¡y siempre igual!
un cielo gris, un horizonte eterno,
¡y andar... andar!
Moviéndose a compás, como una estúpida
máquina, el corazón;
la torpe inteligencia, del cerebro
dormía en un rincón.
El alma, que ambiciona un paraíso,
buscándolo sin fe;
fatiga, sin objeto, ola que rueda
ignorando por qué.
Voz que incesante con el mismo tono
canta el mismo cantar;
gota de agua monótona que cae,
y cae sin cesar.
Así van deslizándose los días
unos de otros en pos,
hoy lo mismo que ayer... y todos ellos
sin goce ni dolor.
¡Ay! a veces me acuerdo suspirando
del antiguo sufrir...
Amargo es el dolor; pero siquiera
¡padecer es vivir!
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Hace 4 días
Parece un señalador, no sé lo que le pasa a blogger.
ResponderEliminarSepan disculpar.
Tampoco me toma el color de fondo...
Vivir es padecer.
ResponderEliminarCasi siempre.
Besos.
Un tristísimo poema de Bécquer...Y es que cuando falta el amor los días se convierten en un fluir monótono y aburrido, que casi duele, porque nos lleva por delante...Qué razón tiene y qué sensibilidad para intuirlo y sentirlo todo...Un grande de nuestra literatura, sin duda, amiga...Un beso Rosina.
ResponderEliminarM.Jesús