Mario Levrero, seudónimo de Jorge Varlotta, nació en Montevideo el 23 de enero de 1940 y murió en la misma ciudad el 30 de agosto de 2004.
La gente incluso suele decirme: «Ahí tiene un argumento para una de sus novelas», como si yo anduviera a la pesca de argumentos para novelas y no a la pesca de mí mismo. Si escribo es para recordar, para despertar el alma dormida, avivar el seso y descubrir sus caminos secretos; mis narraciones son en su mayoría trozos de la memoria del alma, y no invenciones.
El mundo
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos
Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
La mayor parte de su vida la pasó en su ciudad natal, con períodos de residencia más o menos prolongados en Buenos Aires, Rosario, Piriápolis, Colonia y Burdeos, en Francia.
Se desempeñó como librero, fotógrafo, humorista, editor de una revista de entretenimientos y, en sus últimos años, dirigió un taller literario. Comenzó a publicar su obra a fines de la década de los 60, en editoriales de Montevideo y Buenos Aires.
La literatura de Levrero ha sido clasificada como literatura de ciencia ficción y literatura fantástica. Es por esto que Ángel Rama lo colocó dentro de los escritores "raros", y que no responden al canon de realismo. En contra del monopolio existente dentro del mundo de las editoriales, Mario Levrero creyó en Internet para publicar sus textos. Por esta razón es posible encontrar sus escritos en este medio. Hay una trilogía de Levrero que debe contarse entre los proyectos narrativos más originales de la narrativa latinoamericana contemporánea.
Original pese a anunciar su aprendizaje de narradores como Borges, Kafka, Walser o Lagerkvist. La trilogía involuntaria compuesta por El lugar, La ciudad y París, esos relatos laberínticos y plagados de claves que no están hechas para ser resueltas, y guiños a referencias que siempre se esfuman en el aire antes de ser descifradas son sus mejores obras. Levrero fue también guionista de cómics para la revista Fierro, el de la pulp fiction, la novela de detectives, el cine porno, el dibujo animado infantil. En ese rubro hecho de todos los rubros marginales, sus libros más recomendables son Nick Carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo, cuyo detective, tomado de los folletines americanos, y su sidekick de bolsillo (literalmente), resultan inolvidables, y la estupenda Dejen todo en mis manos.
El libro empieza con un escritor -que parece un trasunto del propio Levrero-, hablando con su editor, quien le dice, su novela es buena pero...
Podía habérmelo imaginado, porque sé desde hace unos cuantos años que mis novelas pertenecen a esa clase; buenas, pero. Los críticos se esfuerzan por clasificar mi literatura como perteneciente a tal o cual categoría, pero los editores son más realistas, y unánimes; hay una sola categoría posible para mi literatura: buena, pero..."El editor pagará al escritor una suma que le resulta interesante si averigua quién escribió una novela que les ha llegado firmada con el nombre de Juan Pérez, pero sin dirección. Por ese libro está interesada una fundación cultural sueca. El autor acepta el encargo y se desplazará en autobús al pueblo de Penurias. El resto de nombres de pueblos que aparecen en el libro son: Desgracias, Miserias, Lamentos.
Podía habérmelo imaginado, porque sé desde hace unos cuantos años que mis novelas pertenecen a esa clase; buenas, pero. Los críticos se esfuerzan por clasificar mi literatura como perteneciente a tal o cual categoría, pero los editores son más realistas, y unánimes; hay una sola categoría posible para mi literatura: buena, pero..."El editor pagará al escritor una suma que le resulta interesante si averigua quién escribió una novela que les ha llegado firmada con el nombre de Juan Pérez, pero sin dirección. Por ese libro está interesada una fundación cultural sueca. El autor acepta el encargo y se desplazará en autobús al pueblo de Penurias. El resto de nombres de pueblos que aparecen en el libro son: Desgracias, Miserias, Lamentos.
“Hay algo terriblemente culpable en el hecho mismo de ser uruguayo, y por lo tanto nos resulta imposible decir no clara, franca y definitivamente”, nos dice el narrador en la primera página del libro. Los sueños darán paso a un cierto matiz onírico dentro del contexto de una narración realista: “Soy un escritor. No soy Philip Marlowe” (página 17). El narrador llega al pueblo de Penurias, y como un Marlowe aficionado comienza su investigación. Ya ha leído la novela de Juan Pérez y le ha entusiasmado, dice de ella en la página 19: “Tenía un estilo llano, muy sencillo, vigoroso, y colorido”. En la página 96 se cita al admirado Kakfa: “Este hotel era sólo para ti... La frasecita inconclusa me golpeó la mente. ¿Kafka? Una paráfrasis. Pero ¿Por qué demonios había pensado eso?”
La gente incluso suele decirme: «Ahí tiene un argumento para una de sus novelas», como si yo anduviera a la pesca de argumentos para novelas y no a la pesca de mí mismo. Si escribo es para recordar, para despertar el alma dormida, avivar el seso y descubrir sus caminos secretos; mis narraciones son en su mayoría trozos de la memoria del alma, y no invenciones.
Y como olvidar que hoy 3 de septiembre, es su cumpleaños número 70.
El mundo
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos
Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
Querida Rochi, la verdad no me di cuenta. Estoy pasando por tiempos de crisis, de transición y también y paradójicamente con poco tiempo.
ResponderEliminarEntro ahora, sólo para saludarte y agradecerte tu comentario. Ya en el fin de semana con mas tiempo, entraré a leer detenidamente este artículo.
Ahh!! una sola cosa. Qué honor estar al lado de un señor, un genio (a mi entender) como el sr. Galeano.
Un abrazo grande!!! y el finde agrego este blog también.
No lo he leìdo.
ResponderEliminarVeremos de hacer algo al respecto.
Un abrazo.
Cuando un escritor no tiene suficiente con escribir una novela, sino que escribe una novela adentro de otra, yo pienso... qué ganas de complicarse!
ResponderEliminarClaro, pensamiento de alguien que ni siquiera puede escribir una primera, única y chiquitita novelita.
El que me gustó más o menos cuando hace eso es Benjamín Prado (Gente mala que camina).
Pero por lo que decís, este uruguayo lo hizo, pero ... bien!
Un gran saludo para vos, y otro, al aire, a la red, para Eduardo!
Pues no leído nada de él, pero tomo nota.
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Bien, lo prometido es deuda y aquí va la respuesta...
ResponderEliminarDeseo y espero no quedarme toda la vida leyendo blogs, pero verdaderamente en algunos el tiempo se hace corto (aquí, me ha pasado)
Hoy por ejemplo he descubierto a Eduardo Galeano gracias a su entrada y me he quedado impresionada. Gracias.
Besos. Lisa
"Si escribo es para recordar, para despertar el alma dormida, avivar el seso y descubrir sus caminos secretos; mis narraciones son en su mayoría trozos de la memoria del alma, y no invenciones."
ResponderEliminarMe llegó al corazón .
Otro pendiente más!
Y qué buena cita la de los fueguitos. :)
Sos la de la foto? qué bueno verte!
No sabía quien era.
ResponderEliminarAhora si.
Gracias.
Besos.
Yo creía que era rosarino (sigo en esa costumbre argentina de apropiarnos de algunos uruguayos...).
ResponderEliminarRossina, ese de los fueguitos, ¿es de Levrero o de Galeano? Tiene más cara de ser de G.
No lo conocía, pero parece ser un escritor "diferente", y además interesante.
ResponderEliminarSaludos
Los escritores raros, tienden a ser creativos, imaginativos, interesantes, y magos.
ResponderEliminarBesos.
Qué linda foto Rochies!! Qué emoción! A ver si me llevas al paisito naranja la próxima! =) Y? Venís o no por estos días??
ResponderEliminarno me dicen los verbos , sustantivos y adjetivos e indicar cuales predominan ? porfavor quiero la respuesta ya pleasee
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