lunes, 2 de marzo de 2015

Ausencias, por el maestro Benedetti


En mi viejo catálogo de ausencias
algunas todavía me estremecen
compañeros y compañeras de ansias
de abrazos de peligros compartidos
ya no estarán irremediablemente
es como si su sangre regalada
corriera solidaria por mis venas
en busca de mi búsqueda tenaz
y así vivo muriendo
mientras el tiempo corre como un río

unos quedaron desaparecidos
otros aparecieron en sus huesos
sus palabras siguieron resonando
como si todavía nos nombraran

qué podemos hacer con las ausencias
es imposible defenderse de ellas
están ahí deshilachadamente
cual fantasmas sedientos de vivir
o crepúsculos huérfanos de noche

no hay rescate posible para las ausencias
uno sigue con ellas en la mano
y sabe que no puede abandonarlas
el mundo fue creado con ausencias
y allí estarán hasta que en un descuido
también uno pase a ser ausente.

*

Digamos que te alejas definitivamente
hacia el pozo de olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única
en mí que estoy enteramente solo sobreviviéndote.

Después de ese dolor redondo y eficaz,
pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra.

Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche
desgarradoramente idéntica a las otras
que repetí buscándote, rodeándote.
Hay solamente un eco irremediable
de mi voz como niño, esa que no sabía.

Ahora qué miedo inútil, qué vergüenza
no tener oración para morder,
no tener fe para clavar las uñas,
no tener nada más que la noche,
saber que dios se muere, se resbala,
saber que dios retrocede con los brazos cerrados,
con los labios cerrados, con la niebla,
como un campanario atrozmente en ruinas
que desandara siglos de ceniza.

Es tarde. Sin embargo yo daría
todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener tu corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.

*

Las cosas que nos faltan, cuántas cosas. Las que quedaron en el camino o nunca accedieron a él. Quien más, quien menos, todos llevamos una filatelia de las ausencias.
Hay partidas, adioses de los que no volvieron ni volverán. Aun en las mejores y conquistadas alegrías, sobreviene de pronto un vacío y nos quedamos taciturnos, solos, tiernamente desolados.
Por suerte cuando soñamos vuelven todos, los que todavía son y los que fueron. Y abrazamos fantasmas, almas en pena y almas en gloria. Ellos nos cuentan su impiadosa sobrevida, aunque, eso sí, marcando siempre su territorio, que es sólo invierno.
Su exilio tan pasivo, tan inerte, no está consolidado. Con su martirio, nos martirizamos, quizá porque sabemos que todo eso acaba en un opaco despertar. Viene entonces la fase de ojos abiertos, también llamada insomnio. Allá arriba esta el cielo raso, con la araña de siempre en su rincón de redes. Nos faltan manos para acariciar, labios para besar, cintura que estrechar, cuerpo que penetrar. Todo es ausencia.

5 comentarios:

  1. Yo no sueño con los que se fueron.
    Ya no son.

    Besos.

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  2. Lo del "dolor redondo y eficaz" me encanta, sin embargo, tengo que decirlo, discrepo de eso de la "filatelia de las ausencias". Parece sugerir que recontar ausencias es una afición, para los ratos libres, tranquila. No estoy de acuerdo. Para mi es algo mucho más grave y temible o al menos algo que hiere y que provoca sed.

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  3. Ud se quedó con mucha sed desde que leyó "El que tiene sed" ya que en su home también me habló de "sedes". No creo que exista la palabra pero Galeano me dijo que se pueden inventar, por eso su tan bien logrado término "sentipensante", Mario.

    Toris, yo a veces. Muy pocas.
    Tal vez sí sean. No sabemos nada de lo que pasa del otro lado, ni a qué vinimos a este plano...
    Quizá solo lo "recordemos" al regresar.

    Los quiero mucho a ambos dos.

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  4. Una completísima reflexión de Benedetti sobre las ausencias...Cierto es que los seres queridos se llevan un trocito de nuestra alma, que después nos cuesta reponer y renovar...El tiempo es médico que todo lo cura, pero el recuerdo siempre vuelve como el vuelo de una paloma, que sobrevuela nuestro presente y nos deja un mensaje...La sincronía entre cielo y tierra es algo real y los pensamientos van y vienen...
    Mi gratitud por compartir y mi abrazo grande, Rossina.
    M.Jesús

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  5. Una poeta amigo mío en vez de ausencias los llama "mis cadáveres". Preciosa entrada y subrayo todo lo que transmite Benedetti. Un saludo

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