martes, 24 de agosto de 2010

Borges sobre Shakespeare


Borges dedicó cuentos, poemas y ensayos a Shakespeare, interesándose no sólo en distintos aspectos de su obra –por ejemplo, su transgresión a la regla de las unidades espaciales y temporales en las representaciones teatrales o el análisis de Macbeth– sino también observando la curiosidad biográfica “de que un hombre mediocre, oscuro, de quien poco se sabe, llegue a ser uno de los escritores más renombrados”.
El tema permanente en las obras de Borges, al igual que en las de Shakespeare, es lo transitorio de la vida y la vanidad de la gloria
A continuación una serie de textos de Borges que, directa o indirectamente, dedicó a Shakespeare.

"A Shakespeare Anthology”, reseña bibliográfica aparecida en la revista Sur (n° 62 de noviembre de 1939) y recogida en Borges en Sur. 1931-1980 (Buenos Aires, Emecé, 1999).
“EvEverything and nothing
Jorge Luis Borges. El hacedor (1960)
erything and nothing”, prosa breve incluida en El hacedor (1960).
“Página sobre Shakespeare”, ensayo aparecido en la revista Sur (n° 289-290, julio-octubre de 1964, dedicado a Shakespeare) y recogido en Borges en Sur. 1931-1980, ya citado.
“Tema del traidor y del héroe”, publicado en revista Sur (n° 112, de febrero de 1944) y recogido en Ficciones (1944).
“Shakespeare y las unidades”, ensayo publicado en la revista Cuadernos (n° 87, agosto de 1964) y recogido en Textos recobrados. 1956-1986 (Emecé Editores, Buenos Aires, 2003).
“El teatro”, comentario sobre Macbeth, Hamlet y Romeo y Julieta incluido en Introducción a la literatura inglesa (en colaboración con María Esther Vázquez, 1965).
“Macbeth”, poema de cuatro versos incluido en la sección “Trece monedas”, de El oro de los tigres (1972).
“Prólogo” a Macbeth, publicado por Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1970 y luego recogido en Prólogos con un prólogo de prólogos (1975).
“La memoria de Shakespeare”, cuento publicado en el diario. Clarín el 15 de mayo de 1980 y luego recogido junto a otros tres relatos en el libro La memoria de Shakespeare (1983).

Everything and nothing
Jorge Luis Borges (El hacedor ,1960)

Nadie hubo en él; detrás de su rostro (que aun a través de las malas pinturas de la época no se parece a ningún otro) y de sus palabras, que eran copiosas, fantás­ticas y agitadas, no había más que un poco de frío, un sueño no soñado por alguien. Al principio creyó que todas las personas eran como él, pero la extrañeza de un compañero, con el que había empezado a comentar esa vacuidad, le reveló su error y le dejó sentir para siempre, que un individuo no debe diferir de su especie. Alguna vez pensó que en los libros hallaría remedio para su mal y así aprendió el poco latín y menos griego de que habla­ría un contemporáneo; después consideró que en el ejer­cicio de un rito elemental de la humanidad, bien podía estar lo que buscaba y se dejó iniciar por Anne Hathaway, durante una larga siesta de junio. A los veintitantos años fue a Londres. instintivamente, ya se había adiestrado en el hábito de simular que era alguien, para que no se descubriera su condición de nadie; en Londres encontró la profesión a la que estaba predestinado, la del actor, que en un escenario, juega a ser otro, ante un concurso de personas que juegan a tomarlo por aquel otro. Las tareas histriónicas le enseñaron una felicidad singular, acaso la primera que conoció; pero aclamado el último verso y retirado de la escena el último muerto, el odiado sabor de la irrealidad recaía sobre él. Dejaba de ser Ferrex o "Tamerlán y volvía a ser nadie. Acosado, dio en imaginar otros héroes y otras fábulas trágicas. Así, mientras el cuerpo cumplía su destino de cuerpo, en lupanares y tabernas de Londres, el alma que lo habitaba era César, que desoye la admonición del augur, y Julieta, que aborrece a la alondra, y Macbeth, que conversa en el páramo con las brujas que también son las parcas. Nadie fue tantos hombres como aquel hombre, que a semejan­za del egipcio Proteo pudo agotar todas las apariencias del ser. A veces, dejó en algún recodo de la obra una confesión, seguro de que no la descifrarían; Ricardo a­firma que en su sola persona, hace el papel de muchos, y Yago dice con curiosas palabras no soy lo que soy. La identidad fundamental del existir, soñar y representar le inspiró pasajes famosos.
Veinte años persistió en esa alucinación dirigida, pero una mañana le sobrecogieron el hastío y el horror de ser tantos reyes que mueren por la espada y tantos desdicha­dos amantes que convergen, divergen y melodiosamente agonizan. Aquel mismo día resolvió la venta de su teatro. Antes de una semana había regresado al pueblo natal, donde recuperó los árboles y el río de la niñez y no los vinculó a aquellos otros que había celebrado su musa, ilustres de alusión mitológica y de voces latinas. Tenia que ser alguien; fue un empresario retirado que ha hecho fortuna y a quién le interesan los préstamos, los litigios y la pequeña usura. En ese carácter dictó el árido testa­mento que conocemos, del que deliberadamente excluyó todo rasgo patético o literario. Solían visitar su retiro amigos de Londres, y él retomaba para ellos el papel de poeta.
La historia agrega que, antes o después de morir, se supo frente a Dios y le dijo: Yo, que tantos hombres he sido en vano, quiero ser uno y yo. La voz de Dios le contestó desde un torbellino: Yo tampoco soy; yo soñé el mundo como tú soñaste tu obra, mi Shakespeare, y entre las formas de mi sueño estabas tú, que como yo eres muchos y nadie.

13 comentarios:

  1. Me encantó! Gracias Rossina,
    un beso,
    Viviana

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  2. Rochie me sorprendes gratamente, te agradezco infinitamente, no me hubiera perdonado perderme este post tuyo; aunque es verdad ando muy atareado estas magníficas entradas son de obligatoria lectura. Te felicito y te agradezco el poder contarme entre tus amigos. Un gran abrazo

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  3. Rossina:

    Hola, espero te encuentres bien. Este fin de semana viajo pero el otro nos encontramos para conversar.
    Leo todo. Aunque a veces no comente.

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  4. si, BORGES, fué genial. los genios trascienden las fronteras del tiempo

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  5. hoy no hablaré de Borges no de Shakespeare.Le diré que me voy a los Buenos Aires.
    Volveré a leerla en unas semanas.

    besos*

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  6. pues la verdad es que me sorprende que Borges tuviera tanta admiración por Shakespeare, siendo ambos tan radicalmente opuestos. Shakespeare es un gran maestro pero seguro Borges le hubiera enseñado también muchas cosas!
    ;)

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  7. Mmm....esa manía de comparar. Cualquiera le enseña a cualquiera, eso es seguro. Shakespeare es grandísimo. Borges también lo es. Son distintos y ya está. Cada uno vivió su momento y su destino. Cada uno recorrió su órbita.

    Para este tal K, ¿acaso un escritor tiene que admirar a uno que se le parezca en su estética y estilo, solamente? ¿Será que lo opuesto deja entrever algunos destellos y define mejor cualquier concepto?

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  8. Borges es un grande: utilizó la historia real para ficcionar la vida de otro grande. ¿acaso quiso ser creador de un personaje llamado shakespeare o sólo intentó darle una vida artificial (letras y párrafos) al desaparecido dramaturgo, como ua forma de evitar que la grandeza se pierda en la historia, melancolicamnete?
    Porque seamos realistas: este fragmento deja de ser parte de lo real: es ficticio. Y lo ficticio siempre depende del autor.
    Quizá esa sea la diferencia entre el Shakespeare de El Hacedor y el Shakespeare de la realidad.
    El misterio se halla, curiosamente, cuando los dos se confunden en una solo. eso aún no lo comprendo.

    Erick Abanto López

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  9. Estoy siguiendo su blog por lo interesante de sus posts.

    Espero que siga el mío.

    http://deldoctor.blogspot.com

    Saludos

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  10. Qué bueno que hayas destacado esta conexión. Borges, por sobre todas las cosas, es un lector apasionado y humilde. Y sólo luego, un escritor de talla gigantesca.

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  11. Chúpenme todos la pija manga de hippies de salón

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