busqué en aquel armario en el que aún guardaba vestidos de mamá. Quería encontrar uno de color verde, tan verde como el de las hojas del jacarandá que adornaba el patio de mi infancia y me anunciaba la primavera cuando aún no había echado sus flores violetas. Y mientras removía aquel viejo ropero descubrí una caja de madera atada con una cinta de raso .. La caja había pertenecido a ella. Desaté el lazo que la envolvía y luego de acariciar su textura, veteada en ocres y marrones, la abrí. Allí fue apareciendo, entre asombros, el mundo que mi madre había guardado para mí. La mañana era luminosa y los colores de esos objetos que aparecían en la caja iban traspasando mi retina. Eran los colores de mis días. De mis andaduras. Colores de gélidas mañanas en aquella cocina pintada de blanco por las manos de mi padre, de carbones encendiéndose en el bracero y de llamas rojizas y naranjas que entibiaban el frío de la humildad y de aquel humo gris que parecía retener el instante en una fotografía en blanco y negro. Colores de amaneceres con olor a pan tostado, de mermelada de fresa, de leche con chocolate caliente, de días de lluvia y barro, de pies mojados y zapatos rotos difíciles de reemplazar. Colores de abrazos y miradas y de soles y de girasoles y de batas blanca almidonada y de paisajes que ya había olvidado y que re descubría en esa caja de madera guardada por mi madre. Allí estaban, ordenadas por fecha, antiguas tarjetas de navidad en las que me imaginaba entonces corriendo por aquella blancura de la nieve tan deseada por mí y tan desconocida; fotos de viajes en familia y en ellas, detenidos, todos los azules de todos los cielos de todos los amaneceres y atardeceres juntos... aún.; un libro y entre sus páginas una ramita seca de lavanda y la delicadeza de un aroma que era para mí el olor del amor y el malva de su flor el color de un "para siempre ; una carta con la transparencia de la adolescencia y un ”Te quiero hasta el fin del mundo” que asociaba entonces a aquel amor incipiente con la eternidad. Busqué su firma y descubrí que no la había puesto. Supuse que era la metáfora de aquellos temores a la desnudez. A los atrevimientos que anunciaban lo aún no conocido.
En un rincón de la caja y apenas visible, tal vez negándome la posibilidad de una lágrima, estaba mi primer cuaderno de tapas marrones y hojas lisas, quebradas y amarillentas, en donde unas ilegibles palabras parecían escritas en los peldaños de una escalera invisible. Las letras subían y bajaban en un desesperado esfuerzo por decir algo. Tal vez porque en la infancia los días no son horizontales y los desequilibrios, todavía, no acobardan. O porque la pureza de la inocencia acepta como un entretenido juego de esfuerzo aquellos tambaleos que en la madurez nos hacen sentir tan vulnerables
Guardé otra vez la caja en el armario. Me puse el vestido verde, até mi pelo con el lazo de raso que durante tantos años mantuvo recogido mis momentos. Me perfumé con una esencia que olía a naranjas recién cortadas y a mis siestas de primavera. Junto a ti. Y pinté con rubor rosa mis mejillas. 
Salí a la calle y sentí que conmigo iban todos los colores de la vida. De mi vida. Era yo y la que fui. 
Y no éramos distintas.
.
"beatriz"

viernes, 20 de marzo de 2015

Los otoños de Mario Benedetti

OTOÑO
Aprovechemos el otoño
antes de que el invierno nos escombre
entremos a codazos en la franja del sol
y admiremos a los pájaros que emigran
ahora que calienta el corazón
aunque sea de a ratos y de a poco
pensemos y sintamos todavía
con el viejo cariño que nos queda
aprovechemos el otoño
antes de que el futuro se congele
y no haya sitio para la belleza
porque el futuro se nos vuelve escarcha
*
En el año el otoño es un sosiego
y es la más suave de las estaciones,
en ella se perdonan los perdones
y renace el anhelo solariego.

El otoño no tiene sol de fuego
ni turbas ni dramáticas visiones,
los dolores se van de vacaciones
y la brisa en las tardes es un juego.

En el otoño pasa la jornada
lentamente/con calma/con olvido
y con la mente bien despabilada

digamos que en la paz está la clave
del ocio saludable y compartido
porque el otoño es éso/vida suave .

jueves, 19 de marzo de 2015

Jaime Sabines (25/3/26 - 19/3/99)



Pensándolo bien
Me dicen que debo hacer ejercicio para adelgazar
que alrededor de los 50 son muy peligrosos la grasa y el cigarro,
que hay que conservar la figura
y dar la batalla al tiempo, a la vejez.

Expertos bien intencionados y médicos amigos
me recomiendan dietas y sistemas
para prolongar la vida unos años más.

Lo agradezco de todo corazón, pero me río
de tan vanas recetas y tan escaso afán.
(La muerte también ríe de todas esas cosas.)

La única recomendación que considero seriamente
es la de buscar una mujer joven para la cama
porque a estas alturas
la juventud sólo puede llegarnos por contagio.


En su voz: click aquí.

Jaime Sabines Gutiérrez fue un querido y respetado poeta y político mexicano, nacido en Tuxtla Gutiérrez el 25 de marzo de 1926 y fallecido en Ciudad de México un 19 de marzo como hoy en 1999.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Final, Eduardo Darnauchans


En los años duros en los que Eduardo Darnauchans volvió de Buenos Aires y vivió en pensiones, frecuentaba una provisión en la que compraba cigarrillos y algunas vituallas.
La dictadura pasó y Eduardo que siempre anduvo por el Cordón seguía frecuentando la provisión.
La gallega dueña de la provisión le tenía simpatía a Eduardo que siempre se detenía a conversar con ella. 
Eduardo usaba una barba de rabino entonces y un día mujer le pregunto:
-" Joven, ¿ usted qué es?
- " Soy comunista", contestó Eduardo.
- " Ah, dijo la mujer visiblemente desilusionada, " yo pensaba que usted era seminarista".

Final

Cuando te sientas sola
frente a la oscura puerta
y aquella lluvia incierta
toque tu sien y corra

Recuérdame,
mi mejor vez, recuérdame...
La espina no la flor, la flor,
si es que hubo flor.

Cuando la luz del día
te recobre sin nadie
solo el árbol y el aire
en la plaza sombría.

Todo fue andén distante
sin voces y sin humo
lugares en que hubo
un triste visitante

Recuérdame,
mi mejor vez, recuérdame...
La espina no, la flor, la flor,
si es que hubo flor.

Ahora que no hay nada
sino fotografías
cartón donde la vida
es rosa imaginada

Recuérdame,
mi mejor vez, recuérdame...
La espina no, la flor, la flor,
si es que hubo flor.


Click aquí: en su voz

domingo, 15 de marzo de 2015

Libros subrayados, Diarios por Abelardo Castillo


Me atraen sobremanera las estatuillas y los libros. Sobre todo los libros, y a veces no es afán de sabiduría.
Diarios

A veces he querido fijar recuerdos agradables escribiéndolos; pero solo conseguí convertirlos en una cosa deformada, irreconocible, ridícula.
No consigo explicarme cómo.
Diarios

No consigo recordar hechos, apenas imágenes esfumadas, sensaciones. Acaso se debe a que nunca estoy en el lugar donde se encuentra mi cuerpo. No me siento ahí.
Diarios

He hablado estos días, Borges le llama a eso "borradores orales".
Diarios

Lo difícil es conocer cuando una palabra decora y estorba.
Diarios

Del sueño no recuerdo nada. Desperté violentamente; el sueño perturbaba en mí. Fue extraño. Soñé en segunda persona; yo era un espectador invisible, aun para mí mismo, de una fantástica apuesta.
Diarios

Tengo miedo que el tiempo desdibuje, más que mis palabras de hoy, el recuerdo de aquellos rimeros días
Diarios

Aprender a escribir. Tal vez sea imposible pretender ser escritor como se pretende ser abogado, es decir, siguiendo un curso preparatorio, pero es cierto que después de haber sentido la necesidad de escribir, luego de haber escrito, mal o bien, o medianamente bien, es necesario aprender. Doblegar el idioma es fundamental, porque nadie puede expresar nada, ni siquiera la idea más notable, si no consigue servirse del idioma.
Diarios

Escribir como si todos aquellos escritores a quienes debo algo me estuvieran mirando, y conformarlos a todos con mi propia literatura.
Diarios

Posiblemente, la oficina termine por embrutecerme por completo algún día. Casi sería lo ideal. Perder, al fin, el motivo de vivir, sobrevivirme, apenas eso. Transformarme  en planta. Los imbéciles son felices. No saben que es la felicidad o la infelicidad, no conocen las insatisfacciones. Entonces vegetan, plácidamente.
Diarios

La necesidad de escribir en prosa surge cuando las ideas que se presentan caóticamente requieren un ordenamiento, una forma clara.
Diarios

Comprender lo que pasa y prepararse para el futuro. Todo lo demás es nada. De lo contrario la soledad nos gana el sitio en la cama, se acuesta con nosotros, se levanta con nosotros, nos sigue a todas partes. Vivir: la verdad de la vida es vivir,
Diarios

Córdoba. Solo en este hotel y llueve. hay cosas que evidentemente deben pasarme a mí... Por si fuera poco, he salido a caminar bajo la lluvia. Trágicamente, claro. En el bar donde me metí, tocaban música desolada, triste: melodías para mi pertinaz adolescencia....
Amo los hoteles. Hoteles como éste, como aquel de Colón, como el de Olavarría. Siempre llueve cuando uno está en un hotel.
Diarios

Un cierto tipo de felicidad que consiste en leer a Borges.
Diarios

Para recordar lugares hay que descubrirlos en compañía, con alguien a quien se ama, o muy solo, pensando en alguien con tristeza, extrañándolo: alguien que no conoce ese sitio y a quien necesitamos a nuestro lado.
Diarios

Leer a Borges siempre me instiga a escribir; es, creo, el escritor que más me hace amar la literatura, el acto de crear, y, al mismo tiempo, uno de los pocos que me remiten a la actividad expectante - pasiva- de la lectura feliz.
Diarios

La muerte , al fin de cuentas, es la menos inesperada anécdota de la vida.
Diarios

Y por momentos me parece que la famosa paz, cierta paz, no la de mi conciencia pero al menos la de mi cabeza, no es imposible.
Diarios

Lo verdaderamente peligroso: la lucidez.
Diarios

Y en esto me parezco a papá, sin vuelta de hoja: él me enseño que las cosas hay que desearlas profundamente y un día vienen solas.
Diarios

César sin cesar...



Para hablar de César Bandin Ron (Buenos Aires, 13 de marzo de 1948). Escritor, periodista, artista visual, diseñador gráfico, docente. Sociología (UBA), Periodismo (ESP); Análisis del Discurso poético (Batistessa, Girri, Martini Real); Dibujo y pintura (Urruchúa, Presas, Garavaglia); Dibujo y guión de historieta (Grupo de los 12 Famosos Artistas: Breccia, Pratt, Salinas, Roume...) no sé si basarme en lo que se sabe de él o en mi propia experiencia como alumna. De paso les cuento que dice que soy "lejos la mejor".
No por eso no peleamos. Él me corrige buses por colectivos y yo me niego. Su puntuación y ritmo son formidables...
Mi próxima novela "Charlas con Borges", la estamos ultimando juntos.
Lo conocí allá por el 2010. Tenía todas las paredes de su estudio cubiertas de lagartos de plástico. Creo que ahora que es mi vecino, Dios me lo acercó a dos cuadras, está más normal, más poeta.
En los últimos días subió dos poemas que me conmovieron realmente, y lo felicité. Tuve la osadía de decirle que de todo lo leído era lo único que me gustaba...
Hay veces que hay que tratarlo así porque es un pisciano un poco jodido.
Me deja ir a su estudio con mi cachoperrito Abelardo. Abelardo lo quiere mucho. César lee y él se duerme plácidamente en vez de gruñir o ladrar.
César publicó muchos libros. Su lema es Cesar sin cesar...
Las mujeres mueren con su voz. Ha sido, y es, todo un ganador...
¡Cómo peleábamos en 2010 con los títulos para mis libros! Todavía guardo sus correcciones. 
Esta vez no se trata de un taller literario. Se trata de un taller de corrección.
Lo recomiendo al Maestro, que como si todo fuese poco, conoció muy bien al Maestro Jorge Luis Borges, y eso es privilegio de pocos.


Sigo con lo que la web dice de él...


En la actualidad se dedica con exclusividad a tareas de docencia y supervisión en el campo de la escritura. Asimismo, continúa desempeñándose como lector y corrector para editoriales de nuestro medio. Ha coordinado talleres y dictado cursos en las más importantes instituciones y centros culturales de Buenos Aires. Su obra editada, cercana a los quince títulos, posee traducciones al francés, inglés, portugués e italiano.
Fue distinguido por instituciones como la Secretaría de Cultura de la Nación, Asociación Argentina de Críticos de Arte, Cámara Argentina de Publicaciones, Cámara Argentina del libro y la Asociación de Diseñadores Gráficos de Buenos Aires; y participó en muestras internacionales de diseño editorial: Feria del Libro Frankfurt, Casa Christie's de Londres, Museo de Arte Moderno de Nueva York, Centro Georges Pompidou de París, Editorial Rizzoli de Nueva York, y Feria de Arte Contemporáneo de Madrid.
En los 90 impulsó la fundación de varias escuelas de educación artística que obtuvieron su incorporación a la enseñanza oficial: Escuela Superior de Diseño y Comunicación (1988),Escuela de Fotografía Profesional ‘Fotodesign’ (1991), y el Centro de Estudios Avanzados en Música Contemporánea / CEAMC (1993). En 1988 crea la primera carrera de Diseño y Comunicación puesta en marcha dentro del sector privado en el país; y en 1991 desarrolla varios modelos de Bachilleratos con Capacitación Laboral, implementados luego a nivel nacional por resolución del Ministerio de Cultura y Educación 11/81. Durante los años 2002 y 2003, en que reside en Brasil, se desempeña como Profesor de Arte y de Español.

Como docente dictó las materias Dibujo, Morfología, Diseño Editorial, Visión, Introducción al Discurso Poético y Taller de Escritura.

A lo largo de los 70 y 80 despliega una gran actividad dentro del periodismo cultural. En 1976-77 dirige (junto a Edmundo Eichelbaum, y a lo largo de 45 ediciones) la revista Pluma y Pincel; en la que colaboran, entre otros, Germán García, J. C. Martini Real, Enrique Pezzoni, Héctor Cartier, Jorge Glusberg, Marcelo Moreno, Rafael Squirru, Fermín Fevre, María Moreno, Noemí Ulla yDiana Bellessi. En 1978 funda (junto a los críticos Osiris Chiérico y Enrique Gené) la revistaArtemas; con la participación, entre otros, Luis Gusmán, Germán García, Raúl Santana y J. A. García Martínez. De 1978 a 1987 dirige la última etapa de la revista-libro Lyra (fundada en 1943); en la que colaboraran, entre otros, Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Adolfo Bioy Casares, Angel Battistesa, Manuel Mujica Láinez, Jorge Romero Brest, Alberto Girri, Jaime Rest, Bernardo Ezequiel Koremblit y Rodolfo Modern. En 1983 y 84 se desempeña como Secretario de Redacción del Calendario Cultural Boehringer Ingelheim; y también en el 84, funda (junto a J. C. Martini Real) la Revista de (poesía; con colaboraciones de Nicolás Rosa, Luis Gusmán, Néstor Perlongher, Noé Jitrik y Delia Pasini; y en el 85 funda Artistas, con la participación de Eduardo Grüner, Lucas Fragasso, Luis Chitarroni, Carlos Espartaco, Emeterio Cerro, Raúl Santana y Luis Tedesco.
Ha sido colaborador de los diarios ClarínLa Opinión y El Economista; las revistas Billiken,Fierro; y de varias publicaciones del exterior, entre ellas la revista Américas (OEA), Oversea Magazine (Nueva York), Argos (Ciudad de México) e Hispanic Culture Review (Virginia, USA). En la actualidad es colaborador de la revista Genios, de Clarín, y está a punto de sacar una nueva publicación sobre arte y literatura.
Dentro del diseño editorial, fue responsable de innumerables proyectos para instituciones y editoriales como la Secretaría de Cultura, Emecé, Planeta, Atlántida, Aldo Sessa, Academia Nacional de Bellas Artes; Museos Nacional de Bellas Artes y de Arte Decorativo; y embajadas de los Estados Unidos, Francia, España, Suiza y Alemania; así como para empresas como Diners Club, Coca Cola, Colgate Palmolive, Nobleza Piccardo, IBM, Pan American, Philips y Sanrio, de Japón. Tuvo a su cargo también, durante cuatro temporadas, la gráfica del Teatro Colón; y, en 1987, la del Boletín de la Asociación de Diseñadores Gráficos de Buenos Aires / ADG.

Aquí mis dos poemas favoritos de César sin cesar...


Mi cuerpo sin mí…
Mi cuerpo sin mí un día,
mi voz que se hace extraña,
poco a poco, como todo.
El mismo sol que encendiera
las ansias arrebata mis cenizas
frente a la casa de mis padres.
Levedad y olvido, desolación,
y una sonrisa forzada, una mueca
ajena, en el glorioso adiós.

En los besos la muerte…
En los besos la muerte;
una luz admirable, turbadora,
atonal, que vacía el instante 
y nos define como eso
que nunca fuimos, nos convierte
en los sin nombre, en lo increado.
Es tan fugaz la pasión que
no llegamos a verle la cara; va
y vuelve, toca y huye; sopla…
y te deslee. Querer retenerla es
como querer abrazar un líquido
o montarse en una corriente de aire
o ver cómo las palabras brotan
de esa boca ardida que nos pierde.