Necesito hacer un esfuerzo de concentración para recordarlas, y no creo que valga la pena. No porque ellas no valieran la pena, sino que ahora no vale la pena que me esfuerce en recordarlas, porque eso no las trae a mi lado de nuevo... ya no serán como antes, y es mejor dejar las cosas como estaban.
porque con los árboles siempre hay un diálogo posible...
Cuando llaman a la puerta de calle tengo por norma no atender. Los que me conocen saben que tienen que llamar por teléfono antes de venir a casa... por otra parte no tengo mayor interés en conocer gente nueva, y menos gente del tipo de gente que es capaz de tocar timbre en los porteros eléctricos de gente que no conoce....
No es que crea que en los recuerdos todo color rojo se transforma fatalmente en negro, o que la memoria envejece agrisando los recuerdos; sí creo que los recuerdos se simplifican, adocenándose, vulgarizándose.
Las cosas, desde luego, no sucedieron exactamente así, como las estoy contando: en rigor las cosas nunca suceden como se las cuenta, porque nunca se pueden contar como suceden ¿Cómo puedo saber yo ahora el contenido exacto de mi pensamiento aquel día? ¿Cómo puede alguien ni siquiera a los diez minutos, recordar el contenido exacto de su pensamiento, esa cosa tan errática?
Yo afirmo que es imposible decir la verdad de las cosas tal como sucedieron, por más veraz que uno pretenda y que uno quiera ser. Ahora, por ejemplo, al rememorar estos hechos que vengo narrando, tal vez estoy juntando dos o tres días en uno solo, u omitiendo datos importantísimos, y sobre todo mintiendo, a sabiendas sobre el contenido de mis pensamientos al cual trato vanamente de aproximarme. Ni siquiera podría relatar el fluir de mi pensamiento actual, porque se va rápido, corre más rápido que mis dedos y, al mismo tiempo, por querer escribirlo lo estoy modificando, frustrando, fastidiando la posibilidad de una enorme cantidad de asociaciones mentales que por el solo hecho de atenderlas, no se producen.
Ahora estoy más distraído con las cosas que me ocurren, en lo personal, y en casi toda mi vida adulta me ha faltado el tiempo para volverle a prestar atención a la lluvia. Algo parecido me pasa con la música; la oigo, pero más bien como fondo, sin entregarme plenamente. En eso se ha transformado la vida del adulto: un pasar cerca de las cosas sin rozarlas, o rozándolas apenas, pero sin entablar amistad con las cosas, sin intercambios, dar y recibir.
...es tan interesante estar en el mundo, y percibir, que es una lástima que haya perdido tantos años ocupado en asuntos triviales: exactamente eso es estar loco.
Me parece absurdo poseer a una mujer sin haber intimado antes, compartido antes algo de nuestros mundos para que el sexo no sea puesto en evidencia en toda su miseria, es decir, me parece absurdo no hacer propiamente el amor...
Quiero decir: no importa que me falle la memoria, o que me engañe, inventándome cosas o, peor, deformándome cosas.
... su nueva imagen desplazó completamente a la anterior; ya no pude recordar a Julia como había sido
Algunos subrayados son de una lógica aplastante, definitiva, construidos de pura sencillez, de cosas tan evidentes que uno no puede dejar de pensar que algún tipo de verdad se encierra en estas sentencias. Además de esto, a mi lo que me pasa con Levrero es que estoy tan de acuerdo con cómo ve las cosas, en la esencia absurda de las cosas que nos rodean, que no deja de sorprenderme: dialogar con los árboles, las metamorfosis que provoca el tiempo, los ruidos de fondo, la construcciones e invenciones extrañas de la memoria, la dudosa dialéctica entre la cordura y la locura, todos son temas afrontados con una lucidez sonriente y distante admirable. Y todo aderezado con cierta melancolía tranquila, una melancolía definida por el nombre de una Julia a la que ya no se reconoce...simplemente magistral.
ResponderEliminarNo poder recordar a una mujer, que melancolico.
ResponderEliminarTempus fugit.