sábado, 6 de julio de 2013

Libros subrayados, París

Parte II
Debo avanzar muy lentamente porque el piso se hunde, no como pantano sino como carne.

Me llevo algunos minutos recobrar la totalidad de la conciencia de vigilia y desalojar de la habitación las imágenes soñadas.

Sí, hace mucho tiempo, hace muchísimo tiempo que no tengo un instante de distracción, es una responsabilidad exagerada, ahora lo comprendo, lo que no me deja dormir ni distraerme.

Mi problema es éste. Aquí . La cabeza. Pienso, pienso mucho. y eso no es bueno: pensando uno puede llegar a saber muchas cosas, sin necesidad de salir de una pieza.

¡Dios mío! ¡ Las cosas que me han hecho creer! Aunque nunca les creí del todo ; poco a poco me fui reencontrando a mí mismo, fui sospechando de ellos, por ciertas cosas minúsculas, gestos, susurros.

Y les dejo seguir su parloteo incesante. Después empiezo a fastidiarme no sé si por la sensación de estar excluido, o porque realmente no me interesa nada de lo que sucede.

Tengo ganas de salir y caminar largamente por la ciudad, pero me siento aún excesivamente cansado. Y al mismo tiempo tengo miedo de salir , no solo, y no tanto sino por una seguridad interior que me asusta más; me asusta el hecho de ignorar una serie dentro de las cuales moverme, de estar a la expectativa ante lo desconocido , especialmente  porque el cansancio y la confusión mental no dan lugar a una mayor confianza en mí mismo que me permita enfrentar con serenidad los pequeños grandes escollos que puedan surgir, desde, por ejemplo, la forma correcta de subir a un ómnibus, hasta cosas de mayor peligro.

Me movía con rapidez, y sentía el cuerpo rígido, como manejado por un centro nervioso que hubiera tomado el mando, desplazando a los centros habituales de movimiento.

Me resolví por lo más sencillo es decir, lo que suponía habría de traerme menos complicaciones.

Un par de alas se abren paso, automáticamente, a través del saco que acaban de romper. Mi caída es frenada como por un paracaídas enorme y compruebo con asombro que estoy volando, que incluso gano altura.

El vértigo había desaparecido. Sentí una embriaguez especial, una sensación no malsana de poder, y de dicha. Subía hasta alturas increíbles y luego me dejaba caer, planeando suavemente, con las alas extendidas y aunque cerrara los ojos no corría riesgo de estrellarme, y me dejaba guiar en mi vuelo por impulsos arbitrarios y extraños, y sentía, que de algún modo, estaba trazando en el cielo un dibujo coherente y estético.
Sentí que esta era mi forma natural de descansar.

Me parecía que todas las experiencias eran una sola, que no había entre ellas otras diferencias que su pluralidad y los distintos tiempos en que las había realizado.

Y dentro de mí fue creciendo la indignación , no sabía bien contra qué, aunque en buena parte lo era contra mí mismo.

Entré al cuarto y me dejé caer en la cama, en un estado de ánimo muy confuso, en el que se mezclaban el desaliento y la esperanza, y un sentimiento de derrota, de humillación.

Y siento, también, la necesidad urgente de volver a hacer un viaje en ferrocarril. No sé hacia donde. Pero es evidente que me he equivocado al venir a París. Ahora que no hay nada que me ate a ningún sitio.
No importa; el error está allí, en planificar. Quizá sea mejor dejarme llevar por la inspiración del momento, dejarme caer en un lugar cualquiera y esperar allí el amanecer. Lejos de París. En el otro extremo de la Tierra. En cualquier parte. Volar con los ojos cerrados y posarme, de pronto, donde el corazón lo indique. 


7 comentarios:

  1. A veces trato de conservan las imagenes de los sueños al despertar. Y a veces trato de conservar las imagenes de la vigilia, a punto de dormir. Pero suelen ser fugaces.

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  2. "Tengo ganas de salir y caminar largamente por la ciudad, pero me siento aún excesivamente cansado"... Y no hay una cosa sin la otra, me resulta muy difícil no decir aquí que esto lo sentí mil veces y es como un muro, donde se detiene el deseo, las ciudades ofreciéndose, pero bajo la forma de un sueño, bajo las rígidas e incontrolables formas de los sueños que vienen acompañados de la noche y su cansancio.
    La indignación contra sí mismo...es la indignación más defendible, por la que todos deberíamos pasar primero, de qué indignarse si no de nuestros extravíos e inconstancias.
    El ferrocarril como una necesidad...Creo que ya le intenté explicar alguna vez mi relación afectiva con los trenes, los trenes que fueron en mi vida una figuración del miedo, de la huida, del viaje, el tren como objeto esencialmente onírico, irreal, como si hubiera sido creado solo para la literatura.
    Levrero...no añadiré más encomios a la figura de Mario, solo añadir una tontería, hace tiempo soñé con un libro de Levrero, y fue extraño, soñar con un libro que se escribe como se deslizan los sueños, como si fuera posible un laberinto dentro de un laberinto, no se, pero creo que en esta redundancia se esconde alguna buena definición de su escritura.

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  3. Leer de Laberintos hace que asocie la lectura ,exprimir lo que leo y aplicarlo, ver todo, ver la realidad.
    "Confianza que me permita enfrentar los escollos que puedan surgir" es por esto que debemos trabajar.
    "El cuerpo rígido como manejado" no hay que permitirlo si algo debemos manejar es nuestro cuerpo a partir de ahí la fuerza, la seguridad.
    "Un par de alas" Planear mirar con perspectiva, indignarnos con nosotros mismos por lo que no supimos ver , el resultado fue sufrir y mucho.-
    Por favor a planear, desparramar los nubarrones no tiene que ver con París y la visión de Levrero tiene que ver con lo que falta recorrer después del sufrimiento falta muy poco corramos las nubes.

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  4. Debo reconocer que, en mi ánimo, Paris es uno de los pocos lugares en que he disfrutado perderme, Salvo en la Rue Sebastopol...en fin, pero bien lo cita el autor: quizá planificar sea un error; tal vez arrogancia, quizá miedo a lo desconocido. No hemos dejado de ser primates entrando a la caverna de Platón.

    Al margen: seré papel. Habrá más informaciones, como diría Radio Colonia.

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  5. Levrero me muestra siempre en un lugar oscuro, no quiero mas desaliento. Borges en una clase expreso que segun el programa debian leer a Shakespeare ," yo creo que a Shekespeare deben leerlo si creen estar preparados o dejarlo para otro momento o quiza no lo lean nunca y nada pasara" pienso que a Levrero lo dejare para otro momento igual nada pasara .-

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  6. pero Levrero sobrevuela París. Shakespeare es imposible para mí. Me lo demostró la de literatura inglesa este año que me hizo sufrir tanto.

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  7. Solo digo que en este momento Levrero me coloca en un lugar oscuro , gris ,triste no es para mi hoy, hoy necesito esperar sol interno . Si sobrevolar sirve para tomar distancia y ver con perspectiva bien venido pero él me da la sensación que extiende las alas y cuando las encoge se queda con lo oscuro, definitivamente es para otro momento En cuanto a lo que te costo Shakespere escucha la voz de Borges no estabas preparada, no era el momento

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