Parte I
El tema unificador es desde luego, "la ciudad" (como concepto como expresión de un anhelo o como espacio mítico) y su relación con un protagonista innominado, tal vez el mismo en las tres novelas. París el el último tramo de lo que he llamado trilogía involuntaria, integrado además por "La ciudad" y "El lugar".
En París la ciudad adquiere un nombre y la acción de la novela ocurre íntegramente en ella aunque limitado a un edificio, si bien vasto y casi infinito, único.
París se abre con el final de un viaje en ferrocarril.
Cierro los ojos y me invade un cansancio extremo, una desilusión extrema y algo muy parecido a la desesperación. Un viaje de trescientos siglos en ferrocarril para llegar a París.
Y encontrarme con esa misma estación desde donde había partido , trescientos siglos antes y encontrarla exactamente igual así misma como demostración de la inutilidad del viaje.
Salvo la cuota de cansancio, la cuota de olvido, y la opaca idea de una desesperación que se va abriendo paso . El viaje había sido insensato. Ahora lo sabía.
Sin embargo no me parece insensato emprender un viaje para darse cuenta de su inutilidad . Si Ud.. cambia esa naciente desesperación por una calmada desesperanza, habrá obtenido algo que muchos humanos anhelan.
Sus palabras habían sido si no convincentes, el menos dignas de atención.
La tarde era tan gris como la estación, como la ciudad como yo mismo. Me siento gris por dentro y por fuera.
Dudo de mi propia existencia.
La memoria se me presenta como un fenómeno curioso, que me hace recordar las cosas apenas las veo o tal vez un instante antes de verlas.
Allí señalo un pequeño comercio, allí trabajé yo en un tiempo.
Hablé de la memoria, de mis cavilaciones en torno a la identidad, y la memoria, de mi incertidumbre acerca de los límites del mundo exterior.
Pensé que ahora en París ,el tiempo tenía una nueva forma de transcurrir mucho más lenta.
Mis nuevos recuerdos eran demasiados precisos, demasiados fieles, y en demasiada cantidad.
Traté de serenarme; no podía absorber tal cantidad de información que me llegaba a torrentes y que además me resultaba por completo inútil.
Me pregunto si las cosas y las gentes durante los trescientos siglos de mi viaje en ferrocarril, se han detenido en el tiempo y sólo el polvo se habrá movido en la ciudad, acumulándose sobre las cosas y las gentes. Pero el tiempo parecía haber cambiado, aunque no pudiera darme cuenta en qué medida, en que dimensión.
Actualmente ni siquiera sé si realmente soy.
Mientras uno duerme , las cosas siguen su curso, y uno se vuelve viejo.
Sin embargo el descanso es algo que se me niega sistemáticamente.
Pienso en París, y de inmediato surgió la comparación entre el París actual, que yo estaba conociendo o reconociendo y el de que algún modo yacía latente en mi memoria.
Mi comportamiento es el de quien regresa después de mucho tiempo.
Siento como si la comprensión fuera un objeto real y vivo, con personalidad propia , que se burla de mí se escabullía , se escondía y de pronto asoma y me hace señas desde un rincón.
No, no puedo dormir, pero en cambio puedo soñar, soñar voluntariamente despierto. Creo haber utilizado este truco, más de una vez, durante el viaje, de cualquier manera, sé que en este momento me es posible hacerlo sin dificultad. Es cierto que no trae descanso verdadero ni a la mente ni al cuerpo, en la mente se forma un estado pasivo de alerta, un espectador que al mismo tiempo es actor de la obra que se va a representar, pero el espectador ignora el argumento, y asimismo lo ignora el actor, y el escenario es infinito.
"en la mente se forma un estado pasivo de alerta"...qué bien descrita está esa sensación que todos alguna vez hemos sentido.
ResponderEliminarUn abrazo
Un viaje de trescientos siglos...no es una exageración, pienso que tiene que ver con el tren, como dice Levrero, con los cambios que sufren o dejan de sufrir las ciudades a dónde llevan, es una absoluta pérdida del sentido cotidiano del tiempo.
ResponderEliminarExiste un Paris de la memoria y un Paris actual...la comparación implica la diferencia, de ahí tanta decepción, en mi opinión también, una cierta superioridad del Paris de la memoria.
"Actualmente ni siquiera sé si realmente soy"...la laberíntica escritura de Levrero obliga a sostener esta precaria afirmación, este olvido del ser que es ante todo una previsión contra la soberbia, por que no, también un requisito para ser libre.
"La tarde era tan gris como la estación, como la ciudad como yo mismo. Me siento gris por dentro y por fuera...Constaté que Paris era gris, de una grisura viva, al menos en septiembre, cuando amenaza la lluvia como si allá no pudiera haber otro color.
Y todo lo demás, este es uno de los libros, (complejo, irracional,visceral, generador de sensaciones), que según va pasando el tiempo va ganando en mi estima, como sabes. (En mi estima emocional, en esas cualidades que conectan directamente con lo que yo aprecio de la literatura)
A veces el viaje hay que emprenderlo para ver el inmenso escenario que debemos transitar, la vida es eso.
ResponderEliminarBuena tu eleccion , triste para este momento mio Te quiero
Gracias a los tres.
ResponderEliminarMario, sabés como aprecio tus comentarios y recuerdo perfectamente como le dedicaste un post a tu París de Levrero Maravilloso por cierto. Mandame nuevamente tu nuevo email. No rastreo el mail donde sí lo hiciste.
Neo, trataré de retomar la rutina adorable de leerlos y de mantener mis dos sitios al día.