Por su forma acusa un origen latino.
El adjetivo clásico se encuentra por primera vez empleado en Francia por el humanista Sebillet en 1548, para calificar a autores antiguos que recomienda como modelos. En Inglaterra por el autor Sandys en 1599, al referirse a clásicos y canónicos; en España, Lope de Vega dice escribir "sin consultar los clásicos autores". En la primera edición del Diccionario de la Academia Francesa (1694) se define al autor clásico: "autor antiguo muy aprobado, que es autoridad en el asunto que trata".
Más tarde involucra a los autores antiguos, a los modernos imitadores de los antiguos, y a los partidarios de la literatura regida por las reglas.
Goethe se refiere a la complejidad semántica del término, en el que convergen, según él, significaciones históricas, sociales, morales, intelectuales y literarias.
Stendhal lo define despectivamente "Es el arte de presentar al público la literatura que deleitaba a sus tatarabuelos" y también "Imitar hoy a Sófocles y Eurípides y pretender que esas imitaciones no hagan bostezar a los franceses del siglo XIX, eso es clasicismo".
relativas e históricas como las absolutas, todas apuntan a un ideal, y de hecho todos concuerdan en que ese ideal se encuentra plenamente realizado en obras literarias y plásticas del período ático de la Grecia Antigua.
Carminum III, 30 (A Melpómene)
Horacio
Terminé un monumento más perenne que el bronce
y más alto que las regias Pirámides
al que ni la voraz lluvia ni el impotente Aquilón
podrán destruir, ni la innumerable
sucesión de los años, ni la huida de los tiempos.
No moriré del todo: una gran parte de mí
se salvará de Libitina. Creceré en los que vengan
tras de mí con gloria siempre nueva,
mientras suba el pontífice al Capitolio
junto a la virgen silenciosa.
Se dirá de mí, allí donde el violento
Aufido fluye ruidosamente y donde
Dauno, pobre de agua, reinó
sobre silvestres pueblos,
que, aunque de humilde cuna, fui capaz
el primero de trasladar la lira Eolia
a metros Itálicos. Toma, Melpómene,
para ti la gloria ganada por mis méritos,
que yo sólo quiero que ciñas de buen grado
mi cabellera con laurel Délfico.
Rossina,vuelvo a tu espacio y me detengo en todos los argumentos que pretenden definir a los clásicos.Todos tienen sus razones y sus puntos de vista,respetables y valorables.
ResponderEliminarRecuerdo que en el bachillerato estudíé a los griegos y romanos,los primeros clásicos por su base,profundidad y belleza.A partir de ahí,han surgido otros escritores,reflejo de los anteriores,que también hemos llamado "clásicos".Creo que el clasicismo está siempre de moda,porque es eterno,tiene virtudes internas y externas,guarda verdades filosóficas universales,de las que parte el hombre para seguir siendo y creando nuestro mundo.Un mundo,que necesita ahora más que nunca de esas verdades y valores para renovarse y crecer.
Te dejo mi gratitud por tus interesantes temas y mi abrazo inmenso,amiga.
M.Jesús
Se me olvida decirte que también Horacio en su poema,se siente portavoz de la base y estructura de ese clasicismo,cuyo testigo y frutos han recogido y recogerán otros.El es consciente de ello.Muy buen poema para la posteridad.
ResponderEliminarMi gratitud siempre.
También es clásico ya el cariño que te tengo.
ResponderEliminarBesos.
Ya vi.
ResponderEliminarMuy buen post, pienso que todo pertenece a todos los anteriores autores quienes, tienden puentes sintetizando conocimientos y agregando de su propia cosecha algún aderezo, alguna brillantez que aporte nuevas luces al vocabulario de la prosa, al tropo, a la metáfora; nada es nuevo en el mundo, sino que, (como todo) evoluciona adquiriendo para los nuevos ojos sofisticación, modernidad a la cual no hubiéramos llegado sin nuestros predecesores, sin los clásicos que marcaron senderos hacia donde alcanzar nuevos horizontes.
ResponderEliminarUn gran abrazo Rochie
Hola Rossina:
ResponderEliminarEs como decís, un adjetivo en el aspecto formal.
El origen en latín -sin desempolvar libros- debería ser "único en su clase", definición que nos vendría muy bien.
(Si ahondás: "clásica" era una especie de trompetina rústica que se tocaba para declarar una ventura, un vencedor, la llegada de una autoridad: algo especial, en definitiva).
Hay etapas clásicas en Filosofía Oriental y Occidental, que obviamente refieren a los primeros tipos de pensamientos, y a los primeros pensadores.
Como parece no podemos librarnos (supongo) de nuestros antecedentes FyL, hacemos lo acostumbrado: buscamos en demasía, porque nos gusta hacer eso.
En cuanto a los ejemplos de su utilización, parecerían la mayoría afines, salvo la que mencionás de Stendhal (que es la primera vez que leo, sinceramente nunca me gustó el francés) que parece aplicar mal la relación deductivista, en éste caso.
Dejando el verso a Melpómene, me quedo con la foto del panteón; o mejor dicho, con la inscripción en la cripta. En esas palabras en latín está, tal vez, la verdadera definición de lo clásico.
La foto ¿la sacaste vos?
Muy bueno, este lugar ya te dije, lo disfruto.
Saludos.
Daniel.
Sin entrar en cuestiones etimológicas, que han sabido describir de modo impecable, y más allá de buscar subjetivamente algún atisbo de las circunstancias que permita una visión particular, la idea de clásico me remite a cimiento, a sustento, a punto de partida. Se referirá, necesariamente, a una obra ya producida, pero más allá de sus méritos me parece que su calificación se impone en función de su influencia futura. Besos.
ResponderEliminarUn análisis interesante, exhaustivo y preciso. Sí señor.
ResponderEliminarRaúl
El alma difusa
cara Rossina, después de haber leído su entrada, cómo se atreve usted a pedirme que le explique que el maestro la habita?
ResponderEliminarusted, como él, tiene la palabra exacta, ya sea en narrativa o en ensayo.
y qué es un clásico? pienso como nuestro amigo Javier, en cuanto a "punto de partida".
y leo el epígrafe de Calvino...en este momento estoy leyendo "las dos mitades del vizconde", cosas de la causalidad...
besos*
Te admiro Ro y creo que lo tenés presente. Me gusta mucho cuando debatimos, cuando comentamos textos y éste fue uno de ellos.
ResponderEliminarGracias por compartir tus opiniones y análisis conmigo.
Horacio y Borges yo creo que compartían su aprecio por cierta forma de sátira descreída, que les permitieron interponer una distancia necesaria frente a la realidad, o frente a esa extraña fantasmagoría que solemos definir como realidad.
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