miércoles, 4 de agosto de 2010

Curiosos anticipos Borgeanos

Estoy secuestrada por las letras y vida de Mario Benedetti a través de Hortensia Campanella y un "Mito discretísimo". Imperdible. Inadjetivable.

Sin embargo no pude abandonar la adicción borgeana, y aquí van algunos anticipos y análisis de "El aleph", "El golem", y "El testigo". Los espero.

En Inquisisiones (1925), hallamos una primera y singular aproximación al Aleph. En un comentario bibliográfico a La Sagrada Cripta de Pombo de Ramón Gomez de la Serna, Borges expresa: "¿Qué signo puede recoger en su abreviatura el sentido de la tarea de Ramón?
Yo pondría sobre ella el signo ALEF que en la matemática nueva es el señalador de infinito. Guarismo que abarca los demás o la aristada rosa de los vientos que infatigablemente urge sus dardos a toda lejanía". Borges dice allí de cierta abarrotada plenitud porque "Ramón ha inventariado el mundo...con ansiosa descripción...cada cosa del mundo".
Tal plenitud no está en la concordia ni en multiplicaciones de síntesis y se avecina más al cosmorama o al atlas, que a una visión total del vivir, como la rebuscada de "los teólogos".
Borges no ahorra adjetivos y subraya "ese omnívoro entusiasmo" y esa "heroica urgencia de aferrar la vida huidiza". Paradojalmente critica las enumeraciones millonarias: "Walt Whitman se satisfizo con la enumeración de los objetos cuyo hacinamiento es el mundo...Ramón ha puesto la cachazuda vehemencia de su terco mirar en cada brizna de la realidad que lo abarca".

BORGES, DEL SECRETO AL ALEPH (1949)

"Las letras hebreas son como una nuez: hay que golpearlas para extraerles su fruto y encontrar la verdad."
La Cábala

El cuento "El Aleph" ha alcanzado internacionalmente un nivel simbólico, casi emblemático de Borges. El porqué de tal fascinación es, sin duda, a la vez que un enigma cautivante, un interrogante abierto.
Aleph, místico encuentro del Todo en Uno y del Uno con Todo. Tiempo y espacio en Un presente. El Todo, en un indiscriminado vértigo sincrónico, parece haber ofuscado desde siempre la mente humana. Tal vez, porque detrás se ocultan las angustias modestas y cotidianas de la impotencia del hombre, criatura y creador de Dios.
A través de esa primera letra del alfabeto hebreo, Borges se asoma al origen. A la creación. Y por eso, una vez más, al Secreto. Ese ritual que a los sectarios del Fénix permite concebir y así, crear. Sabemos que él se lamenta de no pertenecer... pero sublimación mediante, lo logra en la plenitud de algún Aleph.
En la soledad de un sótano y en un pequeñísimo espejo, Borges puede, casi ciego, observarse observando. Aventurero de lo desconocido, accede de esta forma a constituirse en der dichter, el Creador. ¿Dios? "En la más ínfima de las sustancias, ojos tan penetrantes como los de Dios, pueden leer el curso total del universo" (Leibnitz).
Borges insiste: "Un dios, reflexioné, sólo debe decir una palabra y en esa palabra la plenitud. Ninguna voz articulada por él puede ser inferior al universo o menos que la suma del tiempo".
No solo en "El Aleph" habla de ese encuentro, también en "El Testigo", escrito en colaboración con Bioy Casares, dirá que en un punto, y también en un sótano, un otro Aleph sorprende y enloquece: la Santísima Trinidad. Descubierta allí, logra enfermar primero y matar después a la niña Flora de 9 años, personaje de ese cuento.
Aleph, lugar desde donde se puede asomar al infinito, simultánemente al Todo: a Una y Tres personas, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
EL TESTIGO (1960)

En un establo que está casi a la sombra de la nueva iglesia de piedra, un hombre de ojos grises y barba gris, tendido entre el olor de los animales, humildemente busca la muerte como quien busca el sueño. El día, fiel a vastas leyes secretas, va desplazando y confundiendo las sombras en el pobre recinto; afuera están las tierras aradas y un zanjón cegado por hojas muertas y algún rastro de lobo en el barro negro donde empiezan los bosques. El hombre duerme y sueña, olvidado. El toque de oración lo despierta. En los reinos de Inglaterra el son de campanas ya es uno de los hábitos de la tarde, pero el hombre, de niño, ha visto la cara de Woden, el horror divino y la exultación, el torpe ídolo de madera recargado de monedas romanas y de vestiduras pesadas, el sacrificio de caballos, perros y prisioneros. Antes del alba morirá y con él morirán, y no volverán, las últimas imágenes inmediatas de los ritos paganos; el mundo será un poco más pobre cuando este sajón haya muerto. Hechos que pueblan el espacio y que tocan a su fin cuando alguien se muere pueden maravillamos, pero una cosa, o un número infinito de cosas, muere en cada agonía, salvo que exista una memoria del universo, como han conjeturado los teósofos. En el tiempo hubo un día que apagó los últimos ojos que vieron a Cristo; la batalla de Junín y el amor de Helena murieron con la muerte de un hombre. ¿Qué morirá conmigo cuando yo muera, qué forma patética o deleznable perderá el mundo? ¿La voz de Macedonio Fernández, la imagen de un caballo colorado en el baldío de Serrano y de Charcas, una barra de azufre en el cajón de un escritorio de caoba?

Análisis: Borges nos situa en la época con la sola mención de "la nueva iglesia de piedra", para culminar por describir la totalidad de la escena con el tinte gris, el olor del lugar que nos tendrá de testigos y el tiempo que transcurre. "El día, fiel a vastas leyes secretas, va desplazando y confundiendo las sombras en el pobre recinto; afuera están las tierras aradas y un zanjón cegado por hojas muertas y algún rastro de lobo en el barro negro donde empiezan los bosques. El hombre duerme y sueña, olvidado"
¿La vida, la vigilia, o el sueño? ¿Cuándo somos más nosotros, en el sueño o en vigilia?
Tal vez jugando a decirnos que la muerte nos hará ver una vida más viva de la que vivimos. La muerte que tal vez sea la antesala, la verdadera entrada a la vida
El hombre como la mezcla de lo sublime y lo cotidiano.
Todos los dioses exigen el sacrificio de los hombres...
Woden, el dios blanco, uno de los de la antigua trilogía, entra y desplaza a los otros dioses. Dioses que sí interactuaban con los hombres. El dios que vivía en el bosque, en el agua...
"El mundo será un poco más pobre cuando este sajón haya muerto": el último testigo...

EL GOLEM EN "EL ALEPH"

Según sus propias palabras, el golem es al Rabino que lo creó, lo que el hombre es a Dios, y también lo que el poema es al poeta.

Si (como el griego afirma en el Cratilo
El nombre es arquetipo de la rosa
En las letras de rosa esta la rosa
Y todo el Nilo en la palabra Nilo.

Y, hecho de consonantes y vocales,
Habrá un terrible Nombre, que la esencia
Cifre de Dios y que la Omnipotencia
Guarde en letras y sílabas cabales.

Creado por el Rabí Juda León de Praga, el Golem coincide plenamente con la fantasía de "Las ruinas circulares" y con "La secta del Fénix", en cuanto las habita una muy singular escena primaria. Asi lo analizamos en El Secreto de Borges. La vida de este "anormal y tosco" Golem, dependía de una sola letra. Precisamente de un aleph. Con la palabra EMET -verdad- escrita en su frente, se ponía de pie. Transformada en MET -muerte- al tachar la primera letra -aleph en hebreo- volvía a ser barro.
El Golem (1915) de Gustav Meyrink, que Borges tantas veces cita y que formó parte de sus primeras lecturas en Ginebra, es una novela extraña. Transcurre en el Ghetto de Praga, en un ambiente lóbrego, de pesadilla y angustia .
Consideramos que El Golem estuvo muy presente en la inspiración de "El Aleph". Su personaje Anastasius Paneth, luego de alucinantes viscisitudes, se halla en una oscura habitación, sórdida y deshabitada, que había sido, cien años antes, refugio del Golem. Allí se encuentra con "un punto brillante como un ojo". Observa debajo del mismo una caja blanca que, al empujarla, se revela como una hoja suelta. En realidad, es la carta Fou de un juego de tarots. Algo le obliga a mirarla, cada vez con mayor fijeza. "Por lo que podía reconocer desde aquella distancia, parecía pintada torpemente por un niño con acuarelas y representaba la letra hebrea, el aleph, en la forma de un hombre vestido a la antigua usanza de los francos, con la perilla recortada, levantando el brazo izquierdo y señalando hacia abajo con el otro." "¿No tenía el rostro del hombre una extraña semejanza con el mío?", se interroga. El delirio se acentúa y lo que fue sospecha, enseguida será confirmación: "¡Mi propio rostro! Mudo e inmóvil. Así nos estuvimos mirando a los ojos: uno el horrible reflejo del otro". El Loco -Fou- es la primera carta del juego, "así como es el hombre la primer imagen de su primer libro de estampas, su propio doble: la letra hebrea el Aleph, que construída seg ún la forma de un hombre, parece decir, igual que arriba es abajo; lo mismo ocurre abajo que arriba." En el tarot a cada jugador le aparecen las cartas de una forma distinta...
Cada cual tendrá su propio Aleph.

5 comentarios:

  1. Hola Rossina;
    ¿Vos escribís esto...? ¿Cómo estás?
    Beso grandote

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  2. Es muy interesante el texto amiga, la verdad es que me dejo pensando,.... borges es un maestro de las letras, y tambien estaba avanzado en su tiempo,.... creo que todo lo que dice aqui tiene un significado mistico muy poderoso,...gracias por compartir....

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  3. Antes que hacer el ridículo prefiero reconocer que el post me va grande.

    Besos Rossina.

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  4. Precisamente en estos días hay en mi ciudad una exposición sobre laberintos, cuando la vea le digo. Saludos.

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  5. Cada vez que ud escribe Benedetti me acuerdo de Laura Avellaneda, jajajajaja!!! Qué confusión genial. Siga escribiendo, amiga.

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