jueves, 30 de abril de 2015

Alejandra, siempre Alejandra...


1- Dijiste que me fuera. Intento hacerlo desde que me parió mi madre.
—Vos no existís, ni tu madre, ni nada, salvo el diccionario.



2- Estoy pensando que.

—No es verdad. Cosas desde la nada a ti confluyen.


3- El viento muere en mi herida.

La noche mendiga mi sangre.


4- El ausente



                  I



La sangre quiere sentarse.

Le han robado su razón de amor.
Ausencia desnuda.
Me deliro, me desplumo.
¿Qué diría el mundo si Dios
lo hubiera abandonado así?


                     II



Sin ti

el sol cae como un muerto abandonado.
Sin ti
me tomo en mis brazos
y me llevo a la vida
a mendigar fervor.



5- Las flores morían en mis manos, porque la danza salvaje de la alegría les destruía el corazón. 



6- Que tu cuerpo sea siempre un amado espacio de revelaciones. 



7- La infancia implora desde mis noches de

cripta.


8- Toda la noche espero que mi lenguaje logre configurarme.



9- Yo no sé de pájaros. No conozco la historia del fuego. Pero creo que mi soledad debería tener alas.



10- Las verdaderas fiestas tienen lugar en el cuerpo y en los sueños.



11- J'ai sauté de moi jusqu'à l'aube

j'ai laissé mon corps près de la clarté.


12- Siempre hago el amor por primera vez. Mi asombro, mi perdición, mi asfixia, mi liberación.



13- Yo y la que fui nos sentamos en el umbral de mi mirada



14- Ahora la muchacha halla la máscara del infinito y rompe el muro de la poesía".



15- "Y realizo mi comedia social para no perder todo contacto humano.



16- Mi garganta ríe deshojando el cadáver de una violeta muerta. 



17- Noche de insomnio sin saber a dónde ir dentro de mí.



18- Y he bebido licores furiosos

para transmutar los rostros
en un ángel,en vasos vacíos 


He dado el salto de mí al alba

He dejado mi cuerpo junto a la luz
y he cantado la tristeza de lo que nace


19- La tenebrosa luminosidad de los sueños ahogados...



20- Como un poema enterado del silencio de las cosas, hablas para no verme.



21- Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura, porque todos estamos heridos



22- ¿Por qué tu visión fantasmagórica redondea los cálices de estas horas?



23- Ahora

en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos 
en el umbral de mi mirada.


24- Yo no sé de pájaros, no conozco la historia del fuego. Pero creo que mi soledad debería tener alas



25- Yo me pregunto si el amor no será un prejuicio.



26- Mi desnudez te daba luz como una lámpara. Pulsabas mi cuerpo para que no hiciera el gran frío de la noche, lo negro...



27- Pero si pudiera vivir siempre ebria, siempre haciendo el amor.



28- El poema que no digo, el que no merezco miedo de ser dos camino del espejo alguien en mí me come y bebe.

Un 29 de abril nacía Alejandra Pizarnik. 
La poeta argentina nació el 29 de abril de 1936 Alejandra Pizarnik. 


“…alguna vez

alguna vez tal vez
me iré sin quedarme
me iré como quien se va…”
AP


29- Exilio

      A Raúl Gustavo Aguirre


Esta manía de saberme ángel,

sin edad,
sin muerte en qué vivirme,
sin piedad por mi nombre
ni por mis huesos que lloran vagando.


¿Y quién no tiene un amor?

¿Y quién no goza entre amapolas?
¿Y quién no posee un fuego, una muerte,
un miedo, algo horrible,
aunque fuere con plumas,
aunque fuere con sonrisas?


Siniestro delirio amar a una sombra.

La sombra no muere.
Y mi amor
sólo abraza a lo que fluye
como lava del infierno:
una logia callada,
fantasmas en dulce erección,
sacerdotes de espuma,
y sobre todo ángeles,
ángeles bellos como cuchillos
que se elevan en la noche
y devastan la esperanza.


Alejandra Pizarnik, nació en Buenos Aires, Argentina, el 29 de abril de 1936.

La recordaremos hoy con "veintinueve" de sus mejores frases y poemas, cuando hubiera cumplido exactamente 76 años.
Flora Pizarnik Bromiquier, fue hija de Elías Pizarnik y de Rejzla (Rosa) Bromiquier, ambos inmigrantes judíos de origen ruso y eslovaco, que se dedicaban al comercio de joyería. Creció en un barrio de Avellaneda. Tenía una hermana mayor de nombre Myriam.
Su infancia fue muy complicada. Hablaba el español con marcado acento europeo y tartamudeaba. Tenía graves problemas de acné y una marcada tendencia a subir de peso. Estas eventualidades minaban seriamente su autoestima. La auto percepción de su cuerpo y su continua comparación con su hermana la complicaron de manera obsesiva. Es posible que por esta razón comenzara a ingerir anfetaminas —por las cuales desarrolló una fuerte adicción—, que le provocaban prolongados períodos con trastornos del sueño: euforia e insomnio.
En 1954, tras el bachillerato, ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Permaneció como estudiante de la Facultad hasta 1957, tomando cursos de literatura, periodismo y filosofía, pero no terminó sus estudios. Paralelamente tomó clases de pintura con Juan Batlle Planas.
Lectora profunda de muchos y grandes autores durante su vida, intentó ahondar en los temas de sus lecturas y aprender de lo que otros habían escrito. Así se motivó tempranamente por la literatura y por el inconsciente, lo que a su vez hizo que se interesara por el psicoanálisis.
Firmemente apolítica e influenciada en su lirismo por Antonio Porchia, los simbolistas franceses, en especial Arthur Rimbaud y Stéphane Mallarmé, por el espíritu del romanticismo, y por los surrealistas, Pizarnik escribió libros poéticos de notoria sensibilidad e inquietud formal marcada por una insinuante imaginería. Sus temas giraban en torno a la soledad, la infancia, el dolor y, sobre todo, la muerte.
Su primer libro fue La tierra más ajena (1955), editado en Botella al mar. Más tarde publicó La última inocencia (1956), volumen dedicado a su psicoanalista León Ostrov, y Las aventuras perdidas (1958).
Entre 1960 y 1964, Pizarnik vivió en París donde trabajó para la revista Cuadernos y algunas editoriales francesas, publicó poemas y críticas en varios diarios, tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Césaire, e Yves Bonnefoy, y estudió historia de la religión y literatura francesa en la Sorbona. Allí entabló amistad con Julio Cortázar, Rosa Chacel y Octavio Paz, entre otros, siendo este último el prologuista de Árbol de Diana (1962), su cuarto poemario, en el que ya se refleja plenamente la madurez como autora que estaba alcanzando en Europa.
Regresó a Buenos Aires en 1964, publicando sus poemarios más importantes: Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de la locura (1968) o El infierno musical (1971).
En 1969 recibió la beca Guggenheim, lo que le permitió viajar a Nueva York, y en 1971 una Fullbright.
Escribió en prosa La condesa sangrienta (1971).
El 25 de septiembre de 1972, a los 36 años, se quitó la vida ingiriendo 50 pastillas de un barbitúrico (Seconal) durante un fin de semana en el que había salido con permiso del hospital psiquiátrico de Buenos Aires, donde se hallaba internada a consecuencia de su cuadro depresivo y tras dos intentos de suicidio.
Faltó tiempo para la gran empresa literaria. Alejandra decía que tenía que escribir una novela y que habría de aprender una nueva gramática para llegar a ese fin que rondaba por su cabeza.
Hoy, tiene un monumento en la calle Güemes en Avellaneda.

2 comentarios:

  1. Ella es una de mis poetas favoritas sus poemas son como alas a punto de quebrar, sin embargo su fuerza lírica los sostiene.
    Saludos

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  2. Impresionante Alejandra...Entre la razón y la locura, entre la realidad y el sueño...Mi gratitud y mi abrazo grande, Rossina.
    M.Jesús

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